Per manus cardinalium: el último “efecto Ratzinger” de los enemigos de Benedicto XVI. Por Andrea Cionci

Por Andrea Cionci
Para Adoración y Liberación
Traducción autorizada Maria Luisa Perez Gherlone
01 Febrero 2023
Un nuevo caso del “efecto Ratzinger”, el fenómeno por el que los enemigos del Papa Benedicto XVI se traicionan a sí mismos sin saberlo
Extraordinario. Un nuevo caso del “Efecto Ratzinger”, ese fenómeno tan peculiar que ya hemos encontrado varias veces por el que los enemigos de Benedicto XVI, los contestatarios, los contumaces escépticos, los escépticos, los una cum (los conservadores legitimistas de Bergoglio), cuando no odiadores declarados, se traicionan sin querer y revelan detalles fundamentales, informaciones muy útiles, cánones desconocidos, aspectos históricos nunca considerados, o provocan reacciones reveladoras.
El efecto Ratzinger continúa
¿Uno de los más sensacionales? La carta falsa atribuida al obispo Gaenswein hecha con licencia de palabra a nombre de “Ariel Levi di Gualdo – presbítero” enviada al padre Minutella para destruirlo. Consiguió el efecto contrario e hizo que Mons. Gaenswein, desmintiendo todo como “falsedad y puras fake news”, nos ofreciera la certeza de que el Papa Benedicto siempre ha celebrado la Misa en comunión consigo mismo y no con Francisco. Entre los efectos Ratzinger más agradables, están los contenidos en el surrealista y reciente discurso de Andrea Riccardi, fundador de S. Egidio, una comunidad con un enfoque antitético a Benedicto XVI.
El profesor explica que Celestino V, el gran abdicatario, había acordado su abdicación con los cardenales, había hecho grandes gestos de abandono de los símbolos papales y había huido a una ermita lejos de Roma: todo lo contrario que el papa Ratzinger, que, de hecho, no abdicó en absoluto, como hemos demostrado concluyentemente analizando la frase “Ningún papa ha renunciado en mil años”, y que conservó todos los símbolos de la dignidad papal. Recordemos también la contribución involuntaria del una cum don Tullio Rotondo, que puso ante nuestros ojos el Acta Apostolicae Sedis del 1 de marzo de 2013.
Pistas muy útiles provienen también de los comentarios en las redes sociales: un verdadero hater, burlándose del escritor, le hizo descubrir, hace algún tiempo, el canon 335 que habla de la “sede romana totalmente impedida”, como alternativa a la sede vacante, fundamental para comprender el autoexilio del Papa Ratzinger.
El detalle en el que no habíamos notado
Pero ayer mismo, un usuario bastante agudo, criticando un diálogo con Diego Fusaro en YouTube, atrajo nuestra atención sobre un detalle macroscópico, que estaba a la vista de todos, pero que no habíamos detectado.
Como muchos de ustedes ya saben, los adversarios Bergoglianos y una cum tratan por todos los medios de confundir las cartas sobre munus y ministerium, “ser” y “hacer” el Papa. Afirman que, dado que munus a veces también puede significar ministerium, tanto ser como hacer el Papa, entonces al renunciar a ministerium Benedicto también ha renunciado a munus. Falso e ilógico, ya que el objeto de la renuncia es el ministerium, que sólo tiene un significado en todo el derecho canónico: hacer el papa, ejercer un cargo, y nunca podría ser sinónimo de ser algo.
Pero para barrer de una vez por todas estos argumentos engañosos, viene nuestro usuario crítico, que nos recuerda polémicamente, sin tino, que el papa Benedicto en la Declaratio especifica: “…declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commisso renuntiare…”.
“…declaro que renuncio al ministerio (ium) de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por las mano de los Cardenales el 19 de abril de 2005…”.
Efecto Ratzinger: el munus y el ministerium
¡A manos de cardenales! Hay que recordar que el munus lo concede Dios, y el ministerium los cardenales: esto certifica definitivamente -si es que aún hace falta- que el papa Benedicto ha renunciado al ministerium que él entendía, al igual que todo el derecho canónico, exclusivamente como HACER EL PAPA. Si Benedicto hubiera interpretado (absurdamente) ministerium como munus, “ser papa”, habría declarado que había recibido el ministerium de Dios, el 19 de abril de 2005, el día de su elección. Pero no: de los cardenales.
Así pues, es precisamente ese poder práctico el que los propios cardenales le arrebatan involuntariamente a la hora XX del 28 de febrero, es decir, según el cálculo romano de las horas, a las 13 horas del 1⁰ de marzo, cuando el cardenal decano Angelo Sodano convoca el cónclave ilegítimo que envía automáticamente al Papa Benedicto a una sede totalmente impedida, privándole del ministerium que le había sido confiado, precisamente, a manos de los cardenales en 2005.
La Declaratio es, por tanto, un perfecto plan canónico anti usurpación, un modelo circular que hemos llamado “el anillo de Ratzinger”, en el que el Santo Padre, incapaz de privarse legalmente del ministerium, “profetiza” lo que los cardenales realmente llevarán a cabo tergiversando su declaración y enviándolo a la sede impedida. De este modo, el Vicario de Cristo, obligado a salir del paso de los poderes fuertes y de la mafia de San Gallo, no abdicó, sino que blindó a la Iglesia, suspendiendo toda jurisdicción, asegurando que su sucesor no fuera un verdadero papa, se cismara por sí mismo y que su pseudo pontificado sería un día completamente anulado.