BELÉN EN DANZA: ¿Cuántas perlas y a cuántos puercos?
Vuelve BELÉN EN DANZA: Una reflexión incisiva, aguda, honesta y necesaria; sobre lo que nos ocurre, lo que nos hacen, lo que nos hacemos; lo que nosotros mismos hemos de asumir como responsabilidad propia, y lo que ni siquiera es necesario ya que intentemos hacer en ciertos... "puercos" (en el sentido bíblico). No se la pierda. Le va a venir bien... Otro gran trabajo de Belén... Imperdible (Vicente Montesinos)

Por Belén Calvo
Adoración y Liberación
La gente se pone excusas que justifiquen su pereza y debilidades. En lugar de ejercitarse en enfrentarlas y someterlas.
Por eso tienen tanto éxito todos esos gurús y vendehumos que te ofrecen la posibilidad de alcanzar sueños de forma mágica, sin tener que enfrentarte a ti mismo, sin tener que lidiar con tus miserias. Haz afirmaciones, canta un mantra, escribe tus deseos en un papel y quémalos en luna llena. Cualquier cosa están dispuestos a hacer con tal de no tener que remangarse, mirarse con franqueza al espejo, reflexionar sobre sus debilidades y ponerse a la tarea de enfrentarlas.
Dietas milagrosas comiendo todo lo que quieras, gimnasia pasiva con estimuladores eléctricos, cigarrillos light, ecológicos y hasta electrónicos, etc.
Escuchen, por favor, a este militar americano:
“Si quieres cambiar el mundo, empieza por hacer tu cama”
La voluntad y la autodisciplina se entrenan, exactamente igual que entrenamos un músculo.
Si nos ponemos metas inmensas desde el minuto uno, nos comerá pronto la frustración. Pero empezar con pequeñísimos cambios de hábito que podemos ir aumentando poco a poco cada día, marca una diferencia sustancial. Empiezas a ganar confianza en ti mismo porque empiezas a vencer a tus debilidades, les ganas terreno. Literalmente: te vences a ti mismo.
Y esta lucha no cesa nunca. Pero cuando te has vencido a ti mismo infinidad de veces, has acumulado tal confianza en ti y en tu capacidad, que te sientes preparado para enfrentar cualquier cosa que Dios te mande.
Las montañas son inmensas y atemorizantes vistas desde abajo; pero cuando comienzas a subir, un pasito detrás de otro, según avanzas, la montaña se va haciendo cada vez más chiquitita y el paisaje más bello.
La conquista de ti mismo es toda una gesta que te prepara para cualquier otra.
Todo lo que este sistema nos vende nos lleva al camino opuesto. A delegar. A rendirnos a nuestros más bajos instintos, a someternos a la esclavitud de nuestras debilidades: fuma; bebe; ponte gordo; no cocines, cómpralo hecho; no te hagas responsable de tu salud, tomate esta pastillita que te lo resuelve todo; no controles lo que gastas, toma esta tarjeta de crédito que como no ves el dinero nunca sabes lo que llevas gastado; no asumas compromisos en tu comunidad, sólo vota a este partido y siéntate en el sofá a criticarnos; no hace falta que estudies, con este nuevo método apruebas en una semana y sin estudiar; no hace falta que te informes, ya te resumimos nosotros lo que necesitas saber, etc… Pero eso sí, haz afirmaciones, habla con tus guías y pídeles que mañana te levantes con diez kilos menos en tu cuerpo y dos más en tu cuenta bancaria. En fin…
Una cosa muy curiosa también es lo que sucede en cuanto encuentras la fortaleza y tomas la firme decisión interna de superarte a ti mismo: aparecen por doquier a tu alrededor obstáculos que te obstruyen el camino. Y un montón de gente dándote argumentos para que te rindas. Que si para qué te pones a dieta si nunca la mantienes; que si no se puede salir contigo porque no bebes; que si ya estás con tus tonterías de ponerte en forma; que si hay gente que fuma toda la vida y viven muchos años; que si come lo que te de la gana que la vida son dos días; que si eres un aburrido que de pronto le da por estudiar en vez de salir de fiesta; etc, etc, etc.
