Enajenados

Por Monseñor Héctor Aguer
Los medios de comunicación dan cuenta de un fenómeno social que para gente de mi edad, y aún para muchos adultos resulta insólito y reciente. Las noticias cotidianas son alarmantes y no es posible acostumbrarse a convivir con un fenómeno semejante. Me refiero a la cantidad abrumadora de delitos (robos y crímenes) que tienen por protagonistas a jóvenes y adolescentes. Por ejemplo, son frecuentes los casos en que atacan a las víctimas que han elegido o que se les presenta circunstancialmente como una oportunidad, a la que intentan despojar del teléfono celular, o de cualquier otro bien y aunque no logren arrebatarlo le disparan un balazo o le arrojan un puntazo cortante y lo matan. Lo hacen con total naturalidad. Frecuentemente cometen el delito en pareja o en grupos mayores, “en patota” suele decirse. No me detengo más en buscar descripciones, ya que cualquiera puede enterarse hasta el hartazgo a través de la televisión, internet o la lectura reposada de un diario. Me interesa intentar una interpretación del fenómeno: ¿por qué tantos jóvenes y adolescentes, y casi niños, en tal cantidad y frecuencia se convierten en delincuentes? Hay varias otras cuestiones (hechos que ocurren) relacionadas con aquellos hechos que no es posible abordar ahora, en que la reflexión quiere concentrarse en la búsqueda de una interpretación del fenómeno principal.
Observando el panorama de la sociedad argentina, diré en primer lugar, “no hay familia”; esos criminales son hijos de nadie; carecen de la formación que desde muy pequeños se forja bajo la tutela y la autoridad amorosa de un padre y una madre. La educación familiar de los hijos es un fenómeno natural del matrimonio estable; hoy día no hay esposo y esposa, padre y madre, sino “pareja”, y pareja que no dura. Los hijos de unos y otros pasan de manos, o quedan solos y sobreviven como pueden. No se me oculta que estoy formulando una generalización, pero aquellas calamidades no ocurren ut in paucioribus, en unos pocos casos, sino que se van extendiendo hasta colorear la sociedad ut in pluribus en una acumulación mayoritaria.
Un segundo elemento de causalidad es, en mi opinión, la escuela: “no hay escuela”. Muchos de esos delincuentes precoces no están escolarizados o lo están a medias. Pero aún así completaran un ciclo escolar, no habrían recibido la formación elemental en el respeto y el amor al prójimo. Desde sus orígenes la escuela argentina conservó apenas una transmisión de algunos principios éticos, pero desarticulados, porque esta educación o mejor dicho instrucción escolar no transmite una convicción acerca de qué, quién, cómo es la persona humana, y que debe ser respetada. La escuela es un factor elemental de socialización.
La segunda consideración me lleva a la tercera causa: “no hay religión”. No existe en este mundo juvenil, sobre todo en amplios sectores populares la fe activa en Dios, su conocimiento y amor. Pueden computarse quizá algunos elementos de superstición, que no son decisivos para la integración moral de la persona. Vale aquí la filosofía del ateísmo moderno: “Si Dios no existe, todo está permitido”, no se asume la distinción entre el bien y el mal, no se reconoce más que lo que yo considero bien: lo que necesito, lo que quiero, lo que me brinda satisfacción y placer.
En muchísimos casos los delitos se cumplen bajo la enajenación del yo de la realidad, como consecuencia del consumo de drogas adictivas. Hace tiempo el consumo de esas sustancias que provocan placer al modo de un paraíso artificial, estaba reservado a los sectores pudientes y educados de la sociedad. Pero actualmente la difusión de las drogas se ha “democratizado”, y son los pobres quienes, en barrios enteros, están atrapados en el círculo delincuencial de la drogadicción. El uso de drogas anima al delito, saben apenas lo que hacen, simplemente así se ha configurado su personalidad.
Entre los delitos cumplidos por jóvenes es frecuente el abuso sexual y la violación, sea heterosexual u homosexual. Esos arranques del deseo no tienen vinculación psicológica alguna con el amor, sino que se agotan en una fugaz satisfacción. Es este otro caso de enajenación del yo. La enajenación sexual se cumple comunitariamente en el boliche, los boliches bailables en los que se amontona una multitud de jóvenes durante toda la noche, comenzando después de la medianoche, tras “la previa”, que se realizó en las casas de los padres de los participantes. En este aspecto de la cuestión hay que señalar la complicidad responsable de los adultos. En esas alharacas, que son un remedo de la verdadera fiesta, al desarreglo sexual se suma frecuentemente la violencia, sea dentro del local o bien fuera, muchas veces expulsados del interior por los guardianes “patovicas”. Aunque han pasado varios años, no se puede olvidar el crimen, en Villa Gesell, de Fernando Báez Sosa; obra de una patota de rugbiers, que en prisión preventiva aguarda el juicio que los condenará.
