Pentecostés. (Por Juan Ciccioni)
Recordemos que la fe se compone de dos elementos: primero los hechos históricos y las enseñanzas de Cristo y segundo nuestro consentimiento colaborando con Dios: el consentimiento a la gracia.

Por Juan Ciccioni
Para Adoración y Liberación
La venida en nosotros del Padre y el Hijo no es otra cosa que el Espíritu Santo, que es el lazo inseparable del Padre y su Verbo, el amor de Dios en Dios.
Aunque los filósofos paganos hablaban de la habitación de Dios en el hombre fue diferente la manera de considerarlo; solo Cristo habla de la gracia, una realidad que vuelve divina una vida humana de un modo humilde e imperceptible.
Y esta presencia no es una nueva revelación, ni una visión, ni un nuevo éxtasis metafísico; es algo que esta humildemente, cotidianamente en todos los que están en gracia, por sencillos que sean: “Si alguien me ama”……
Eso es el Espíritu Santo en nosotros; no hace nada nuevo simplemente nos recuerda, nos sugiere todo lo que Cristo dijo, nos enseña todo, todo de nuevo. Porque una cosa es la voz interior y otra la voz exterior.
Recordemos que la fe se compone de dos elementos: primero los hechos históricos y las enseñanzas de Cristo y segundo nuestro consentimiento colaborando con Dios: el consentimiento a la gracia, y vemos con frecuencia que la predicación en algunos no hace ningún efecto o lo que es peor hace efectos contrarios a la fe, efectos de resistencia en muchos, de ahí la apostasía producto de la desesperación actual, un furor contra la fe.
Sin embargo una fuerza sobrehumana sostiene y propaga al que vive en la gracia de Dios; y esto lo vemos que en la vida de cualquier cristiano no hay milagros; pero mirada en su conjunto no deja de ser milagrosa.
Vivió cristianamente, tropezó, cayó, se levantó, creyó, esperó, acabó y se fue; no dejó nada en la Historia; pero…. hizo lo que otros declaran imposible, perseveró en lo que otros tienen por locura, duró derecho a través de las vicisitudes de la vida, no perdió la línea y temblaba el suelo, fué una cosa igual a sí misma cuando en cada hombre hay tantos hombres diversos y en el mundo tantos contrastes e incoherencias.
Parecia que había una voz escondida en su fragilidad infinita, un silbo, un Apoyo y Co-estante; que eso significa en griego Parácleto: el que esta junto. Dios Espíritu Santo.
“Todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.
I Corintios 13,7
Bibliografía consultada “El Evangelio de Jesucristo” P. L. Castellani