A la mayoría de la gente le sienta muy mal que TÚ encuentres la fortaleza y la motivación para hacer lo que ellos son incapaces. Es mucho más fácil convencerte a ti de que no vale de nada tu esfuerzo, que hacer ellos lo propio y enfrentarse a sus miserias.
Los amos del sistema lo saben. Y hacen todo lo posible por alimentar tu desconfianza en ti; de frustrar tu capacidad de ejercitarte y fortalecerte; de nutrir tu desprecio por ti mismo, y alimentar en todo lo posible tus debilidades.
Hasta lo han implementado en el sistema educativo. Todas estas pedagogías posmodernas que ven al niño, adolescente y estudiante en general como seres de mantequilla que no pueden frustrarse ni exigirse, pobrecitos ellos que son incapaces y hay que tratarlos como disminuidos, frágiles y vulnerables.
Mi profesor de pedagogía, el Catedrático de Violín Don José Antonio Torrado, decía: los niños son niños, pero no son idiotas. Cuánta razón y cuánto me sirvieron sus clases. Gracias, maestro.
Dediquen un rato, si pueden, a escuchar a este otro Profesor hablar de las consecuencias devastadoras de la nueva pedagogía.
Es un paternalismo tóxico.
Todo paternalismo, desde mi punto de vista, es destructivo. TODO.
El paternalismo, es en sí mismo un acto de menosprecio de las capacidades del otro.
De alguna forma le estás diciendo, tú no puedes, tú no vales, tú no eres capaz, déjame a mí.
Incluso sin el acto, en la sola vigilancia atenta sobre el otro, ya se da un menosprecio explícito de sus capacidades, una falta absoluta de confianza en que pueda valerse por sí mismo.
No se puede argüir el amor o el afecto como excusa para una actitud paternalista. En realidad responde a lo opuesto.
Amar consiste en desear el bien del otro.
Nunca el bien de alguien puede estar en la dependencia, la incapacidad, la inseguridad, o la baja autoestima. Así pues, cualquiera que desee el bien de los demás, deseará su fortaleza, autonomía, madurez, seguridad, confianza, autoestima, etc. Y si quiere o puede contribuir en algo (padres, educadores, profesores, parientes, amigos, sacerdotes) en el bien del otro, será afirmando y nutriendo todas esas capacidades que le garanticen la autonomía y con ello, eficiencia en gestionar la vida y, muy importante, dignidad.
Pero si se fijan ustedes, esto de alimentar las debilidades y ofrecer argumentos que sirvan de excusa a tu conciencia, se ha generalizado. Porque ahora, servir al bien común ya no es más el desarrollar al máximo tus capacidades individuales para ponerlas al servicio de la comunidad. No. Ya no. Ahora “pensar en el bien común” es inmolarte. Es que para que el homosexual no se sienta discriminado, tú dejes de ser heterosexual para pasar a ser “cisgérero”. Es que para que una embarazada transgenero no se sientra discriminada/o/e, tú tienes que dejar de ser padre o madre para pasar a ser progenitor 1 o 2 (¿por qué no progenitor 235?). El bien común hoy es (o pretenden que sea: vamos a hablar con propiedad) que para que el gafotas de toda la vida no se sienta discriminado, todos nos pongamos gafas. El pobre cojo no se sienta diferente, nos cortemos todos una pierna. Cambiemos los pronombres de la lengua, digamos presidentA, pero nunca electricistO, y tantas y tantas memeces similares como tenemos que padecer. ¡Ah! Y para que una vacuna le funcione a tu vecino ¡Te la tienes que poner tú! Eso si, por amor…
Realmente nos toman por imbéciles. O mejor dicho: se cree el ladrón que todos son de su condición…
Lo que yo quería hoy reflexionar con ustedes es justamente eso. Miren a su alrededor. Observe a los dirigentes de los distintos países. Mire a los “expertos” que nos dan lecciones desde la televisión. Miren, incluso, a los que en su día a día le tratan de convencer de que delegues, de que tragues, de que no luches.