Podemos intentar una interpretación filosófica del hecho de la enajenación. Los protagonistas advierten que su comportamiento nace de fuentes profundas, son pulsiones de las que no pueden tornarse conscientes; son individuos, no personas. La persona elige el punto motor de su propia existencia; se nace individuo y se llega a ser singular, no confundido a la masa, mediante la elección de un tipo de existencia, de un propósito o proyecto en función del cual cada uno de nosotros se diferencia de los otros del punto de vista del yo y de la libertad. Esta operación puede cumplirse en gente muy joven; es fruto de la educación en la familia o de una vinculación religiosa con Dios. Su condición personal, la emergencia de un yo personal se abre paso en la atmósfera educativa, se verifica como querer pensar y un querer querer. Es fundamental la relación del niño con la madre, la experiencia de donde brota la vida del espíritu, lo que los filósofos llaman ser existencial radical; allí se inscribe la incógnita del destino del hombre.
Es una tragedia la acumulación de jóvenes en las cárceles, o su asesinato por la policía. La sociedad se acostumbra a ver esto; entonces el fenómeno de enajenación avanza y destruye la dimensión auténticamente humana de la sociedad. Lo aquí reseñado existe, de un modo u otro, con diversa intensidad en muchos lugares del mundo; es un efecto de la descristianización de la época moderna. Pero nosotros no podemos resignarnos, porque la esperanza nos llama a elegir la eternidad (Kierkegaard dixit) para vivir humanamente el tiempo.
Por último, cabe una comparación por contraste con lo que, no consiste en una enajenación, sino que saca al yo personal de su recubrimiento sobre sí mismo, de su reclusión en el horizonte de esta vida temporal. Me refiero al crecimiento en la gracia de Dios y en la vida de oración, en la relación religiosa con Dios. Desde niños, desde muy jóvenes pueden los cristianos cruzar la frontera para vivir en Dios, para que Dios viva ellos. Esta es la dimensión mística de la fe. Jesús ha dicho a sus discípulos: “Si alguno me ama guardará mi palabra, y mi padre lo amará, vendremos a él y pondremos en él nuestra morada” (Jn 14,23). Se puede pensar que este modo de vida es para una pequeña minoría, pero en realidad es el destino posible de todo bautizado, es la realización creciente de la gracia del bautismo.
Tenemos que revisar nuestros criterios pedagógicos y catequísticos, la acción formativa de los fieles no debe reducirse a consideraciones morales, sino que es preciso educarlos desde niños en la relación creyente con Dios. La pésima situación religiosa del país no debe hacernos perder la esperanza; que ha de apoyarse en una súplica confiada para que Dios intervenga. Está en juego el misterio de la salvación. Quiero decir que lo contrario a la enajenación es la vida mística.
+ Héctor Aguer
Académico de Número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Académico de Número de la Academia de Ciencias y Artes de San Isidro.
Académico Honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino (Roma).
Buenos Aires, jueves 27 de enero de 2022.-
Santa Ángela de Mérici, virgen.-
El olvido de la verdad
El hombre al exigir una libertad absoluta de decidir sobre sí mismo ha tenido que negar la verdad que implica deberes de todo hombre para consigo mismo.
En ese sentido, los gobiernos y sus falsos intelectuales han construido la idea de verdades relativas o verdades para unos y mentiras para otros, por lo que en realidad deberían llamarse mentiras relativas pero como el término era políticamente incorrecto se ha utilizado el de “verdades relativas” y ello lo necesitaba para destruir la idea de verdad.
La verdad es absoluta o no es verdad y se impone al sujeto que posee esa verdad.
Pero la construcción de verdades relativas abría la posibilidad a una libertad absoluta para el hombre para decidir sobre sí mismo sin dar cuenta a nadie de sus decisiones porque la verdad absoluta obliga incluso al que la posee, el hombre es siervo de la verdad y no puede hacer con ella lo que quiera.
