¿Por qué no creemos en los milagros?
Cuando Santa Teresa de Jesús murió, se le realizó la autopsia correspondiente. En ésta se informó de algo sorprendente: su corazón tenía una cicatriz. Era una herida larga y profunda, demostrando así que su éxtasis, donde un ángel le traspasa el corazón, fue real.

El corazón de Santa Teresa de Jesús y la prueba de la transverberación
“Vi a mi lado a un ángel que se hallaba a mi izquierda, en forma humana. Confieso que no estoy acostumbrada a ver tales cosas, excepto en muy raras ocasiones. Aunque con frecuencia me acontece ver a los ángeles, se trata de visiones intelectuales, como las que he referido más arriba.
El ángel era de corta estatura y muy hermoso; su rostro estaba encendido como si fuese uno de los ángeles más altos que son todo fuego. Debía ser uno de los que llamamos querubines . . . Llevaba en la mano una larga espada de oro, cuya punta parecía un ascua encendida.
Me parecía que por momentos hundía la espada en mi corazón y me traspasaba las entrañas y, cuando sacaba la espada, me parecía que las entrañas se me escapaban con ella y me sentía arder en el más grande amor de Dios.
El dolor era tan intenso, que me hacía gemir, pero al mismo tiempo, la dulcedumbre de aquella pena excesiva era tan extraordinaria, que no hubiese yo querido verme libre de ella”.
(Teresa de Ávila, El Libro de Mi Vida).