“¡NOS VEREMOS EN EL INFIERNO!” (Bergoglio – Baudelaire Cap.4)
El bergoglianismo trae consigo la misma detonación de la moral sexual, la misma provocación sensual e idéntico escándalo que Baudelaire, cuya obra fue condenada judicialmente y censurada en su época por inmoral.

Les dejamos con sumo gusto en esta publicación EL CAPÍTULO CUARTO de la nueva serie de Álex Holgado Fernández para Adoración y Liberación.
Una serie apasionante donde de manos del autor podrán ir descubriendo la inspiración directa de Bergoglio en el poeta maldito y satanista Charles Baudelaire.
Imprescindible para entender que clase de antipapa estamos sufriendo.
Álex Holgado es periodista e historiador.
Disfruten la lectura.
Vicente Montesinos
Por Álex Holgado
Adoración y Liberación
CAPÍTULO 4: “¡NOS VEREMOS EN EL INFIERNO!”, O EL OSCURO DESCENSO A LAS PERIFERIAS
Ya revelamos en el capítulo primero de esta serie que la más llamativa blasfemia contra la Santísima Virgen proferida por Bergoglio era un plagio del argentino a Baudelaire, pero es que, si se nos permite la boutade, Las flores del mal rezuma bergoglianismo. Quiere decirse con esto que estamos ante la misma charca con los mismos miasmas, el mismo pantanal con diferentes nombres: malditismo, contestación, contracultura, progresismo, bergoglianismo… Y de este barrizal todo sale enlodado de lo demoníaco.
Así, los términos bandera que ondea el “nuevo paradigma” no son sino ancestrales lugares comunes que ya se enarbolan en el brutal poemario de mediados del siglo XIX. Fíjense, sin ir más lejos, en la terminología que emplea, en 1999, Rafael Argullol, narrador, poeta y ensayista, en su prólogo a la edición de Las flores del mal de Unidad Editorial (las negritas son mías):
“Las periferias son preferidas al centro; los exotismos prevalecen sobre la civilización; la perversidad sensual se impone sobre la anodina moral de los normales. Al fondo, en un fondo que huye siempre como si fuera una escenografía fantasmagórica, más allá de la realidad, flotan, prometedores, los paraísos artificiales que Baudelaire invoca con más entusiasmo que convicción”.
Vayamos por partes, porque aquí hay bastante tela que cortar. Insisto en destacar que el prologuista lo escribe catorce años antes de la irrupción como elefante en cacharrería de zapatones Bergoglio.
Cuando uno lee “periferias” y “exotismos” o la expresión “anodina moral de los normales”, automáticamente se le vienen a la mente una ristra de documentos y declaraciones de la antiiglesia progre y su mesías Bergoglio. Desde, por ejemplo, el Documento de Aparecida de 2007 –en el que tuvo una importante autoría el entonces Cardenal Bergoglio y que, por supuesto, es una de las hojas de ruta de su antipontificado-, hasta los ampulosos discursos de la épica de la búsqueda de las “periferias geográficas y existenciales” –el posmoderno grial woke- frente a la decadente “Iglesia autorreferencial”. Desde Querida Amazonía y su roussoniano indigenismo de paraíso artificial, hasta la “revolución de la ternura” contra la “rigidez” del corazón de piedra de los “fariseos de hoy, laicos, sacerdotes u obispos, más preocupados por los preceptos que por las personas”.
Son siempre los mismos grotescos espasmos. Pero es que Baudelaire ya aplicó este simplista esquema romántico –en su época válido, hoy ya más propio de adolescente inadaptado-, como señala Argullol en el citado prólogo de 1999, a partir de esos mismos términos y expresiones. El francés arietando contra la burguesía parisina; contra el verdadero catolicismo y la Iglesia el antipapa.
Pero ninguno de ellos se esconde, ojo. “¡El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven!”, declama Baudelaire compadreando con el lector, y continúa asegurando que “bajamos hacia el Orco un diario escalón”. “¡Nos veremos en el infierno!”, le espeta el usurpador del Trono de San Pedro a la atónita madre de un discapacitado de Caravaggio a la que llamó por teléfono en penoso golpe de efecto de burda propaganda elpapadelpueblo (https://infovaticana.com/blogs/specola/papa-francisco-entonces-nos-veremos-en-el-infierno-el-vaticano-y-los-medios-de-comunicacion-los-amigos-chinos-callar-a-benedicto/ ).
El insoportable tedio de la normalidad, decíamos. El rechazo visceral que experimenta don Jorge Mario por los católicos normales que tratan de cumplir con los Mandamientos, que siguen los preceptos, que quieren vivir la espiritualidad católica, es indisimulable para él y por eso se trata de uno de los tics estrella en sus discursos más populistas, embadurnados de ese tinte despreciativo y burlón del peor Bergoglio.
De ahí que calificara de “conejas” a las mujeres católicas abiertas a la vida:
(https://www.youtube.com/watch?v=0qJN2tO41As ),
o que hable de “curas con cara de beata Imelda” (https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-06/papa-seminaristas-verdadero-pastor-no-se-separa-pueblo-dios.html ), o de “cristianos con cara de pepinillos en vinagre”, o de “cristianos que recitan el Credo como loros”, o de “momias de museo” a los católicos que siguen la tradición, o de “solteronas” a las monjas, o de “mariposas vanas” y de “torturadores de confesonario” a los sacerdotes sin resetear. Y en este plan.
