EL PURGATORIO
Sylvia Zamora
Adoración y Liberación
El purgatorio, lugar de purificación al cual van las almas por la misericordia de Dios.
La Iglesia nos facilita por medio de oraciones y sufragios a los difuntos el que podamos ayudar a las almas del purgatorio.
En él, las almas de los justos pasan un tiempo determinado por Dios, sufriendo penas purificadoras por los pecados cometidos.
La doctrina de la Iglesia nos muestra la esencia del purgatorio, qué es la privación temporal de la visión de Dios, acompañada de un sufrimiento causado al alma que sufre por no poder llegar a esa visión y que arde en deseos de ver a Dios, a la espera de que llegue la hora de poder unirse con Él.
Es importante que oremos por ellas, que elevemos nuestras oraciones con amor, pues las almas del purgatorio son incapaces de aliviarse a si mismas en lo más mínimo y son las obras de los vivos realizadas en su favor las que les pueden ayudar.
También es de vital importancia el ofrecer misas por ellas.
Numerosos santos nos han hablado de las almas del purgatorio.
Santa Margarita María decía: “Las limosnas, oraciones y todas las formas de sacrificio son igualmente medios para ayudar a nuestras buenas amigas que sufren”
El cardenal Journet decía: “Podemos sacar del purgatorio más consolación que temor.”
Santa Teresita de Lisieux decía: “El purgatorio es un don del corazón herido del cordero, donde la misericordia envuelve a la justicia; su contemplaciÓn debe ser fuente de acción de gracias y de alabanza debemos evitarlo no por temor servil, sino por agradar a Dios”
Santa Catalina de Génova en su tratado sobre el purgatorio dijo:
“!Oh amor!
¿Que se puede decir de Tí?
Quién te siente no te comprende, quién quiere comprenderte, no puede conocerte,
¡Oh fuego de Amor! ¿Qué haces en este hombre?
Tú le purificas como el fuego purifica el oro, y después le conduces contigo a la patria, a este fin para el cual le has creado.”
Debemos de ayudar siempre a las almas del purgatorio porque un día también estaremos allí, nos encontraremos inevitablemente con la muerte y con lo que esto conlleva.
El purgatorio es el sitio de paso, el lugar donde esperamos el futuro eterno que Dios nos ofrece y nos promete.
Por eso los católicos debemos plantearnos la vida de aquí en el mundo terrenal con las miras puestas en la vida del más allá, que siempre está en construcción mientras vivimos aquí y no debemos tomar la muerte como algo ajeno o repentino, pues el Señor nos espera a cada uno de nosotros al final del camino de la vida , dónde Él mismo está caminando con nosotros.
Él está presente y participa con su fuerza “salvífica y redentora” y nos asegura que el final no es un final puramente humano y material, sino que es la plenitud de poder estar con Dios en la eternidad.
Allí nos espera el cielo, el purgatorio, o el infierno, por tanto cada alma debe de mirar por su salvación.
El Señor nos asegura que se fue a prepararnos las estancias en la mansiones del cielo Junto a Dios Padre.
La esperanza en la vida eterna es algo que no se debe de perder jamás, porque Dios mismo nos la anuncia.
Depende de una decisión personal si estamos dispuestos a entrar en la historia de la salvación o no porque es una historia que se vive en este tiempo que Dios nos concede de vida y es una historia que tiene un sentido muy profundo, el sentido que Dios mismo le ha dado, porque El mismo actúa por medio de Su Palabra y de su vida.
Debemos luchar por ganar la vida eterna.
“El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna y Yo lo resucitare en el ultimo dia .”
(Juan 6_54)
“Nos hiciste, Señor, para ti e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Tí”
(San Agustín.)
No dejemos pasar nuestra vida sin sentido, no caigamos en el olvido de que tenemos un destino final y que nos jugamos la gloria eterna.
No nos dejemos arrastrar por la vida del mundo, cuyos caminos finalmente no nos llevan a ninguna parte.
El sinsentido del mundo, nos lleva al aturdimiento, al ruido, a la prisa, a la competitividad, a la eficacia, a la rentabilidad, al egoísmo, a la lucha y esto nos quiebran muchas veces psicológica y emocionalmente.
Vemos cómo cada día aumentan las estadísticas de los suicidas en el mundo. Cada día hay más personas jóvenes, adultos y ancianos que se sienten angustiados por las enfermedades, la soledad el abandono, por el vacío de la vida.
Nuestro Señor Jesucristo es el único que nos ofrece el verdadero sentido de la vida y ese crece cada vez más cuando deseamos vivir para Él y con Él.
Oremos incansablemente por las almas del purgatorio, que tanto nos necesitan y que ya entendieron cuál era el sentido de sus vidas.
Y que ahora desde ese lugar de purificación necesitan urgentemente de nuestras oraciones para poder aliviar sus penas y que cuando Dios quiera podrán salir de allí y abandonarse en Sus manos, adentrándose en el cielo, donde Dios recibirá a cada una de ellas.
Recordemos qué especialmente la Santa Misa tiene un valor inestimable cuando se ofrece por las almas del purgatorio, también lo tienen las obras de caridad, cómo visitar enfermos , practicar limosnas o a coger el prójimo y Dios entonces convierte nuestras buenas obras en gracias para las benditas almas qué tanto la necesitan.
Las benditas almas se entregan a las llamas del amor de Dios que las queman y las iluminan y arden en deseo de llegar a Él.
¡Oremos con amor por ellas que tanto nos necesitan!.