DE MALDITO A MALDITO, O EL PLACER DE EXTRAER LA BELLEZA DEL MAL (Bergoglio – Baudelaire Cap.2)
Por Álex Holgado Fernández

Les dejamos con sumo gusto en esta publicación EL CAPÍTULO SEGUNDO de la nueva serie de Álex Holgado Fernández para Adoración y Liberación.
Una serie apasionante donde de manos del autor podrán ir descubriendo la inspiración directa de Bergoglio en el poeta maldito y satanista Charles Baudelaire.
Imprescindible para entender que clase de antipapa estamos sufriendo.
Álex Holgado es periodista e historiador.
Disfruten la lectura.
Vicente Montesinos
Por Álex Holgado
Adoración y Liberación

No debemos desaprovechar ni un verso, ni un enfoque de Las flores del mal, ya que nos está iluminando la escondida esencia de Bergoglio, devoto lector declarado de esas entrañas putrefactas e hijo predilecto de este siglo desviado. ¿Qué podría ser más apropiado para analizar a un antipapa, flor del mal y maldito por antonomasia, hijo espiritual de Lucifer y de su vate Baudelaire?
El concepto que conocemos de modernidad surge con las revoluciones y el romanticismo, de un pensamiento ideal basado en el optimismo sobre el hombre y la tecnología como arietes para la ruptura con la tradición, que se considera un lastre, una superstición de la que es preciso desembarazarse. Pero este ideal moderno pronto se reveló monstruosa pesadilla.
La sociedad que fraguó a Baudelaire estaba regida por una élite que, mientras disfrutaba de una vida acomodada y burguesa, padecía una insatisfacción de fondo que sublimaba con ensoñaciones de ruptura, de transgresión, de huida y exotismo. Y esos sueños de la razón producían los monstruos de una forma de pensar iconoclasta, caprichosa, malcriada y perversa que, mientras gozaba de los beneficios materiales y morales, renegaba del sistema que se los ha transmitido y subvertía su orden.
Bergoglio es el brote típico de este sustrato, abonado durante el siglo XX por la radicalización de sus componentes más ácidos, el marxismo y el relativismo. Analizando el personaje a través de la estética del malditismo, adoptada por el modernismo para sus malabares contradictorios, se capta su realidad de una forma mucho más diáfana: Bergoglio es un cínico existencial. Como lo fue su referente Baudelaire.
Seamos claros: Bergoglio no es un fruto prematuro de la vanguardia intelectual o política en acción, como se nos pretende presentar, sino una mohosa antigualla, un residuo de lo que, en las últimas centurias, ha enfangado la fértil realidad, ya no de la Iglesia, sino de la entera civilización occidental. El pensamiento que encarna no constituye un elemento dinamizador, sino oxidante, cuando no directamente destructor y de raigambre muy antigua, aunque –y es su modus operandi– se travista y se nos presente con lentejuelas de progresismo rompedor.
Pero concedamos la palabra a Baudelaire y a su hijo espiritual. El poeta francés escribe en uno de los prefacios a la segunda edición de las Las flores del mal -finalmente no publicado pero recogido en el libro Obras póstumas, de 1887- que su tarea creativa ha sido “extraer la belleza del Mal”. ¿No podría decir lo mismo Bergoglio de su “nuevo paradigma” que ha consagrado durante su antipontificado? ¿No es su sugestivo antimagisterio una forma de blanquear el pecado?
Donde esto se hace más evidente es en el terreno de la pastoral familiar y la sexualidad, ámbito prioritario para el falso papa, que afirma que hay gracia santificante en los divorciados en nueva unión, en los homosexuales practicantes, en las parejas de hecho, en toda la serie de “situaciones de fragilidad” (traducción: en situación de pecado mortal, consentido y deliberado). Su obsesión ha sido, desde que ocupó la Silla de Pedro mediante el golpe orquestado por la Mafia de San Galo, darle la vuelta al sólido magisterio de la antropología cristiana de Juan Pablo II, tergiversándolo a base de eufemismos y de exaltar la emotividad.