Alcanza tal punto su verborrea chabacana contra lo que huela a católico que, tras los primeros meses de impostura vaticana, ya se publicó un libro con los insultos que había proferido titulado The Pope Francis Little Book of Insults (El pequeño libro de insultos del papa Francisco), obra del periodista Laurence England (https://cnnespanol.cnn.com/2014/02/21/opinion-el-libro-de-insultos-del-papa-francisco/ ). Después vinieron otros. Para los despistados, aquí tienen una exhaustiva relación de las perlas del “papa de la ternura” dedicadas a quienes no están en su línea de construir una nueva Iglesia y no encajan en el francisquismo: https://religionlavozlibre.blogspot.com/2019/05/larag-lista-de-insultos-de-bergoglio.html .
Y sobre la perversidad sensual… pues uno se podría acordar de unas cuantas desbarradas del antipapa en este terreno, de la ampliación del placer en la pareja en Amoris laetitia que ya comentamos en el anterior capítulo, pasando por el blanqueamiento de la atracción por el mismo sexo y la rebaja a menudencias de los graves pecados “de cintura para abajo”, al surrealismo de los dos likes que el papafrancisco le dio a sendas fotos de modelos semidesnudas en las redes sociales para estupefacción y escándalo de la opinión pública (https://www.infofueguina.com/curiosas/2020/12/28/el-papa-francisco-volvio-darle-me-gusta-una-foto-sensual-se-hizo-viral-53416.html ).
En definitiva, el bergoglianismo trae consigo la misma detonación de la moral sexual, la misma provocación sensual e idéntico escándalo que Baudelaire, cuya obra fue condenada judicialmente y censurada en su época por inmoral. Los mismos y ancestrales miasmas, ya decimos.
Pero volvamos al prólogo de Argullol: “Nada teme tanto Baudelaire como el tedio, la monotonía, la rutina de una sociedad moralmente autosatisfecha. Contra ellos dispara, a la manera de flechas, sus flores del mal. A menudo con desespero: hasta construir una obra maestra”.
Nada teme tanto Bergoglio, repetimos nosotros, como el tedio, la monotonía, la rutina, el famoso spleen baudelairiano, de una “Iglesia autorreferencial”. Contra ellos dispara, a la manera de flechas, sus documentos antimagisteriales, sus sacrílegos discursos. A menudo con insistente desespero, como apresurado por la agenda mundialista, hasta construir la obra maestra de Satanás del nuevo orden.
Resulta ilustrativo de su fobia a que los católicos sigamos las pautas de siempre, la sana y segura doctrina, el mensaje que lanza de forma reiterada a los jóvenes, espoleándolos a experimentar, a arriesgarse, a salir de los márgenes aunque se equivoquen y caigan: “No hay nada que me provoque mayor rechazo que un joven aburrido” (https://www.facebook.com/watch/?v=813243022704197 ).
¡Igual que un poeta romántico, la misma inadaptación y ansia de locas audacias que Baudelaire! “Si el veneno, el puñal, el incendio, el estupro/ no adornaron aún con sus raros dibujos/ el banal cañamazo de nuestra pobre suerte,/ es porque nuestro espíritu no fue bastante osado”, nos dice en el séptimo cuarteto del poema que dedica al lector, el cual termina calificando al tedio como el peor vicio, el más inmundo.
No, no le causa rechazo a Bergoglio el pecado en el que caiga el joven, ni la vida disoluta o viciada que millones de ellos sufren por tomar decisiones tan divertidas como equivocadas, ni, por supuesto, los jóvenes cristianos que le escenificaron la sacrílega representación a ritmo de rap de una Anunciación vulgar (https://infovaticana.com/2019/01/29/asi-se-represento-la-anunciacion-durante-la-jmj/ ), jóvenes de JMJ que se mueven entre la herejía, la osadía del lío y la mundanización ignorante.
La obra maestra de Satanás en la época moderna se llama rupturismo y consiste en hacernos creer que somos dioses y que podemos inventar nuevas reglas, nuevas maneras de creer, nuevas realidades más acordes a los nuevos tiempos y al margen de la Verdad, que es eterna e inmutable y, por ende, previsible y aburrida.
“Jesucristo –escribe Bergoglio en su primer antidocumento, Evangelii Gaudium– también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina“. “Yo sé que reserváis un sitio a los Poetas/ en las gozosas filas de las legiones santas”, escribe Baudelaire en el poema Bendición. El creador es una figura divina.
“Son más bellos/ los sueños de los locos que los del hombre sabio”, nos revela Baudelaire en La voz, pero es en el poema Los faros donde da rienda suelta a la divinización de los artistas, a quienes, vesánico, coloca junto al Señor, en el mismísimo “borde de vuestra eternidad”.
“Amo a los artistas trágicos”, le confiesa Bergoglio a Antonio Spadaro, de jesuita a jesuita, en una entrevista publicada en L’Osservatore Romano el 27 de septiembre de 2013 (https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/september/documents/papa-francesco_20130921_intervista-spadaro.html ). ¿Por qué? ¿Por la locura y el caos satánicos con que tratan de socavar el orden y la sabiduría de Dios? Tal para cual.