La destrucción de la verdad y la construcción de verdades relativas le abrirían al hombre las puertas a una libertad absoluta de esa manera le fue vendido el relativismo junto con la promoción de males y vicios y se le ofreció la posibilidad de ser como dioses conocedores del bien y del mal y decidir sobre sí mismos como si fueran dioses, eliminar toda responsabilidad para consigo mismo y toda culpa ya que al no existían deberes para consigo mismo sino sólo derechos no había de qué arrepentirse ni ante Quién responder.
La verdad es algo externo y trascendente que se impone a la inmanencia del hombre como un deber y que limita su libertad, “del árbol del bien y del mal no comerás” dice la Verdad.
Las verdades absolutas pueden ser descubiertas o reveladas, si son descubiertas lo pueden ser de dos formas, primero por la contemplación por medio de la inteligencia que lee dentro de la realidad de las cosas y descubre lo bello, lo justo, lo bueno y la verdad y, después, por medio del razonamiento partiendo de verdades contempladas se puede llegar a otras verdades si el razonamiento es correcto. Con lo que debemos diferenciar entre inteligir y razonar como hace Josef Pieper.
Las verdades reveladas son, a su vez, de dos tipos: las que se encuentran en las Sagradas Escrituras y en la Tradición y las que el Magisterio ha logrado extraer por vía de la contemplación de la revelación por medio de los dones del Espíritu Santo, en especial, de inteligencia y sabiduría, y las que el Magisterio ha logrado extraer por vía de razonamiento a partir de verdades reveladas o contempladas en la revelación.
El olvido, pérdida o renuncia a las verdades absolutas ha dejado a la sociedad y a las personas en un estado de indefensión frente a los poderosos de este mundo.
Los gobernantes son los que, según la definición de ley de Santo Tomás de Aquino, se encargan de ordenar la comunidad al bien común político.
Al crearse una libertad absoluta para las personas, por medio del relativismo y de las verdades relativas, se ha producido una destrucción de las verdades absolutas de las personas y de la sociedad o un olvido de las mismas.
El poderoso al diseñar, junto con sus falsos intelectuales, una sociedad que acepta que sólo existen verdades relativas o mentiras relativas y, por lo tanto, contradictorias entre sí, adquiere el gobernante la posibilidad de decidir arbitrariamente sobre las personas y la sociedad.
Si no existen verdades absolutas que oponerle al gobernante, éste puede con libertad absoluta decidir sobre las personas y la sociedad y su poder se convierte en un poder absoluto.
El fundamento del poder absoluto del gobernante es la no existencia de ninguna verdad que pueda serle opuesta y que constituya un obstáculo a la voluntad de poderoso.
Y la absoluta libertad que el relativismo enseña que la persona tiene sobre si misma se convierte en la absoluta libertad que el gobernante tiene sobre la persona y la sociedad.
El respeto irrestricto de las decisiones del prójimo sobre su propia persona se convierte en el respeto irrestricto al gobernante por el poder que éste tiene de decidir arbitrariamente sobre la persona y sobre la sociedad porque no hay una verdad que oponerle a sus decisiones y porque es el encargado de ordenar la sociedad al bien común político.
Si se elimina la idea de la verdad del bien común político, el gobernante puede hacer lo que quiera con su poder, con las personas y con la sociedad.
La eliminación de las verdades absolutas implicó que el gobernante adquiera un poder absoluto sobre un margen de libertad absoluta reconocido en la persona y, por ende, al gobernante.
Si la persona no tiene naturaleza humana, no tiene una ley natural y un derecho natural si no existen deberes y verdades que la persona debe respetar con respecto a sí misma en cuestiones morales, jurídicas, políticas y religiosas, ello significa que no existe nada que la persona pueda oponer como obstáculo a las decisiones del poderoso y que la persona y la sociedad sólo son materia prima en manos de los gobiernos que pueden con ellas hacer lo que quieran, darles las formas, manipularlas y controlarlas, reducirlas, transformarlas o eliminarlas.
La eliminación, el olvido y la pérdida de verdades absolutas sólo pueden conseguirse al precio de la mentira y de la promoción de lo antinatural y de lo inhumano. Porque las verdades relativas fueron construidas para eliminar y hacer olvidar las verdades absolutas de la naturaleza humana, de la ley natural, del derecho natural y de la religión verdadera.
