“LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO “, JUAN 11. LOS MILAGROS EXISTEN. TESTIMONIO (2ª parte) (Por Victoria Castañeda)

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Victoria Castañeda

Corresponsal AyL

Venezuela

 

Les dejamos AQUÍ enlace a la 1ª parte

 

 

Segunda Parte.

Dios nunca se deja ganar en generosidad para con sus hijos, todo en la vida tiene un porqué, nada es casual.

Recordando que a mamá le dieron de alta y salimos del hospital el 04-02-2002, volvimos a consulta a las tres semanas para chequear como iba todo, le toman la tensión arterial y ambas estaban altas, le toman la temperatura y estaba normal.

La trasladan de la consulta a terapia intermedia, le comienzan a hacer exámenes de rutina, sangre, orina, la envían a Rayos X y le hacen un Rayos X de Tórax para ver si se ve normal el pecho y el resultado no les gustó. No decían nada, pero en las caras de los cardiólogos se veía preocupación. Después de terminar el chequeo con todos los exámenes de emergencia nos comunican que deben ingresarla porque no sabían que estaba pasando y que ya se habían comunicado con la Dra. +Graciela Lamura (la cirujano cardiovascular).

Nos asignan cama en la sala de Cardiología y comienza un proceso peor que el de la operación, tenían la sospecha que era una infección post operatoria, pero tenían que confirmarlo y no se explicaban porque no presentaba fiebre. A los tres días de su ingreso comenzó a presentar fiebre, la clavícula izquierda y donde estaba la incisión de la operación se inflamaron, llaman a los cirujanos y ellos no se esperaban lo que vieron, uno de los cirujanos hizo un pequeño corte en la parte baja de la incisión y salió pus en grandes cantidades. La Dra. +Lamura llegó en ese momento y dijo: está infectada, nunca me había pasado esto en tantos años como cirujano cardiovascular. Me dijo oremos. Toman la muestra, comienzan a administrarle antibióticos potentes sin saber con que bacteria se había infectado. Mamá todo el tiempo estuvo consciente y supo que se había infectado en el quirófano. Ese día muy tarde en la noche habilitaron un quirófano y la doctora +Lamura me dijo: esto es grave, debo abrirla y comenzar a limpiar y ver hasta donde está afectada. Que Dios nos ayude. Horas después al salir del quirófano la Dra. +Lamura se acercó a mí y me dio detalles, tuve que abrir la incisión de la operación, tu mamá está contaminada, la pus llegó por el cuello del lado izquierdo, y al hueso mediastino.

Estamos esperando los resultados de laboratorio para saber exactamente el tratamiento a aplicar, aunque creo que lo que le estamos suministrando por la vena es lo indicado. Limpiaron y dejaron la herida abierta, la cual cubren con una gasa especial, mamá nuevamente intubada en la UCI. Esto parecía de película, yo miré al Cielo y le dije a nuestro Señor Jesucristo: tu me la diste un tiempo más, no entiendo esto, pero si así te parece bien cúmplase Tu Santa Voluntad, ella es tuya. Aceptaré lo que Tú quieras, solo te pido fe y fortaleza.

Dios nunca abandona a sus hijos, en ese momento la situación política del país era crítica, en el hospital no habían los antibióticos que mamá necesitaba para su tratamiento, yo tenía que comprarlos afuera en las farmacias de clínicas privadas. Con el pasar de los días los médicos solo me decían está muy grave. Todos, el Padre Dos Santos, hermanos de nuestra Parroquia, familiares y amigos, sólo orábamos y por la GRACIA DE DIOS nunca le pregunté a Jesús: porqué permites esto. No queríamos verla sufrir tanto y peor que antes, durante y después de la operación, fue desgarrador. La única que entraba a la UCI era yo y ver a mama así fue lo más duro que me ha tocado vivir. Yo le pedí a nuestro Señor y a nuestra Santísima Madre María que yo fuera muy fuerte para sostener a mamá y que cumpliera hasta el final como hija, pasara lo que pasara. Eso se cumplió, por la Bondad de nuestro Señor Jesucristo, totalmente.

Los días pasaban lentamente y llegó un momento en que los cirujanos me dijeron: la infección no cede, no sabemos que hacer. Uno de ellos dijo, las probabilidades de sobrevivencia son pocas, tu familia y tú tienen que estar preparados para cualquier cosa que pase, inclusive para enfrentar la muerte. Yo lo miré y señalando al Cielo le contesté: El tiene la última palabra.

