El valor de la oración sincera

Si hacemos silencio y observamos serenamente nuestra vida, podremos ver su mano,  en cada paso que hemos dado, aparecerán  señales y maravillas obradas a nuestro favor.

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Por el Pequeño Cirineo,

A veces nos encontramos con personas que nos hablan de la oración y dicen no obtener respuesta, ni sacar fruto de ella por mucho que lo intentan.

Y es que debemos preguntarnos si realmente cuándo oramos lo hacemos bien, o como un formulismo, desde una práctica externa ya hecha sin poner corazón en ella, sólo un angustioso deseo de ser escuchados y atendidos en nuestros problemas.

Si lo hacemos así, no es de extrañar, que no obtengamos respuesta.

Los grandes maestros de oración, nos enseñan cómo poder llegar a acercarnos de Dios.

Él nos ama desde una verdad profunda y honda, ya que nos conoce como  nadie jamás en esta tierra es capaz de conocernos, porque sólo Él puede llegar al misterio del corazón humano.

Dios está allí, en ese lugar donde ningún ser humano puede llegar, y nos ve y escucha como nadie puede hacerlo, por tanto cuando oramos desde el fondo del corazón ,tenemos plena consciencia de que nos mira desde la profundidad de nuestro propio ser y reconocemos nuestra vida como un don y con una misión a desempeñar.

La oración es un ejercicio constante de amor a Dios,  un abandono total por querer hacer su voluntad en lo que nos suceda cada día, tanto en las grandes como en las pequeñas cosas.

En esa oración ,ponemos toda nuestra vida, nuestra historia, nuestra relaciones, nuestros fracasos, éxitos, penas, angustias, alegrías ,dolores, enfermedades, soledades… En una palabra toda nuestra existencia.

Y cuando entendemos que todo lo que nos sucede está lleno del amor de Dios, porque Él es amor, sólo entonces ,cuando nos dejamos guiar y amar por Él, nos convertimos en instrumentos de su AMOR con mayúsculas..

Si hacemos silencio y observamos serenamente nuestra vida, podremos ver su mano,  en cada paso que hemos dado, aparecerán  señales y maravillas obradas a nuestro favor.

La única manera de llegar a una oración sincera profunda y fructífera es “no buscarnos a nosotros mismos en nada”, sino darnos enteramente a Él, toda nuestra vida ,libertad , fe, y esperanza… todo puesto en Él , para que así ,vacíos de nosotros mismos, pueda escribir en el libro de nuestra vida, todo lo que desea para nosotros.

Comenzar el día orando, alabando, agradeciendo, pidiendo perdón, ofreciendo nuestras manos vacías, para que Dios ponga en ellas lo que quiere de nosotros, viviendo cada día como si fuera el único que tenemos para tratar a Dios, para amarle ,viviendo el momento presente en el aquí y en el ahora y a la espera de lo que Él nos diga, siendo fieles entregándonos en cada instante a la profundidad del misterio, con un corazón qué palpita atento y vigilante.

Dedicaremos el día entero, al Señor de una forma bella y hermosa sabiendonos siempre amados.

Si podemos  reconocer esto, nunca entraremos en la monotonía de la oración recitada sin entrega alguna, pues cada instante será nuevo y único y llevaremos ese amor a nuestra familia a nuestra sociedad a nuestros hermanos y cada tarea buscará la alegría de servir a Dios, olvidándonos de nosotros mismos para encontrarnos con Él y todo el que se encuentre con nosotros podrá ver un reflejo suyo.

Cada instante de nuestra vida es irrepetible y único y no vuelve, es un momento que Dios nos ofrece para poder vivir el Evangelio en plenitud y darlo los demás antes de que lleguemos a la eternidad.

¡¡Todo lo que tenemos es don de Dios!!

Por eso es tan importante orar desde el momento que nos levantemos pidiendo al Señor que sepamos amar como Él nos amo.

Que el Señor siempre esté presente en nuestro amanecer, en nuestro atardecer ,en nuestra vida cotidiana… que El Señor Resucitado sea nuestra luz y que todo aquel que nos cruzamos en el camino pueda verla.

No pongamos trabas a la oración, haciéndola difícil ,hueca o repetitiva, oremos desde el corazón y aunque nos sintamos decaídos o sin fuerzas recordemos siempre su palabra cuando nos dice:

“Te basta mi gracia pues en la debilidad se manifiesta mi fuerza”

Que Dios te bendiga

El Pequeño Cireneo.