Sólo se puede construir un poder absoluto sobre la destrucción de la verdad y su sustitución por verdades relativas o mentiras relativas que no constituyan ningún obstáculo al ejercicio del poder.
De esa manera para construir ese poder absoluto se necesita olvidar, perder y destruir ciertas verdades y transformarlas en cosas discutibles, en opiniones, en verdades relativas que no obligan a los poderosos.
Es por ello que la revolución es una inversión y lo que busca es acumular poder y riquezas en manos de sus promotores que para eso la promueven.
La negativa a la existencia de la naturaleza humana, ley natural, derecho natural, buenas y malas costumbres y la religión revelada le permite al poderoso un ilimitado margen de maniobras y experimentos con el ser humano y con la sociedad y puede tratarla como una cosa.
Si se habla de derechos de los animales, de los vegetales, de los ríos y de las rocas todo ello termina en una igualación jurídica y política de los hombres a los animales, vegetales y objetos inanimados; con lo que el hombre ni siquiera es reducido a la condición de esclavo sino de simple animal y objeto con el que el poderoso puede hacer lo que quiera y lo mismo con la sociedad.
No es suficiente imaginar un anarquismo libertario utópico porque el hombre por naturaleza es un animal político y, mientras, ese anarquismo vende su paraíso terrenal futuro a módico precio y en un tiempo indefinido; los gobernantes de una sociedad pluralista y relativista siguen sacando provecho de sus poderes absolutos e ilimitados obtenidos tras haber privado a la sociedad y a las personas de ciertas verdades sin las cuáles es imposible el orden y el bien común político y religioso por lo que se ordenan al mal común.
El poderoso es el gobernante pero también todo aquel que puede comprar con dinero las voluntades de los gobernantes, o sea, los pocos grandes ricos de este mundo.
Estos son los que se benefician con la destrucción de la verdad porque no tienen barreras para la manipulación de la persona y de las sociedades.
La ideología de género, el ecologismo, el aborto, la eutanasia, el suicidio asistido, la esterilización, el divorcio, el control de la natalidad, etc. si son considerados bienes, ello significa que deben ser promovidos e impuestos por el gobierno, incluso, en contra de la voluntad de ciertos individuos como sucede con la educación obligatoria de la ideología de género o el arresto de personas que se manifiestan públicamente en contra del aborto o la eutanasia.
Surge así una nueva moral, derecho, política y religión que se impone desde el poder absoluto del gobernante y cuyos deberes y obligaciones no vienen de las verdades sino de la decisión arbitraria de los gobiernos frente a la ausencia, destrucción, pérdida y olvido de la verdad.
En el relativismo, la única verdad absoluta es que todo es relativo, lo cual, como señaló Aristóteles, es contradictorio y, por ello, su aceptación como principio de razonamiento e intelección genera una disonancia cognitiva, una incapacidad de conocer y de ver porque al aceptar como base del razonamiento una mentira los razonamientos que continúan desde este principio falso deberían llegar a conclusiones erróneas y falsas.
Así, desconociendo la verdad se construye sobre esa base la nueva moral, derecho, política y religión global que sólo pueden ser construida sobre lo que no es, sobre la privación de ser y de bien, sobre el mal, sobre lo opuesto a la naturaleza humana, ley natural, derecho natural y verdad revelada y sobre la mentira, o sea, sobre lo antinatural, inhumano, anticristiano y debe ser una construcción para el Anticristo, el que vendrá en su propio nombre y será aceptado.
No son los hombres que constituyen la sociedad los que se convierten en superhombres o en nuevos dioses sino que son los poderosos los que se convierten en los nuevos hombres dioses y los que teniendo la libertad absoluta y el poder absoluto de decidir sobre los individuos y las sociedades tratan a los mismos como si fueran hombres con alma animal, animales, objetos o esclavos.
Reaparece el hombre dios de los imperios, los nuevos césares y los nuevos faraones y reaparecen sus sirvientes, los nuevos esclavos, surgirá, entonces, un imperio global. El profeta Daniel describe a los Imperios como Bestias y San Juan llama en su Apocalipsis lo llama “Bestia del Mar”, el mar es el terreno de la política, para nosotros nuevo orden mundial con su gobierno global.