Aplica idéntica alteración en otros ámbitos, sosteniendo que la herejía protestante es una medicina para la Iglesia, que los comunistas piensan como los cristianos, que el propio Jesucristo salvó a Judas, que la “diversidad de religiones” es querida por Dios, que tenemos mucho que aprender de la idolatría indigenista, que la tierra es nuestra madre, que Nuestro Señor se hizo diablo, que la Santísima Virgen no nació santa, que por las venas de Jesucristo corría sangre pagana…
Y de esta continuada retahíla de desfiguraciones Bergoglio extrae palabras y eslóganes, flores del mal, que le suenan bonito al pueblo. Qué bueno, Jorge, que viniste a apartar la Iglesia de la condena y la amargura para construir la nueva Iglesia de la ternura y la misericordia; Francisco, el ‘papa’ de la ternura; una Iglesia con rostro amable que no le cierra las puertas a nadie; el ‘papa’ que acaricia, etc, etc. El genio satánico de la lengua viperina que al mal llama bien y al bien mal para perdición de muchos.
Tal perspicacia preternatural hace las delicias de los incautos, pero sobre todo procura el deleite del propio fautor. En el referido prólogo, Baudelaire se refocila en el escándalo y la intervención de la autoridad que su obra provocó, con un sarcasmo y refinamiento verdaderamente endiablados. Este libro, escribe desafiante, “esencialmente inútil y absolutamente inocente (¡!), no tiene otro fin que divertirme y estimular mi gusto apasionado por la dificultad”.
¿No se han percatado de la fruición que, por su parte, rezuma don Jorge Mario cuando suelta sus perlas sacrílegas? Como ese niño avieso que profiere una sicalipsis o una palabra fea en mitad de una reunión de adultos. De hecho, su procacidad y gusto por los términos escabrosos y el insulto son proverbiales, pero este es otro tema…
Todavía se me revuelven las entrañas al recordar el regodeo del falso papa separando las manos del desconcertado monaguillo que estaba cumpliendo a la perfección con su cometido (https://youtu.be/GGmSauE50bQ ) o la burla de la unción de santa Imelda Lambertini para criticar a quienes viven con una “espiritualidad exagerada” (https://www.lastampa.it/vatican-insider/es/2018/03/19/news/el-papa-quien-va-con-las-prostitutas-es-un-criminal-tortura-a-las-mujeres-1.33994136/ ). Es la gozadera del perverso destruyendo la pureza y la inocencia, un clarísimo indicio de la acción de Satanás.
Y luego está el divertimento por el desafío. Cuando se le pregunta por la oposición creciente a su antipontificado, siempre basada en argumentos canónicos y teológicos serios, resuelve la cuestión con boutades o frasecitas de autoayuda de Dale Carnegie, del tipo “las resistencias no frenan, impulsan” (https://www.religiondigital.org/el_baron_rampante/resistencias-frenan-Impulsan_7_1742295767.html ), lo que claramente constituye una cínica burla al intelecto. Le priva la marrullería.
Como fue también una astucia tramposa y desdeñosa no responder a las dubia de los cardenales sobre Amoris laetitia y hacerlo con los hechos consumados de incluir la famosa carta de los obispos de Buenos Aires en Actis Apostolicae Sedis como magisterio auténtico de la Iglesia. Una ruindad. Parecido actuó con la corrección filial de 62 intelectuales católicos: como si no hubiera existido, el desprecio del no hacer aprecio. Y qué otro fin puede tener sino el del regodeo el hacer luego declaraciones de este tipo sobre las críticas que recibe:
“Yo lo único que pido es que (las críticas) me las hagan en la cara, porque así crecemos todos ¿no? En una familia pasa lo mismo cuando uno se atreve a hablar con papá o con mamá de cosas que no le gustan, crece la familia” y más adelante, casi al final de la entrevista, al ser preguntado de nuevo por la oposición, en este caso de algunos obispos, remacha con un provocador “duermo bien” (https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2023-01/el-papa-francisco-las-criticas-ayudan-a-crecer-entrevista.html ).
Sin duda, perpetra verdaderas cargas de profundidad contra los sacramentos y la moral católica, como Amoris laetitia, y se divierte con el pataleo de los verdaderos hijos de la Iglesia. Malditismo a pleno rendimiento que seguiremos analizando en el próximo capítulo.