El viaje de Baudelaire-Bergoglio a los infiernos. (Bergoglio – Baudelaire Cap.3)
Una serie apasionante donde de manos del autor podrán ir descubriendo la inspiración directa de Bergoglio en el poeta maldito y satanista Charles Baudelaire.

Les dejamos con sumo gusto en esta publicación EL CAPÍTULO TERCERO de la nueva serie de Álex Holgado Fernández para Adoración y Liberación.
Una serie apasionante donde de manos del autor podrán ir descubriendo la inspiración directa de Bergoglio en el poeta maldito y satanista Charles Baudelaire.
Imprescindible para entender que clase de antipapa estamos sufriendo.
Álex Holgado es periodista e historiador.
Disfruten la lectura.
Vicente Montesinos
Por Álex Holgado
Adoración y Liberación
CAPÍTULO 3: EL VIAJE DE BAUDELAIRE-BERGOGLIO A LOS INFIERNOS
Bergoglio, como Baudelaire, lleva consigo el personaje. Son tipos a quienes no basta vivir lo cotidiano y para superar el spleen, ese tedio paralizante y angustioso tan baudelairiano, necesitan ir al extremo. Desprecian los límites, la ley y sus convencionalismos, que tanto disgustan al argentino, y pretenden, como quijotes en sus paraísos artificiales, que los demás nos embarquemos en su viaje a los infiernos.
Precisamente, uno de los poemas emblemáticos de Las flores del mal se intitula ‘El viaje’. Y en él hallamos nuevas e inquietantes conexiones
Repetimos que no vamos a afirmar que Bergoglio se nutra, exclusivamente, de Las flores del mal para sus transgresiones, pero las coincidencias son más que notables como para ignorarlas. Y en este caso, como en el que inició la serie, resultan impactantes las ‘coincidencias’. No olvidemos, además, que este libro maldito de Baudelaire es el favorito de don Jorge Mario…
Vamos a analizar con este enfoque el poema, uno de los más extensos y donde el autor expresa la desesperación que para el hombre moderno, erigido en su propio dios, conlleva la existencia.
Primer verso especialmente llamativo para nosotros, el primero de la cuarta estrofa de la parte IV: “El gozo acrece siempre la fuerza del deseo”. ¿Cuál es su contexto? Se inserta en un cuerpo de cuartetos y tercetos en los que los viajeros avezados –es decir, los que poseen el verdadero conocimiento- evocan sus experiencias en lejanos países, y en particular en el lejano Oriente.
¿Dónde puede estar reflejado este pensamiento, aparentemente tan ajeno al magisterio ‘papal’? Los lectores más avisados se acordarán del escándalo que suscitó el apartado de Amoris laetitia dedicado a la afectividad, en concreto el numeral que promueve el incremento del placer sexual en el matrimonio. Los que lo desconocían, agárrense que vienen curvas.
Dice así: “Se puede acoger la propuesta de algunos maestros orientales que insisten en ampliar la consciencia, para no quedar presos en una experiencia muy limitada que nos cierre las perspectivas. Esa ampliación de la consciencia no es la negación o destrucción del deseo sino su dilatación y su perfeccionamiento” (AL, 149).
No existe magisterio apostólico precedente para esto, como apuntan reconocidos teólogos no antibergoglianos declarados, como el prudentísimo P.Iraburu (https://www.infocatolica.com/blog/reforma.php/1607200207-385-amoris-latitia-no-149-lam ). Y es que no puede haberlo. Es una de las raras setas con las que acostumbra a envenenar el alma de las masas incautas el heresiarca Bergoglio.
En su día se abundó en la cuasicerteza de que el redactor de AL fuese Mons. Víctor Manuel Fernández, actual arzobispo de La Plata, por dos razones de peso: primera, su estrecha y mediática cercanía con Bergoglio a inicios del antipontificado, y, segunda, por sus querencias pseudointelectuales, manifestadas en el desbarrado libro de su autoría titulado Sáname con tu boca. El arte de besar, en el cual mariposea por el prado de los deseos para probar la importancia del beso como sostén de las relaciones tanto amorosas como afectivas. Encaja.
“En estas páginas –explica el autor en la solapa de tan sensual volumen incluso para quien no es sacerdote- quiero sintetizar el sentimiento popular, lo que siente la gente cuando piensa en un beso, lo que experimentan los mortales cuando besan. Para eso charlé largamente con muchas personas que tienen abundante experiencia en el tema, y también con muchos jóvenes que aprenden a besar a su manera. Además consulté muchos libros, y quise mostrar cómo hablan los poetas sobre el beso. Así, tratando de sintetizar la inmensa riqueza de la vida, salieron estas páginas a favor del beso. Espero que te ayuden a besar mejor, que te motiven a liberar lo mejor de tu ser en un beso”.
