Imperdible Padre Francisco Vegara: “O San Pablo, San Juan y el mismo Jesús son infiltrados; o el infiltrado es el ‘papa Francisco’ “
Por tanto, ¿cómo el papa Francisco puede afirmar no tener derecho a echar a nadie de la iglesia, y que la iglesia no puede cerrar la puerta a nadie?; desde siempre los papas han tenido el derecho de excomulgar, porque la iglesia es una comunidad de fe, y no puede estar en la misma quien no comparte esa fe; en definitiva, el papa Francisco está contradiciendo a todos los papas, y está negando el fundamento mismo de la iglesia: su doctrina, que ha de ser aceptada por todo aquel que desee entrar en la misma.

Mire este pequeño trozo de vídeo que tiene usted arriba.
¿Cómo encajar con eso las siguientes citas bíblicas?:
“Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues incluso sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos por otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Rm 1, 26-27).
“No os engañéis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1Co 6, 9b-10).
Una de dos: o san Pablo es un infiltrado, o el infiltrado es el papa Francisco, porque la contradicción no puede ser más palmaria.
Me parece que no sólo a san Pablo, sino que también a san Juan hay que contarlo entre los infiltrados:
“La fe no es de todos” (2Ts 3, 2).
“Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros, porque, si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, para que se manifestase que no todos son de los nuestros” (1Jn 2, 19).
Va a resultar que hasta Jesús es un infiltrado:
“Muchos son los llamados, y pocos los escogidos” (Mt 22, 14).
“Vino el esposo, y las que estaban preparadas, entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta; luego llegaron las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!; pero él les respondió: En verdad os digo que no os conozco. Vigilad, pues, por no saber el día ni la hora” (Mt 25, ).
“Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros echados fuera” (Lc 13, 28).
Va a resultar que hasta Jesús es un infiltrado:
“Muchos son los llamados, y pocos los escogidos” (Mt 22, 14).
“Vino el esposo, y las que estaban preparadas, entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta; luego llegaron las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!; pero él les respondió: En verdad os digo que no os conozco. Vigilad, pues, por no saber el día ni la hora” (Mt 25, ).
“Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y a vosotros echados fuera” (Lc 13, 28).
En Dz 1641 se dice de modo dogmático:
“Por lo cual, si alguno, lo que Dios no permita, pretendiere en su corazón sentir de modo distinto a como por Nos ha sido definido, sepa y tenga por cierto que está condenado por su propio juicio, que ha sufrido naufragio en la fe, y se ha apartado de la unidad de la Iglesia, y que además, por el mismo hecho, se somete a sí mismo a las penas establecidas por el derecho, si lo que en su corazón siente, se atreviera a manifestarlo de palabra o por escrito o de cualquiera otro modo externo”.
Por tanto, ¿cómo el papa Francisco puede afirmar no tener derecho a echar a nadie de la iglesia, y que la iglesia no puede cerrar la puerta a nadie?; desde siempre los papas han tenido el derecho de excomulgar, porque la iglesia es una comunidad de fe, y no puede estar en la misma quien no comparte esa fe; en definitiva, el papa Francisco está contradiciendo a todos los papas, y está negando el fundamento mismo de la iglesia: su doctrina, que ha de ser aceptada por todo aquel que desee entrar en la misma.
Por tanto, ¿cómo el papa Francisco puede afirmar no tener derecho a echar a nadie de la iglesia, y que la iglesia no puede cerrar la puerta a nadie?; desde siempre los papas han tenido el derecho de excomulgar, porque la iglesia es una comunidad de fe, y no puede estar en la misma quien no comparte esa fe; en definitiva, el papa Francisco está contradiciendo a todos los papas, y está negando el fundamento mismo de la iglesia: su doctrina, que ha de ser aceptada por todo aquel que desee entrar en la misma.
Dios efectivamente no rechaza, de antemano, a nadie, ni cierra la puerta a nadie, pero tampoco admite a todo el mundo, sino que el que no está dispuesto a aceptar su misericordia, se queda fuera, como el hijo mayor de la parábola (cf. Lc 15, 28), y el que no lleva el vestido adecuado, es expulsado del banquete de bodas (cf. Mt 22, 13); Dios ciertamente quiere que todos los hombres se salven (cf. 1Tm 2, 4, y 2P 3, 9); pero él respeta la libertad humana: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros: que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, y vivirás tú y tu descendencia” (Dt 30, 19), y, como además es justo, juzgará a todos: “Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros” (Ap 20, 12), y los indignos serán condenados: “El que no se halló escrito en el libro de la vida, será arrojado al lado de fuego” (Ap 20, 15).
