No tengo opinión sobre esto. Por F. L. Mirones
Me paso el día luchando contra la manipulación constante de nuestro sentimientos que hacen los medios de comunicación, y me sorprende su enorme poder.

Por Fernando López Mirones
Yo admiro y trato de seguir el pensamiento ESTOICO personalizado en el filósofo español del Imperio Romano llamado Lucio Anneo Séneca.
La Real Academia de la Lengua define “estoico” como “fuerte, ecuánime ante la desgracia” y “estoicismo” como “fortaleza o dominio sobre la propia sensibilidad”.
Por eso me paso el día luchando contra la manipulación constante de nuestro sentimientos que hacen los medios de comunicación, y me sorprende su enorme poder. Basta que nos muestren el “niño muerto” elegido, la “mujer que llora adecuada” y las imágenes surten su efecto ideológico.
Controlar los propios sentimientos a pesar de sentirlos, es estoico, y para mí imprescindible en el mundo actual para neutralizar lo que hacen los medios.
Si usted entra “sentir” todo lo que le inducen, sepa que está siendo manipulado a través de sus emociones.
Si los “niños muertos” por las vacunas no le importan porque no se los muestran, pero los que ve en lugares lejanos sí, usted no está actuando éticamente, sino solo siguiendo percepciones dirigidas precisamente por aquellos que nos quieren destruir.
¿Significa esto que ese pobre niño no importe? ¡En absoluto! Pero se trata de neutralizar a los culpables reales de su muerte, que son los que señalan, los propietarios del dedo que lo señala. Hay que ir desde el dedo hacia atrás, no hacia adelante.
Si en lugar de mirar hacia donde nos indican que miremos, nos damos la vuelta buscando la mano, el brazo, el cuerpo y el cerebro que hay tras el dedo, descubriremos a los asesinos reales del niño.
Pero luchar contra los sentimientos y emociones de la gente es siempre duro.
Personas negacionistas en unas cosas, caen como bobos en otras. Nos disparan flechas desde todas direcciones, recuerden; a menudo prado varias de ellas con nuestro escudo, pero no nos damos cuenta de que día o tres de ellas nos han dado por detrás.
Quizá paraste la de las “vacunas” pero te dio la del feminismo, tal vez frenaste la del coche eléctrico pero te pegó de lleno la del indigenismo, es posible que pararas la del clima climático pero te alcanzara la de Ucrania, Gaza o la ideología woke.
Todas esas y muchas más forman parte de un plan único que debemos combatir una por una, a todas ellas, no solo a las que encajen con nuestro pensamiento previo de izquierdas o derechas, invención de los mismos autores para mantenernos entretenidos luchan si entre nosotros mientras ellos avanzan.
El estoicismo nos enseña a DESCONFIAR de nuestros propios impulsos, en la certeza de que es una flecha que nos ha alcanzado y no lo sabemos. Es decir, no sacralice su propia opinión, porque probablemente no es suya.
Está es una lucha interna que también contempla la filosofía cristiana, que huye de la división entre buenos y malos per se, y nos invita a contemplar que todos podemos ser lo uno o lo otro, incluso ambas cosas a la vez, según nuestro libre albedrío. Todo el mundo cree que los “malos” son los “otros”, y eso lo manipula el NOM, desde hace siglos.
El estoicismo es una escuela filosófica fundada en el siglo III antes de Cristo en Atenas.
Una ética personal basada en un sistema lógico inspirado en el mundo natural.
No dejarse dominar ni por el placer ni por el miedo al dolor, tampoco por el afán de pertenencia a un grupo, ojo, aplicable al “grupo covidiano” tanto como al “grupo negacionista”. Una lucha interior constante contra nuestras propias endorfinas, que se nos disiparan de santa indignación al ver IMÁGENES de vídeo. Estoy convencido de que el cerebro humano no está preparado para gestionar LO QUE VE, porque se desarrolló frente a imágenes reales, no de vídeo manipuladas.
Debemos luchar internamente contra nuestra VISTA, ya lo explicó también Platón con su Miro de la Caverna, vemos sombras.
Cuando se forman opiniones basadas en imágenes que provocan sentimientos, se cierra el paso al discernimiento lógico y meditado de causas y efectos, y se toman decisiones erróneas. Lo expliqué en mi libro citando a David Kahneman.
Lo que sientes, casi nunca es la verdad; lo que te muestran en radios y TV, nunca lo es.
Sorprende que gente convencida de que nos quieren envenenar con las falsas vacunas, crea sin embargo que el recuento de las elecciones es honesto: “me quieren matar pero cuando voto respetan mi opinión” ¿hola?
Hasta San Jerónimo incluyó a Séneca en su lista de santos, se decía que el estoico fue bautizado antes de morir por el mismísimo San Pablo.
¿Deberíamos ser los negacionistas una suerte de estoicos modernos? Creo que si.
Pero están horadando nuestra filosofía una y otra vez ofreciéndonos la obligación de opinar en todo de forma inmediata eligiendo bando antes de darnos tiempo a recopilar conocimiento sobre el tema… “entonces ¿defiendes a Putin?”, “¡estás con Trump!”, “apoyas el bombardeo de niños”, “quieres destruir el planeta”, “no te importa la naturaleza”, “estás contra la igualdad”, “eres racista”, etc.
El mensaje es “decide rápido o te cancelo”… y muchos disidentes pican en eso.
Como San Pedro ante la pregunta repentina de un desconocido negó conocer a Jesús, muchos de nosotros respondemos “no no…yo no” en lugar de aprender la frase estoica por naturaleza: NO TENGO OPINIÓN SOBRE ESO.
Un aullido.