El Dr. Valencia, jefe de la UCI, todos los días se acercaba a mamá, le hablaba al oído y le decía tu puedes, has llegado hasta aquí, lucha. La Dra. +Lamura nunca abandonó a mamá, todos los días me decía ella no mejora, pero sigamos orando. La rutina era estar en el hospital casi todo el día, esperar las novedades, me entregaban toda la ropa de cama de mamá (la cambiaban dos veces al día), ir a casa lavar y desinfectar todo, incluida mi ropa, zapatos, bañarme, comer algo, tratar de descansar y volver al hospital, así fue durante mes y medio. Fue un desgaste para todos los que me colaboraban, mi peso era de 48 kilos cuando comenzó todo este proceso en noviembre del 2001 y rebajé a 39 kilos, pero fue tanta la fortaleza que Dios me dio que no sentía mi desgaste, solo me preocupaba el hacer todo lo humanamente posible para estar con mi madre y apoyarla hasta el final.

En todo el tiempo que estuvimos en el hospital conocí el sufrimiento de muchos hermanos que no tenían los recursos para cubrir lo esencial, muchos pasaban horas, días en el hospital y muchas veces comían cualquier cosa un pan, café. Eso me dolía tanto, entonces un grupo de los que estábamos en el piso de la UCI comenzamos a ayudar a las personas que más pudimos compartiendo alimentos, medicinas, ropas de cama para los pacientes, etc. Yo me quedé sin trabajo, todo lo que tenía lo gaste en el hospital. Aquí puedo dar el testimonio de que Dios no abandona a sus hijos, a mamá no le faltó nada y pudimos ayudar a unas cuantas personas en el hospital que no tenían nada, venían del interior del país y dormían durante días en el hospital. Venezuela estaba en crisis, era la época de las marchas de la oposición y era peligroso salir a las calles porque muchas veces las marchas terminaban con disparos con consecuencias fatales.

El Señor me puso a evangelizar, todos me veían pasar con el Rosario en la mano orando a nuestra Madre Santísima. A todo el que podía le decía: baje a la Capilla y arrodillese ante Jesús Sacramentado, pida y confíe. Me tocó consolar a muchos cuando sus seres queridos estaban en agonía, estaban perdiendo la batalla frente a la muerte, yo les decía (muchos me escucharon) hágale una oración al oído a su ser querido, un Acto de Contrición y dígale que le pida perdón a Dios.

Todos los días veía al Padre Dos Santos, le pedía la bendición y decía Padre el paciente de tal cama lo necesita, el entraba en la UCI, le oraba, le colocaba la Extremaunción, visitaba a todos los pacientes en la UCI (lo hacía con mucho amor) y salía. Puedo afirmar que Dios se manifestó de muchas maneras, curando enfermos, sanando heridas del alma y tocando los corazones de muchos que no entendían el porqué nuestro Señor permitía tanto sufrimiento. Un testimonio: llegó una señora que vino del Estado Lara, que queda como a cinco horas de Caracas, estaba sola. No tenía familia en la capital y su hijo tuvo un accidente aparatoso de tránsito, estaba grave. Yo la veía sentada, con las manos entrelazadas, llorando y así durante dos o tres días. Me partía el alma verla así.

Un día domingo me le acerqué y la invité a la Capilla a la Misa, ella me miró fijamente y me dijo soy evangélica (protestante), me contó su situación y yo le conté la mía. Yo le dije: su Dios es mi Dios, usted ore por mi mamá y yo lo haré por su hijo en este momento en la Santa Misa. Le dije con amor y seguridad, su hijo saldrá caminando de aquí ya se lo voy a pedir a nuestro Señor y a nuestra Madre Santísima. El muchacho seguía grave, pero como a los dos o tres días uno de los médicos le dijo a esta mamá angustiada tu hijo está reaccionando.

Cuando ella me vio llegar se acercó con una sonrisa y me dijo gracias mi hijo está reaccionando. Yo le contesté gracias a Dios y a María Santísima. Cuando llegó el viernes el muchacho despertó y comenzó a mejorar rápidamente, la mamá ya no lloraba y me decía es un milagro y yo le dije dale la GLORIA A DIOS contando el testimonio de tu hijo. Como quince días después el muchacho estaba totalmente recuperado y le dieron de alta. El muchacho salió de la UCI en silla de ruedas, por normas, y su mamá feliz de llevarse a su hijo sano y salvo. No pude despedirme porque había salido, la mamá se consiguió a mi hermana Liliana (la señora conocía a mi hermana) y le dijo me despides de tu hermana, nunca olvidaré que Dios la puso en el camino y con su apoyo y oraciones me dio el valor de seguir adelante y que no perdiera la confianza en Dios. Esas palabras, de esa mamá angustiada, que Dios escuchó en su dolor me llegaron al corazón y me recordaron estas palabras de Jesús en el Evangelio: Mateo 5:16 “Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los Cielos.”

Les podría contar muchos testimonios de la Misericordia de Dios, pero aquí les narro uno de los que más me llegaron al alma: Un esposo adúltero: Un hombre como de unos 70 años, estaba grave en la UCI. Su hija llegó al hospital del Estado Sucre (a unos 525 kilómetros de Caracas) no tenía familia en la capital.

