A Monseñor Fisichella, colaborador de Ratzinger, sobre la renuncia de Benedicto XVI. Por Andrea Cionci
El obispo Fisichella dice que no entendió la renuncia de Benedicto. El informe completo tras una investigación de tres años ilustra cómo fue el asunto

Por Andrea Cionci
Para Adoración y Liberación
Traducción autorizada Maria Luisa Perez Gherlone
01 de mayo de 2023
Excelencia Reverendísima,
Usted, desde 2022, pro-prefecto del Dicasterio para la evangelización, responsable de la Sección para las Cuestiones Fundamentales de la Evangelización en el Mundo, es considerado con razón uno de los teólogos más autorizados y reconocidos a nivel mundial. Durante décadas fue uno de los más estrechos y fieles colaboradores del card. Ratzinger. En su valioso volumen “Lo que el mundo necesita” (Mondadori), recientemente publicado, repasa los puntos clave del magisterio de Benedicto XVI.
Mi colega Francesco Antonio Grana, de Il Fatto Quotidiano, cita un fragmento de su libro en un artículo: “No entendí la renuncia (de Benedicto XVI, ed.) en su momento y todavía hoy sigue siendo oscura para mí. Por supuesto, teóricamente uno sabe que el Papa puede renunciar, pero experimentar realmente la renuncia me creó un estado de confusión”. […] “Nunca habría pensado que el Papa pudiera renunciar; sin embargo, fui espectador de un acontecimiento de importancia histórica. No se sabe lo que ocurrirá con los sucesores. Ciertamente con ese gesto se ponía en marcha algo que la Iglesia en el futuro deberá considerar con mucha más atención por las consecuencias que surgieron”.
Ahora, con toda humildad, por un evidente deber moral y deontológico, debo presentarles los resultados de tres años de investigación realizada junto con un grupo de especialistas específicamente sobre el tema de la renuncia del papa Benedicto. La investigación es conocida en todo el mundo, el libro “Código Ratzinger”, (Byoblu 2022) aunque “rechazado” por el mainstream , fue el segundo best seller de Mondadori y Rizzoli, vendió 18.000 ejemplares, fue traducido a cuatro idiomas y, desde septiembre, he tenido el placer de presentarlo en 36 conferencias en otras tantas ciudades italianas, por invitación espontánea de los fieles. (Un unicum en la historia de la industria editorial).
El quid de la cuestión, explicado en el informe que encontrarán a continuación, es que papa Benedicto nunca renunció en el sentido de haber abdicado, como se nos ha hecho creer durante ocho años.
De hecho, los misterios de la Declaratio, que dieron muchos problemas a los canonistas e hicieron incomprensible este acto, eran tres:
1) ¿Por qué Benedicto no declaró que renunciaba al munus (ser papa), como exige explícitamente el can. 332.2, sino al ministerium (hacer papa)? No hay sinonimia entre ellos, como se demuestra.
https://sfero.me/article/los-sinonimos-salvan-bergoglio-aniqLos sinónimos salvan – Bergoglio aniquilado por el alemán de Benedicto XVI. Por Andrea Cionci – Adoración y Liberación (adoracionyliberacion.com)
2) ¿Por qué Benedicto aplazó 17 días la entrada en vigor de esta renuncia al ministerium? Una abdicación papal, por derecho divino, sólo puede ser simultánea, como acto jurídicamente puro.
3) ¿Cómo podría Benedicto haber renunciado al ministerium conservando el munus, dado que, como dice el Card. Mueller, son inseparables?
Estos misterios se resuelven más geométricamente considerando la Declaratio (no Renuntiatio) como el anuncio de un destronamiento padecido y de una próxima colocación en SEDE TOTALMENTE IMPEDIDA, el único estatus canónico en el que – no por casualidad – el papa conserva el munus, el ser papa, pero pierde forzosamente el ministerium, la posibilidad de hacer el papa por ser prisionero, confinado, exiliado.
De hecho, la lectura “romana” de la hora vigésima de la que informa la Declaratio, nos lleva, por el calendario papal tradicional, a considerar la primera hora en la que Benedicto habría perdido ciertamente el ministerium, como las 13 horas del 1⁰ de marzo del 2013, cuando, apenas media hora antes, se había convocado el cónclave ilegítimo (convocado con un papa no abdicatorio) que habría colocado a Ratzinger en sede impedida, haciendo posible y fáctica su renuncia al ministerium.
Por tanto, Benedicto XVI el 11 de febrero no dijo “renuncio” (ahora), sino que aplazó al futuro una renuncia al ministerium que sólo podría imponérsele por sede impedida. ÉL sabía que los cardenales, tanto fieles como infieles, malinterpretarían la Declaratio, sutilmente escrita pero absolutamente fidedigna.