Deseo y gozo, el placer como elemento constitutivo del ser y que, por lo tanto, es preciso ampliar y prolongar. Éste es el tema, ya decimos que no precisamente muy católico, pues la Iglesia no es que condene el placer, pero sí lo ordena subordinándolo a la castidad y por ende al amor plenamente humano. Nunca se ha dedicado a enseñar cómo incrementarlo, a promover el placer por el placer. Pero si tus fuentes predilectas son los poetas malditos, tal enseñanza pastoral cuadra perfectamente. Y, para cerrar el círculo, fijémonos en que el estrecho colaborador en su día de Bergoglio apunta hacia los poetas como maestros de sabiduría. Blanco y en botella…
El tema recurrente del viaje, de la huida, en los poetas inadaptados para escapar de lo establecido tiene en el proceder de Bergoglio la forma de una constante inquietud por distanciarse de la estabilidad, de la seguridad del puerto seguro que es la Iglesia y su doctrina de siempre, para invitar a vivir en el riesgo, en un continuado estado de salida, en la aventura de las sorpresas, en la negativa de las respuestas, en la permanente incertidumbre:
“y allá vamos, siguiendo el ritmo de la ola,/meciendo lo infinito en lo azul de los mares”, recita el poema. Seguimos.
Pasamos de puntillas por este otro verso, “saludamos un día horripilantes ídolos”, y su innegable carga pachamámica y que aquí se presenta, recordemos, como una experiencia de lo nuevo que es preciso vivir, y desembocamos en una afirmación reveladora: “Múltiples religiones iguales a la nuestra,/todas trepando al cielo”. Aquí, lo vemos claro, la conexión vuelve a ser de alta tensión.
El documento de Abu Dabi es el indiferentismo bergogliano plasmado y sellado en un documento (#10: “El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina”), con toda la aureola de declaraciones ambiguas o directas, antiguas o recientes, en las que el hijo espiritual de Baudelaire insiste en la licuación de la verdad en favor de la “cultura del encuentro” (https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2016/documents/papa-francesco-cotidie_20160913_cultura-encuentro.html ).
Sabemos que Bergoglio no cree en Jesucristo como el único camino que lleva al Padre (ya saben: “No existe un Dios católico”, https://es.zenit.org/2013/10/05/lo-que-el-papa-le-dijo-a-scalfari/ ) y sí en la “fraternidad universal” (https://www.abc.es/sociedad/abci-francisco-propone-fraternidad-universal-como-solucion-pandemia-y-guerras-202010041216_noticia.html ). Y este es el punto.
Baudelaire fue un gran maestro de la Masonería; don Jorge Mario, sin ser dato probado, reúne los suficientes indicios como para afirmar su pertenencia a la sociedad secreta luciferina. Tiene todos sus tics. Y esta filiación común explicaría en su mayor parte la impronta estética e ideológica que comparten y que es motivo de esta serie de artículos.
“Caer en el abismo, Cielo, Infierno, ¿qué importa?/ Al fondo de lo ignoto, para encontrar lo nuevo”. He aquí el broche final de ‘El viaje’. Un nuevo paradigma para una nueva Iglesia, una Iglesia con un rostro nuevo, una nueva disciplina para los sacramentos, una nueva relación con la naturaleza, un nuevo lenguaje para un tiempo nuevo, un nuevo ejercicio del papado… La novedad como fruto áureo del venerado progreso. La reforma por la reforma.
Y Bergoglio se embarca en nuevas relaciones, nuevas liturgias, nuevos conceptos de pecado, de redención y de Dios; nueva y poliédrica verdad. Y, claro, la novedad por la novedad implica la destrucción de lo viejo: prohibición del Vetus Ordo, reseteado de los dicasterios, purgas en la Curia, disolución y rebaja de órdenes tradicionales, desprecio por la historia de la Iglesia…
¿Existe el infierno o no para Bergoglio? No encontraremos una respuesta única, ninguna coherencia. Según el ambiente en el que habla, sostiene que las almas que se condenan se diluyen (https://www.infobae.com/america/mundo/2018/03/29/el-infierno-no-existe-la-sorprendente-revelacion-del-papa-francisco/ ) o que los mafiosos y grandes capitalistas acaban en el infierno (https://www.diariodenavarra.es/noticias/mas_actualidad/internacional/2014/03/22/el_papa_los_mafiosos_quot_convertios_para_acabar_infierno_quot_152361_1032.html ). Depende. O sea, no le importa cuál sea la verdad. No cree que sea una. Lo interesante, para él, es procurar la novedad en cada momento, lograr la síntesis de la tesis y la antítesis.
Y todavía habrá quien niegue que sea masón.