El genio de Ratzinger: el reloj romano de Castel Gandolfo y la hora vigésima. Por Andrea Cionci

Por Andrea Cionci
Para Adoración y Liberación
Traducción autorizada Roberto Pardo
El aspecto más ingenioso e impactante de todo el dispositivo anti usurpación del Papa Benedicto XVI, reconstruido en esta página durante los últimos tres años y que encontraréis resumido AQUÍ: http://www.codiceratzinger.eu , es el uso de la esfera del reloj romano de Castel Gandolfo, en un día astronómicamente especial.
Os habéis preguntado por qué, el 28 de febrero de 2013, el Papa Benedicto coge el helicóptero y vuela a la residencia veraniega de los papas? ¿En febrero? Hay una razón, y muy importante, y desde luego no la que nos han contado sobre las obras que se están realizando en el monasterio Mater Ecclesiae.
En su Declaratio, anunció que renunciaría al ministerium, el poder de “ejercer de papa”, DE MANERA QUE el 28 de febrero, para la “hora vigésima“, la Sede Romana (La Cátedra de San Juan de Letrán) estaría VACÍA.
Ahora bien, esta renuncia solo al ministerium, reteniendo el munus, (el “ser papa”), que habría hecho que la Cátedra desde la que el Papa ejerce su gobierno estuviera VACÍA y no VACANTE, sólo es posible en un caso: el de la sede totalmente impedida (can. 412, 335).
Ya hemos visto cómo la “hora vigésima” tiene una doble interpretación: puede considerarse o bien las 20:00 horas del 28 de febrero, o bien, según la esfera del reloj romano de Castel Gandolfo, las 13:00 horas del 1 de marzo. Esta segunda interpretación horaria es la que desbloquea la Declaratio y la transforma de una abdicación incomprensible, absurda e inválida, en una coherente “profecía de una sede impedida”. (Una especie de “algunos de vosotros me traicionaréis“). De hecho, Benedicto sabía que el boletín papal siempre sale entre las 12:00 y las 13:00 horas: incluso ese viernes 1 de marzo de 2013 (Año Nuevo masónico, por cierto) saldría el boletín del nuevo cónclave que elegiría a Bergoglio. Pero ese cónclave fue abusivo, porque se convocó con el papa no muerto y no abdicado. Durante mucho tiempo, fue la convocatoria adecuada de la convocatoria abusiva de la convocatoria de Benedicto XVI en sede impedida y convirtió en antipapa a Bergoglio desde el momento de su elección. El “anillo canónico” se resume a continuación en un sencillo diagrama:

Por eso, la cuestión del reloj romano es absolutamente fundamental para comprender el mecanismo de la Declaratio y, sobre todo, para que el Papa Benedicto diga siempre una verdad que sólo habrían captado quienes tuvieran “oídos para oír”.
Intentemos comprenderla mejor, gracias a la aportación fundamental de algunos gnomonistas y del profesor de Historia de la Iglesia Prof. Luca Brunoni.
El reloj de Castel Gandolfo siempre ha estado en funcionamiento. Tiene una esfera de seis horas porque fue construido para marcar la hora romana, o itálica: un sistema horario que se mantuvo en vigor en los territorios pontificios desde el siglo XV hasta 1846 y que tenía una peculiaridad: hacía que el cómputo de las 24 horas del día comenzara al atardecer, y no a medianoche. Por tanto, era una hora que cambiaba a lo largo del año, en función de las condiciones de luz.
Sin embargo, cuando el Estado Pontificio (con Pío IX) abandonó definitivamente el sistema itálico, adoptando plenamente el sistema horario internacional con el cómputo horario comenzando a medianoche, (la llamada hora “napoleónica”), el reloj de Castel Gandolfo, aunque conservó su esfera de seis horas, se ajustó a nuestra hora napoleónica “fija” y ya no a la variable puesta del sol, como ocurría con el sistema romano.
Pues bien, ¿cómo se lee una esfera romana, pero cuyo reloj está ajustado a nuestra hora?