 

 

 

 


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4 comentarios
  1. Michael Martin says

    Yo rezo mucho pero siento que no sirve para nada. Justo hoy estoy otra vez en esta crisis que repite. A veces humanamente y “como si hablara un loco” le digo a Dios “¿Cuántas personas en este día han rezado…?” Digo claramente “como un loco” pues esto no se puede decir pero parte de una sensación de estar hechando cubos de agua en un pozo sin fondo. Es como podar una viña, regarla y, sin embargo, ver que no da ningún fruto. En esos momentos, como hoy, siento que no puedo recomendar la oración a nadie porque a mi no me funciona y estaría engañandoles. Tal vez a otros sí les funcione. Las palabras del artículo son bonitas y tienen sentido pero supongo que tengo que centrarme en lo que yo pueda alcanzar con mis fuerzas y posibilidades. No vale la pena rezar para obtener ayuda en algo. Tal vez borre más tarde u otro día el comentario pero hoy me estoy desahogando.

    1. Adoración y Liberación says

      Estimado hermano en el Señor no te desanimes, no decaigas en tu oración, puede ser que tengas la sensación de estar echando cubos de agua en un pozo sin fondo, o que podas una viña y la riegas sin aparentemente ver ningún fruto.
      Una oración sincera dirigida al corazón de Dios siempre tiene un fruto, aunque no podamos verlo.
      No es que funcione a unos sí y a otros no, siempre merece la pena orar, no te desanimes, no decaigas, no dejes de tener presente a los grandes santos maestros de oración como Santa Teresa de Jesús cuando nos dice que”Dios actúa de forma misteriosa en los momentos menos pensados”
      Santa Teresa igual que otros maestros espirituales tuvo que pasar años de aridez y enfermedades muy grandes al comienzo de su camino espiritual y esa fue en parte la prueba de Dios para ella, y decía:”Si una de las ramas da frutos en mi ,Mi Padre la poda para que dé más frutos”.
      También San Juan de la Cruz pasó por la noche oscura.
      Cristo quiere transformarnos en criaturas nuevas.
      Ella misma dice que todas sus conversaciones eran con Dios y continuamente traía a su pensamiento las palabras de Job y la repetía a menudo:”Pues si recibimos los bienes de la mano del Señor, por qué no recibiremos también los males?”
      Y precisamente ella asegura que esto le dio mucho valor para seguir adelante en el camino de oración a pesar de estar años y años sin recibir respuesta alguna.
      Santa Teresa nos anima a seguir orando, sin decaer pues es un error no entregarse totalmente a la voluntad del Señor, porque Él sabe mejor que nosotros lo que nos conviene.
      Ella animaba a desconfiar absolutamente de sí mismo y confiar totalmente en Dios para que podamos ser transformados.
      Aún padeciendo terribles enfermedades nunca dejo de orar y tuvo muchísimo que sufrir antes y en ese abandono y en esa inmensa prueba que Dios la puso, pudo llegar a obtener un grado altísimo de oración y una santidad realmente ejemplar para el mundo.
      Por otra parte pensemos en el Santo Padre Pío otro grande maestro de oración, él decía de sí mismo:”Sólo soy un fraile que reza”.
      Afirmaba que descubrió la llamada de Dios en la oración, pues es en el corazón silencioso dónde podemos escuchar y responder la voz con la que Dios nos invita a su camino de amor.
      Padre Pío animaba a meditar en la Pasión de Nuestro Señor, ya que a él en este hecho el Señor le regalaba abundantes lágrimas.
      Una máxima suya era”Reza, espera y no te preocupes” porque la preocupación es inútil.”
      Sin duda que la oración es la mejor arma que tenemos, es la llave que abre el corazón de Dios, hay que hablar a Jesús no sólo con los labios sino con el corazón decía.
      Padre Pío creó los grupos de oración que hoy día siguen vivos en todo el mundo y tantas maravillas se han visto a través de ellos.
      Padre Pío nos anima a reavivar nuestra fe y a saber que no se ganan las batallas sino con la oración.
      Animaba no sólo a pedir por nuestras intenciones personales sino por las necesidades de la humanidad.
      San Alfonso María Ligorio decía:”El que ora se salva , quién no ora se condena”.
      Un hombre o mujer que ora ,da aliento a su alma.
      San Pablo nos pide orar con toda clase de súplicas ,movidos incesantemente por el Espíritu Santo y siendo perseverantes en la oración por todos unidos ,con todos los santos.
      No dejemos nunca de orar pase lo que pase por qué el mismo Señor mientras vivió en esta tierra, nunca dejo de orar, no se desánimo y nos enseñó orar como nadie antes lo hizo.
      Tengamos presente que Él mismo Señor nos ha dicho:”Cierra la puerta y ora a tu padre que está presente en los secreto”.
      Sólo se necesita la intención pura y sencilla de buscarle solo a Él y desear ser exclusivamente para Él.
      Hagamosle un sitio en el alma para que more en ella y lleve a cabo su obra en cada uno de nosotros. Seamos pacientes y perseverantes ,profundicemos en la vida de oración de todos los santos y encontraremos luz en el camino y respuestas sinceras y verdaderas.
      Hagamos como San Agustín cuando dijo al Señor :”Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras!
      Señor porque Tú eres mi esperanza en Ti confío!