Yo siempre estaba sentada en el mismo lugar, cerca de la puerta de la UCI, para ser de las primeras en entrar cuando permitían la visita que era por poco tiempo. Cuando salía de ver a mamá, me daba cuenta que desde la llegada de esa muchacha nunca podía entrar a ver a su familiar. Me acerqué a ella y le pregunté porque no entraba y se quedaba en la puerta llorando y mirando hacia adentro y me contó que venía del Estado Sucre porque le avisaron que su papá estaba en coma en la UCI. La hija de este hombre no lo veía desde su adolescencia, porque el los abandonó a su esposa y a sus once hermanos, (doce con ella), para irse con otra mujer y nunca más se comunicó con ellos. Ella decidió viajar para ver a su papá, su mamá y hermanos no quisieron acompañarla porque le dijeron que ellos nunca lo perdonarían. Su papá le crió la hija (estaba muy pequeña) a la mujer con la que vivía y se desentendió de su obligación de padre con sus hijos legítimos. Le pregunté a ella en que cama estaba su papá y le pasé la información al Padre Dos Santos contándole la situación espiritual de este hombre.

La señora que vivía con su papá y la hija de ella no dejaban pasar en la hora de la visita a la hija legítima de este hombre. Un día no se encontraban ni la mujer, ni su hija y le dije a la muchacha siéntate donde yo me siento, hagamos un rosario y confiemos en que Dios te va a permitir ver a tu papá. Rezamos y esperamos con paciencia a que saliera la enfermera que nos avisaba la hora de la visita. Yo comencé a evangelizarla y le pedí que si lograba entrar le hablara a su papá al oído, le dijera que su mamá, sus hermanos y ella lo perdonaban. Que el le pidiera perdón a Dios. Que le contara cuantos nietos tenía y que le hablara mucho de ellos.

Por la Misericordia de nuestro Señor Jesús pudimos entrar de primeras y esta hija tuvo la oportunidad de estar con su papá y hablarle, el estaba inconsciente y al comenzar a escuchar todo lo que ella le contaba el reaccionó, el monitor sonaba y le salieron unas lágrimas. Ella lloraba, yo la observaba y oraba por los dos y le pedía a Jesús Misericordia que este hombre le pidiera perdón a Él.

Al salir de la visita la señora y su hija ya estaban allí y le reclamaron a la muchacha porque ellas no pudieron entrar y les contesto: el es mi papá y yo tengo derecho de estar a su lado. Ella lloraba y le dije: tu viniste aquí con un propósito la salvación del alma de tu papá. Esta hija tuvo la oportunidad, por la Gracia de Dios, de ayudar a bien morir a su papá dándole el perdón que el necesitaba escuchar. Después de este encuentro con su papá, ella decidió llamar a su mamá y a sus hermanos y contarles todo lo que Jesús de la Divina Misericordia le había concedido para ver a su papá y hablarle en nombre de todos y perdonarlo.

Ellos lloraban y la mamá le decía llorando, yo lo perdono. Los hermanos decidieron venir a ver a su papá y ese mismo día viajaron a Caracas, llegaron muy tarde en la noche. A los médicos y enfermeras de guardia la muchacha les habia comunicado que sus hermanos venían del estado Sucre a ver a su papá y en la mañana muy temprano se tenían que regresar por cuestiones de trabajo. Lamentablemente no pudieron ver a su papá porque un paciente en la UCI se complicó y muy de madrugada murió.

Los hermanos se pararon en la puerta, la mitad era de vidrio, y vieron a su papá, lloraron mucho y le decían te perdonamos, te amamos. Fue muy conmovedor.

En la mañana los hermanos se fueron, iban en camino cuando su hermana les avisó: papá murió. Yo no estaba en el hospital, había ido a descansar y le pedí que me avisará si algo pasaba con su papá. Ella me avisó y me dijo nos vemos en un rato. No la vi más, no llegué a tiempo y ella tuvo que irse, me esperó lo que más pudo. Así lo quiso Dios.

Estoy segura que la Misericordia de Dios no tiene límites, pero debemos estar en GRACIA DE DIOS, preparados porque no sabemos el día, ni la hora. Aquí Dios actuó con su hijo Sacerdote Padre Dos Santos, movió estos corazones, primero a esta hija y luego a la esposa y demás hijos para que dieran ese paso de perdonar a su esposo y papá y Dios en Su Inmensa Bondad tomó en cuenta el sacrificio de esta hija que no dudó en viajar tantos kilómetros para ver a su papá y abrir la puerta, por la GRACIA DE DIOS, de la Gracia Santificante del Perdón.

 

 

 

 


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