La verdadera universalidad de la iglesia está expresada en la bula dogmática Unam Sanctam, que dice: “Por apremio de la fe, estamos obligados a creer y mantener que hay una sola y santa Iglesia Católica y la misma apostólica, y nosotros firmemente lo creemos y simplemente lo confesamos, y fuera de ella no hay salvación ni perdón de los pecados, como quiera que el Esposo clama en los cantares: Una sola es mi paloma, una sola es mi perfecta. Unica es ella de su madre, la preferida de la que la dio a luz [Cant. 6,8]. Ella representa un solo cuerpo místico, cuya cabeza es Cristo, y la cabeza de Cristo, Dios. En ella hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo [Ef. 4,5]. Una sola, en efecto, fue el arca de Noé en tiempo del diluvio, la cual prefiguraba a la única Iglesia, y, con el techo en pendiente de un codo de altura, llevaba un solo rector y gobernador, Noé, y fuera de ella leemos que fue borrado cuanto existía sobre la tierra; mas a la Iglesia la veneramos también como única, pues dice el señor en el profeta: Arranca de la espada, oh Dios, a mi alma y del poder de los canes a mi única [Sal. 21,21]. Oró, en efecto, juntamente por su alma, es decir: por sí mismo, que es la cabeza, y por su cuerpo, y a este cuerpo llamó su única Iglesia, por razón de la unidad del esposo, la fe, los sacramentos y la caridad de la Iglesia. Ésta es aquella túnica del Señor, inconsútil [Jn. 19,23], que no fue rasgada, sino que se echó a suertes. La Iglesia, pues que es una y única, tiene un solo cuerpo, una sola cabeza, no dos, como un monstruo, es decir: Cristo y el vicario de Cristo, Pedro, y su sucesor, puesto que dice el señor al mismo Pedro: Apacienta a mis ovejas [Jn. 21,17]. Mis ovejas, dijo, y de modo general, no éstas o aquéllas en particular, por lo que se entiende que se las encomendó todas. Si, pues, los griegos u otros dicen no haber sido encomendados a Pedro y a sus sucesores, menester es que confiesen no ser de la ovejas de Cristo, puesto que dice el Señor en Juan que hay un solo rebaño y un solo pastor [Jn. 10,16]” (Dz 468).
El papa Francisco, en suma, desvirtúa el auténtico evangelio con su propia misericorditis buenista, que le lleva a ignorar que la salvación es condicional, por depender de la conversión libre del hombre, el cual puede rechazar la gracia, y así condenarse.
Por eso el concilio Vaticano II dijo que la Iglesia es “sacramento universal de salvación” (LG 1, 2; 48, 2; 59, 1; GS 45, 1; AG 1, 1; 5, 1), pues, unida a Cristo, sin el cual nadie va al Padre (cf. Jn 14, 6), y fuera del cual “no se nos ha dado otro nombre, bajo el cielo, por el que podamos alcanzar la salvación” (Hch 4, 12), es el único y universal medio salvífico; ahora bien, eso no significa que todos automáticamente pertenezcan ya a la iglesia, y así se vayan a salvar, sino que únicamente pertenecen a ella los que, creyendo, se bautizan, como bien se dice: “Los que acogieron su palabra, fueron bautizados, y, aquel día, se les agregaron unos tres mil” (Hch 2, 41); de ahí que Jesús mandara predicar el evangelio y bautizar (cf. Mc 16, 16), de modo que sólo los que aceptaran, entrarían en la iglesia como discípulos (cf. Mt 28, 19), lo que aún más tajantemente se dice aquí: “Los que estaban destinados a la vida eterna, creyeron” (Hch 13, 48); de todo ello se sigue que presentar la iglesia, tal como hace el papa Francisco, como comunidad absolutamente indiscriminada es un gravísimo error que atenta contra la Escritura y contra la enseñanza de la misma iglesia.
El papa Francisco, en suma, desvirtúa el auténtico evangelio con su propia misericorditis buenista, que le lleva a ignorar que la salvación es condicional, por depender de la conversión libre del hombre, el cual puede rechazar la gracia, y así condenarse.
Nota del Director: El Padre Francisco Vegara es el mismo que, por si no lo relacionan, fue impedido de dar lectura a este importante manifiesto que abajo les dejamos; sucediendo lo que les mostramos, que abajo les dejamos también:
VELAS PARA TUS ALTARCITOS, IMÁGENES, ORACIONES…
SIN PELIGRO DE FUEGO E IMITANDO VELAS TRADICIONALES