      Que Dios te bendiga.

      El pequeño Cirineo

      1. Michael Martin says

        Gracias por tus palabras. Yo reconozco que hablas con mucha sabiduría sin embargo me pones como ejemplos personas de una altura muy grande. Tienes razón, tus palabras son justas. Racionalmente miro el mundo a mi alrededor y pienso que si Dios espera en cada uno de nosotros un San Agustín o un Padre Pio estaría perdido el 99,9% de la humanidad. Muchas veces termino cansado, sin respuesta, luego, al cabo de uno o varios dias vuelvo a rezar y no sé porqué o que fuerza me lleva a volver. Esto pasará, como otras veces, lo que pasa es que no es racional insistir en un camino que no funciona. En fin, ya pasará. Gracias de nuevo por este artículo que llegó justo en este día y por tu comentario. Que Dios te bendiga.

  2. Adoración y Liberación says

    Estimado hermano en Cristo, no dejes que esa fuerza que te impulsa a seguir orando cese en ti, porque esa fuerza es la fé y bien dices que racionalmente miras al mundo y piensas que si Dios espera de cada uno de nosotros que seamos un San Agustín o un padre Pío estaría perdido una inmensa parte de la humanidad. Pero es que Dios no espera que miremos racionalmente, ni que seamos exactamente ellos mismos, Dios espera que seas tú a quien Él ama con locura ,porque Dios vino por tí por mi , por nuestro hermanos en la fe , por San Agustín y por todos los que le aman.
    No te dejes llevar por la racionalidad de la mente , deja que hable el Espíritu Santo en tí , pídele que aumente tu fé.
    La santidad es una vocación a la que estamos llamados todos los hijos de Dios y no podemos olvidarnos de los santos anónimos , muchísimos santos anónimos que ya disfrutan de la gloria eterna.
    Piensa en la gran cantidad de mártires, almas consagradas, laicos , niños, jóvenes, gente sencilla…que han dado su vida por Cristo y son totalmente anónimos, para El Señor tienen el mimos valor que otros santos reconocidos.
    Hay muchas personas excelentes, bondadosas y santas que no han sido canonizadas en la tierra, pero que lo son en el cielo.
    Nuestro querido Papa Benedicto XVI nos habla de como se puede llegar a ser un santo anónimo con una vida sencilla pero llena de actos de amor extraordinarios a Dios y a los hermanos.
    Dios quiere la santificación de cada uno de sus hijos, está en nuestras manos el desear intentarlo.
    Santa Madre Teresa, decía que la Santidad no es un lujo de unos pocos , sino una vocación universal a la que todos estamos llamados.
    Ánimo hermano, oremos y esperemos que este camino de la oración de los frutos que Dios espera de cada uno de nosotros.
    Porque la santidad es una vocación excelsa, pero a la vez sencilla y para todos y no hay que realizar grandes obras extraordinarias ,sino que nos pide unirnos íntima y totalmente a Cristo en cada momento de nuestras vidas ,aceptando que se haga Su Voluntad en cada uno de nosotros.

    Unidos en oración

    Que Dios te bendiga.

    El Pequeño Cirineo

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