Muy fácil, se lo mostramos a continuación con un esquema simplificado.
Como es bien sabido, en el dial napoleónico, la aguja da dos vueltas completas y por tanto las posibles horas marcadas son dos: una ante meridiem y otra post meridiem.
Por ejemplo, si la aguja está en las 5, son las 5:00h de la mañana o las 17:00h de la tarde. Basta con sumar + 12 horas para hallar la hora post meridiem.
La esfera romana de seis horas, en cambio, debe dar cuatro vueltas a la aguja, por lo que las posibles horas marcadas son CUATRO: dos ante meridiem y dos post meridiem.
Ergo, basta con sumar al tiempo marcado por la manecilla +6, +12, +18 para encontrar los demás.
Por ejemplo, si la aguja está a las 5 en punto, pueden ser las 5:00h de la mañana, las 11:00h, o las 17:00h o las 23:00h.
El propio escritor fue a Castel Gandolfo para comprobar esta realidad.
Aparte del hecho de que el cuadrante romano de Castel Gandolfo está regulado en nuestro horario, hay otra coincidencia que hace perfectamente anfibológica esa indicación de “hora vigésima” entre la hora romana y la napoleónica. Hemos dicho que la hora romana hace que el cómputo de las horas diarias comience al atardecer. Pues bien, aquel 28 de febrero de 2013, el sol, en Castel Gandolfo, se puso precisamente a las 18:00 horas. Como se ve, en el cuadrante romano, el cenit del inicio del día coincide con las 6.00 horas.
Por tanto, sólo hay dos días en el año en que la hora romana y la hora napoleónica, por así decirlo, coinciden, marcando siempre las mismas horas, con la diferencia de que el cuadrante romano ofrece cuatro horas posibles, y no dos.
Por esta razón, el Papa Benedicto, saludando a los fieles de la diócesis de Albano desde el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo, a las 17.40 horas del 28 de febrero, dijo: “Sabéis que este MI DÍA es diferente de los anteriores“. Y luego, despidiéndose: “¡Buenas noches!”. Para él, en efecto, era cerca de “medianoche”, es decir, en el umbral de una nueva cuenta atrás de 24 horas del reloj de Castel Gandolfo (denominada anfibológicamente MI DÍA) que comenzaría poco después, a las 18:00 horas.
No es fácil, nos damos cuenta, pero los diagramas presentados ofrecen, de un vistazo, la precisión matemática del sistema.
Así, el Papa Benedicto, de forma aún más ingeniosa, declaró: “Ya no soy… Pontífice sumo… Hasta las ocho de la tarde (es decir, 20 horas después del inicio del nuevo cómputo horario) lo sigo siendo, después ya no“. Utilizó una inversión antigua y obsoleta de su título ‘Sumo Pontífice’, porque en esa inversión está contenida una semántica diferente. Decir ‘me he encontrado con un viejo amigo’ o ‘me he encontrado con un amigo viejo’ es una cosa muy diferente. Así, decir ‘ya no seré pontífice sumo’ es decir ‘ya no seré el pontífice en el lugar más alto e importante, (seré un pontífice en la clandestinidad, porque estoy impedido).
Al fin y al cabo, ‘caer en la tentación’, es decir, poner a prueba a los cardenales de la Mafia de St. Gallen vinculada a la masonería eclesiástica, diciendo siempre la verdad, no era cosa fácil.
Ahora, todo se ha descubierto y hay un pueblo que pasa a la acción. La petición a los cardenales anteriores a 2013 para el reconocimiento de la Sede impedida y la convocatoria del cónclave AQUI:
https://www.petizioni.com/riconoscimento_della_sede_impedita_di_benedetto_xvi_e_convocazione_del_conclave ya ha alcanzado, en una semana, casi 9000 firmas.
Más allá de todas las consideraciones accesorias sobre el código Ratzinger, la hora romana, etc., de hecho, permanece la realidad granítica de la Universi Dominici Gregis (art. 76 y 77): si el papa no renuncia al munus, como exige el can. 332.2, la elección posterior es nula.