Esta era la manera ideal de defender a la Iglesia, permitiendo por un tiempo que esas fuerzas anticatólicas de la Iglesia, ocultas durante tanto tiempo, de las que hablaba el arzobispo Antonio Livi, se manifestaran plenamente con vistas a una purificación final.
No fue, por tanto, una abdicación, sino el anuncio autocumplido de un destronamiento sufrido y aceptado crísticamente con sacrificio por el Papa Benedicto, por razones espirituales, teológicas y, sobre todo, escatológicas.
Ese acto de “renuncia”, en su suprema mansedumbre, es, de hecho, un formidable plan de defensa de la Iglesia: con su exilio en la sede impedida, Benedicto XVI ha convertido a Bergoglio en no canónicamente elegido y, por tanto, en antipapa desde 2013. Usted sabe muy bien cuántos eran los enemigos de Ratzinger y cómo querían quitárselo de en medio de todas las maneras, antes de que algunos cardenales del antagónico “partido” cardenalicio conocido como la “Mafia de San Gallo” perdieran su derecho al voto en el cónclave debido a los límites de edad.
Esta realidad conspiratoria contra el Papa está avalada por las declaraciones de cuatro prelados, los arzobispos Negri y Viganò, y dos obispos Lenga y Gracida, y por el propio cardenal Danneels (miembro de la “Mafia de San Gallo”) que en su biografía autorizada
explicitaba cómo este grupo patrocinaba precisamente al Card. Bergoglio.
El segundo movimiento en el diseño del papa Ratzinger fue hacer entender lentamente al pueblo católico la situación canónica, con toda una serie de declaraciones sutiles, destinadas a aquellos con “oídos para entender”, (que para mayor facilidad hemos llamado el “Código Ratzinger”). Ejemplo: “Soy el primer Papa que renuncia después de mil años”: dado que el último abdicador fue Gregorio XII en 1415, la declaración deja inequívocamente claro que para el Papa Ratzinger la palabra “renuncia” no significaba “abdicación”.
En los últimos meses de su vida, el pobre Santo Padre llegó a “gritar” esta situación suya, enviando a los incrédulos a buscar la respuesta en el libro de Jeremías, donde se trata de un profeta cautivo y donde se lee “YO ESTOY IMPEDIDO”.
De esta manera, dio seguimiento a esa necesidad de “separar a los creyentes de los incrédulos” de la que habló en la Herder Korrespondenz en 2021.
Tercer movimiento: la aplicación del Universi Dominici Gregis que purificará la Iglesia.
De hecho, el artículo 3 de la UDG dice: “Además, establezco que el Colegio de Cardenales no puede disponer en modo alguno de los derechos de la Sede Apostólica y de la Iglesia Romana, y menos aún permitir, directa o indirectamente, que alguno de ellos decaiga, aunque sea para dirimir litigios o proseguir acciones perpetradas contra los mismos derechos después de la muerte o válida renuncia del Pontífice. Que sea cuidado de todos los Cardenales salvaguardar estos derechos”.
¿Y cuáles podrían ser los derechos vulnerados de la Sede Apostólica? Sólo un impedimento del papa y una usurpación de la sede. Además, en la UDG (art 76,77) se hace referencia explícita al canon 332.2, precisamente el que exige la renuncia al munus.
Si esto no ocurrirá, el próximo cónclave incluirá a los cardenales inválidos de nombramiento antipapal que elegirán a otro antipapa, carente del munus, y la Iglesia canónica visible estará ACABADA.
Me doy cuenta de que el panorama es estremecedor, pero ahora, hemos pasado del Secreto de Fátima, al secreto de Pulcinella: tantos saben en el Vaticano y fingen no saber, por miedo.
Antipapa Francisco busca desesperadamente una (vana) legitimidad mediática, pero canónicamente también él ha renunciado a resolver lo que él mismo llamó, en un verdadero paso en falso, “la renuncia poco clara del papa Benedicto”.
Muchos verdaderos católicos, dolorosamente probados por la continua destrucción de la Iglesia, esperan con esperanza que se active la “bomba de luz” del Santo Padre Benedicto XVI.
A continuación se presenta un amplio informe, firmado por el ex subsecretario de Justicia del Gobierno italiano, el juez antimafia Dr. Angelo Giorgianni, el filósofo y experto de renombre internacional Diego Fusaro, y los profesores Gian Matteo Corrias, (latinista) y Luca Brunoni, (historiador de las religiones).
En aras de la brevedad, le sugiero que vea los dos breves documentales que se mencionan a continuación.
Agradeciéndole su atención, esperando haberle proporcionado información útil, e invitándole a la presentación en Roma el próximo día 27, le saludo respetuosamente,
Andrea Cionci