En el día de San Vicente Ferrer. Por Vicente Montesinos

 

“Un servidor, que nació en la misma ciudad que el Santo; y creció correteando por la pila bautismal donde se bautizó; o el púlpito en la Catedral desde donde lanzaba sus gloriosas prédicas; con honor lleva su nombre; como lo llevó mi padre, mi abuelo; mi bisabuelo; etc…; y como hoy, a Dios gracias, lo lleva también mi hijo”

 

 

Vicente Montesinos

Director de Adoración y Liberación

 

Ave María Purísima,

Queridos hermanos: hoy,  5 de abril, es la fiesta litúrgica del glorioso San Vicente Ferrer, nacido en mi ciudad, Valencia (España); grande entre los más grandes santos de la Historia de la Iglesia; el mismísimo Ángel del Apocalipsis que profetizó San Juan Evangelista en el último libro de la Santa Biblia, con una predicación insuperable que convirtió a cientos de miles de cristianos, herejes e infieles en toda la Cristiandad; obrando tan impresionantes e incontables milagros que no tiene parangón desde los tiempos de los Apóstoles. Sin duda el valenciano más universal. Me atrevería incluso a afirmar que el español más universal.

La trascendencia de este santo valenciano en la catolicidad universal es enorme.

Dominico de intensa predicación, gigantesca labor apostólica, y enorme influencia en todos los aspectos, sociales, religiosos y culturales de su época y de los siglos venideros.

Un miércoles 5 de abril como hoy, pero de 1419, San Vicente fue llamado a la casa del Padre.

En el calendario litúrgico de toda la Iglesia Católica hoy es la fiesta litúrgica de San Vicente Ferrer, pero en Valencia (España), de donde es Patrón, se celebra el 2.º lunes de Pascua, es decir, el lunes siguiente a la “Domínica in albis”.

Ese día movible (este año 17 de abril) en los territorios del antiguo Reino de Valencia, se celebra la festividad de San Vicente Ferrer, o lo que comúnmente se ha venido llamando durante siglos la “Pascua de San Vicente”.

De enorme raigambre en los territorios valencianos, que me vieron nacer y crecer; como vieron nacer y crecer al Santo;  a él debemos su onomástica buena parte de los hombres de esas tierras, que por tradición y devoción hemos sido llamados Vicente.

Un servidor, que nació en la misma ciudad que el Santo; y creció correteando por la pila bautismal donde se bautizó; o el púlpito en la Catedral desde donde lanzaba sus gloriosas prédicas; con honor lleva su nombre; como lo llevó mi padre, mi abuelo; mi bisabuelo; etc…; y como hoy, a Dios gracias, lo lleva también mi hijo.

¡San Vicente Ferrer glorioso, ruega por nosotros!

Sancte Vincenti Ferreri, ora pro nobis.

Que Dios os bendiga a todos.

 

 

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