Salvo honrosas excepciones (que las hay), ¿Ven ustedes personas fuertes, comprometidas, honestas, íntegras, leales, cualificadas, entrenadas en vencerse a si mismas, o qué ven?
Esto me recuerda al mismísimo Lutero. Como no pudo vencerse a si mismo, como no fue capaz de encontrar la fortaleza y la motivación interna para someter a sus miserias, decidió que sencillamente NADIE PUEDE y dedicó todo su esfuerzo a convencer a los demás de que sus incapacidades eran las de todos. Que Dios establecía de antemano quien iba a salvarse o no y que tus actos poco importaban. De ahí a la depravación por un lado y al puritanismo por otro, sólo hay un desarrollo coherente de su deducción errada.
En este video la artista plástica Páloma Pájaro lo explica magistralmente.
Vivimos en una especie de “realidad del tertuliano”.
Como parodia el famoso cómico español José Mota en este video,
el problema ya no es la ignorancia, que en mayor o menor medida todos padecemos, ya que el Conocimiento es siempre más grande de lo que nunca podremos alcanzar.
El problema es cuando el ignorante no sabe que lo es. Y nos trata de hacer a su imagen y semejanza.
Señores, estoy harta de que vengan a darme lecciones los que jamás han practicado lo que predican.
Estoy harta de curas que en plena debacle, mientras la gente se arruina, se suicida, vive en la desesperación y la confusión, ellos andan en sinodalidades, ecologismos y mandangas de “conoce a tu vecino africano y ábrete a su cultura” ¡Idos a la mierda hombre! ¿Dónde están los pastores cuando más desesperados estamos?
Estoy harta de gurús de medio pelo que no han abierto un libro en su vida, que van dando la chapa que si repite esta frase cada día y crearás tu realidad, etc. cuando no son capaces ni de seguir una dieta para que sus rodillas dejen de inflamarse soportando su peso.
¡A ver si nos enteramos! ¡Yo rezo el Padre Nuestro! Porque el Creador y la criatura NO SON LA MISMA COSA. ¡Poneos a estudiar copón! Que luego rascas y ni siquiera saben de dónde parten esas prácticas ni quiénes son las caras visibles que las difundieron. ¡No se han parado ni siquiera a profundizar en lo que predican! ¡Harta!
Estoy harta de tertulianos que insultan y difaman a Premios Nobel, Catedráticos, médicos asistenciales y que insultan sin pudor nuestra inteligencia demoliendo el más elemental sentido común. ¡Harta!
Estoy harta de saberme tan ignorante, de tener la plena conciencia de que no sé nada, no soy nadie ni llegaré jamás a leer lo suficiente como para poder siquiera dejar de errar; y que vengan cerebros de mosquito que viven de titulares a darnos lecciones y a vendernos excusas para la conciencia, para hacernos desistir, rendirnos, ceder, en las luchas internas que nos harían VERDADERAMENTE fuertes, capaces, eficientes y FELICES.
De nuevo nos venden que la felicidad es éxtasis a perpetuidad, y niegan en rotundo el sufrimiento, el fracaso, la muerte…
¿De qué manera puedo conocer el éxito si no he experimentado el fracaso y lo he superado? ¿De qué manera puedo experimentar la satisfacción de la victoria si no he padecido la frustración y el desaliento? ¿De qué manera puedo conocer la alegría si no conozco a fondo la tristeza? ¿De qué manera puedo amar y ser amado si no he sufrido abandono, desamor y desprecio y los he trascendido? ¿De qué manera puedo entregarme plenamente a la vida si no conozco, asumo, e incluso amo, la muerte?
¡Harta señores!
Los que creen que articulando sofismas son el colmo de la lucidez y el pensamiento profundo, no es que no tengan ni idea de quién es Sócrates, sino que ni tan siquiera les importa. Ni los silogismos bien formulados, ni la ironía, ni la explicación pormenorizada de pruebas o hechos les hace la más mínima mella.
Prueba tú la mayéutica con mentes que han renunciado a la lógica, a la racionalidad más elemental y viven de soflamas y eslóganes. De ideología.
No cala, no cuela, no perfora, no llega.
Pero miren ustedes alrededor.
¿Soy yo la única que ve indolencia, cobardía, ignorancia, excusas, falacias, blasfemia, mentira, y justificaciones de todo ello inundándolo todo de forma obscena?
Francamente señores, estoy harta de mi propia tolerancia a los necios, de mi propia indulgencia por priorizar la humildad, de mi propia perdida de tiempo y energía escuchando necios, idiotas y miserables.
¿Cuántas perlas, y a cuántos puercos tiene una que entregar, con kilos de paciencia y buena voluntad, toneladas de explicaciones, argumentos y esfuerzo, para no pecar de arrogante, soberbia o despota?
Hace unos días una alumna me contaba la situación en su trabajo. Trabaja de secretaria en una inmobiliaria. Dice que le gusta el trabajo, que los compañeros son muy amables, que la jefe es generosa y cercana, y que el sueldo está bastante bien.
Pero que se ve obligada a mentir y eso la está comiendo por dentro.
Afirma que ella es una persona leal, y que por supuesto nunca va a traicionar a un compañero revelando algún secreto que los comprometa. Que tampoco, ¡por supuesto! -enfatiza ella- traicionaría jamás a su jefe delante de un cliente. Y que, siempre que puede, hace malavares para, en la pequeña medida que le sea posible, tratar de ser leal también a la confianza del cliente. ¿? Algo no cuadra…
Me cuenta que en la oficina hay un cartel enorme que ocupa la pared que en letras inmensas dice “honestidad y transparencia”. Y que tener que pasar día tras día viendo ese cartel es una tortura cuando no hace más que mentir cubriendo las espaldas a sus compañeros.
No paraba de repetir “porque yo soy muy leal”, “es que yo jamás traicionaría”, “es que mi prioridad es la honestidad y la lealtad”.
Me limité a comentar: bueno, si eso fuera cierto, comenzarías por ser leal a ti misma…
Nosotros mismos hemos contribuido con nuestra indolencia a que el mal campe a sus anchas por el mundo.
Nosotros mismos hemos aceptado de buena gana las excusas reconfortantes que nos ofrecen para acallar la voz de la conciencia.
Nosotros mismos somos cómpices cada día con nuestros silencios, con nuestras complicidades cobardes, con nuestro miedo a enfrentarnos a nosotros mismos.
¿Queremos acabar con esta situación?
¿De verdad queremos?
¿Quieres?
¿Estás dispuesto a renunciar a TODAS las excusas y a hacerte cargo de ti mismo?
¿Estás verdaderamente dispuesto a dejar de mendigar aprobación de los demás y a dejar de vender tu alma por un halago, por una palmadita en la espalda, por un momento de gloria o por treinta monedas de plata?
¿Estás seguro de que quieres ser libre?
Demuéstralo.
No a mí.
Tampoco a Dios. Él ya lo sabe, lo ve todo…
Demuéstratelo a ti mismo.
Para eso, para darte ánimos y subir la montaña juntos, llámame, jamás te cerraré la puerta.
Como también estoy segura de que desde ahí Dios te escucha. Atentamente. Y te ayuda. Nos ayuda.
Hazlo.
Hagámoslo juntos.
Para alimentar tus miserias, convencerme de tus excusas, rendirte y arrastrarme a tus flaquezas. Te ruego, olvídame.
Y en cuanto a todos esos seres miserables que venden su alma y la supervivencia de la humanidad por un primer plano en una televisión o por un fajo de billetes; tenemos el remedio perfecto para curarnos de vosotros. Aquí lo ofrece gratuita y generosamente su propio inventor, Oscar Terol, y puedes verlo pinchando AQUÍ.
Ni una sola perla más a ningún puerco: en primer lugar al que potencialmente llevamos dentro.
FELICITACIONES.
Muchas gracias.
Un honor servir.
“La conquista de ti mismo es toda una gesta que te prepara para cualquier otra” […] “Todo paternalismo, desde mi punto de vista, es destructivo. TODO.”
No puedo estar más acorde. En mi caso, he venido aplicándolo desde lo social a lo religioso. Viniendo de una escuela de monjas, la imposición de cierta “discapacidad” y culpa (pecado) al cuestionar y discernir sobre mi cuerpo desde adolescente ha sido un lastre que muchas atravesamos. Nadie nos regala nada, nos construímos nosotras mismas. ¡La lucha sigue!
Hola señora. Celebro que le guste el artículo de mi compañera, Belén. No es para menos. Eso sí; creo que no ha entendido nada (y hablo yo, no la autora, que es la que más autoridad tiene) si lo reduce a un “nos construimos a nosotras mismas”. Porque esto va de construirse a nosotros mismos (y mismas, y hasta mismes, si me apura…). Darle ese tufillo feminista estoy seguro de que es lo más lejano a la intención de la autora… Gran mujer… y por tanto alejada de tan simplistas y maniqueas reducciones. La lucha sigue… Sí… Entre el bien y el mal… Cuidado no se ladee demasiado. A sus pies. Vicente Montesinos.
Muchas gracias por tu comentario Larissa.
Creo que comprendo perfectamente a qué te refieres.
Estoy completamente de acuerdo en que la limitación de la capacidad de cuestionar y discernir no es la mejor de las guías ni de las pedagogías. En eso aplaudo, como verá en mi artículo, los métodos socráticos, tomistas, incluso del propio Cristo, que aportaba argumentos para poder atravesar y experimentar nuestra propia búsqueda. Si todo de reduce a un aceptar acríticamente nos perdemos los tesoros que tanto los sabios, como sobre todo la Revelación, tienen para nosotros.
Dicho esto, si que estoy de acuerdo con la matización que le hace mi compañero Vicente.
Yo no creo que “nos construyamos nosotras mismas”, ni nosotrOs mismOs tampoco. Nos crea Dios. Nos “construye” Dios. Pero nos otorga libre albedrío; así que nosotros decidimos qué hacer y cómo desarrollar nuestras características y capacidades únicas.
Luego está el mal, que se filtra por cada rendija que le dejamos, incluido en nosotros mismos, y nos tienta y obliga a enfrentar obstáculos.
En los ambientes newage le llaman dualidad, creo.
Perdone esta explicación parca y simplista. La realidad y la condición humana son siempre complejas en matices, aunque casi siempre podemos concluir en fórmulas que reflejen certezas.
Dios nos crea. Pero es cosa de cada uno hacerse cargo de si mismo.
En cuanto a la lucha, no sé muy bien a cuál se refiere. Yo lucho contra el mal. Dentro y fuera de mí.
Si se refiere a la lucha feminista. Habría mucho que matizar. Yo fui feminista militante como fui otras muchas cosas. Y como es denso y lleno de aristas me voy a limitar a expresar mi posición.
Todo ser humano merece dignidad y respeto.
Todo ser humano en hijo de Dios.
Hombres y mujeres somos diferentes. MUY diferentes. Pero ambos valiosos y dignos, a imagen y semejanza del creador. AMBOS.
Personalmente amo a los hombres. Y no quiero ni que los deconstruyan, ni que los amariconen, ni que los reeduquen. Y no quiero vivir en un mundo donde no existan.
De todas formas, querida Larissa, voy a reflexionar sobre lo que expones de manera tan sencilla y franca.
Muchas gracias.