Este gobierno global tendrá sus hombres con alma divina con poderes ilimitados y absolutos sobre los hombres con alma de animal porque para que algunos hombres se comporten como dioses otros deben comportarse como servidores y esclavos de esos dioses, el poder de los dioses es decidir el destino de los hombres y ese es el poder que buscan los gobernantes y poderosos de este mundo.
Sobre los últimos tiempos y esta ausencia de verdad, sobre las disonancias cognitivas de los hombres que no son capaces de conocer que un hombre no es una mujer y que un animal o un río no pueden tener derechos, que la madre junto con los médicos no deben dar muerte al feto, que no debe dársele muerte a un hombre inocente porque éste así lo pida, que los medicamentos experimentales no deben ser suministrados a la población y menos aún sin que haya consecuencias para quiénes los fabrican mal y para los que permiten esas acciones, que no deben los inocentes ser encarcelados en sus viviendas bajo excu no fundadas en falsas pandemias y sin el debido proceso y otras verdades más que han sido olvidadas generarán que los hombres querrán morir pero no podrán y se perseguirá a aquel que afirme la verdad.
Por ello, para manipular al hombre los poderosos necesitan privarlo de verdades y darles verdades de juguete o verdades relativas que no sirven para oponerse a sus decisiones y a su poder absoluto.
La libertad absoluta queda en manos de pocos, los que gobiernan y los necios útiles quedarán como siervos del poder y sicarios.
Por si le quedan dudas: “La corrupción de la justicia tiene dos causas la falsa prudencia del sabio y la violencia del poderoso” (Tomás de Aquino); “(…) un ciudadano hay al que tal vez debiera exigirse que al mismo tiempo fuese bueno, recto e intachable como hombre: ¡el soberano! (…)”(Pieper, Las virtudes fundamentales, 1980:147) y ello por las “(…) sobrehumanas tentaciones a las que sólo está expuesto el poderoso” (Idem.) pues sabemos que el poder absoluto corrompe de manera absoluta y que “(…) nada ni nadie puede sustraer al poderoso de la realización de una injusticia… salvo su propia justicia. Todo en el mundo depende de que los gobernantes sean justos.” (Idem.:145) Que “(…) apenas si cabe en el mundo del hombre más nefasto y desesperanzador infortunio que el Gobierno injusto.” (Idem.)
Si al poderoso le retiramos el obstáculo que debería establecer sobre él una institución santa como la Iglesia que como una Espada espiritual sobre la espada temporal de los gobiernos impidiera a los mismos obrar injusticias contra el derecho natural, la ley natural y el derecho divino y si al poderoso le permitimos la construcción de una sociedad en la que metódica y sistemáticamente falsos intelectuales y medios de comunicación han destruido y hecho olvidar a los hombres aquellas verdades que hacen al orden en la sociedad y en el hombre, o sea, a la virtud y verdades absolutas necesarias para la vida digna de la persona, la familia, las instituciones intermedias y la sociedad, la Patria y Dios, entonces, como el poderoso está expuesto a sobrehumanas tentaciones y el poder absoluto corrompe de manera absoluta podemos deducir que el gobierno global, cuando aparezca, estará regido por un plebeyo muy capaz que Cristo llamó el otro y que se sentará en el templo de Dios haciéndose llamar Dios.
Alberto Ramón Althaus
Mons. Aguer:
1º ¿Desde cuando dicen la verdad los medios de “comunicación” en vez de servir al padre de la mentira y sus vástagos? ¿No es periodista sinónimo de embustero al servicio de lucifer en los tiempos que corren? Hoy, los aparatos de televisión, pueden ser arrojados a puntos limpios de reciclado y el hueco de la tele se puede llenar con libros de santos y santas. Y para enterarse, además de internet, que hoy lo tenemos hasta en bibliotecas públicas, tiene usted una radio bastante buena y fiel, Radio María, se la recomiendo a todo el que sea sensato.
2º En España, allá por finales de los setenta y en los ochenta, en plena transición al infierno democrático actual, había mucha más delincuencia, terrorismo, crimen y asesinatos que ahora y mucho más violenta e impune con los malvados (la llamaban amnistía, es decir, barra libre para todo tipo de maldad y castigo y persecución a los buenos). Eso sí, ahora rebrota con fuerza, consecuencia que se veía venir desde mucho tiempo atrás, debido al palpable fracaso de las democracias. Las drogas y la generalización de su consumo tienen mucho que ver. La democracia no puede funcionar sin drogar a la mayor parte de la población, como el comunismo atiborraba de vodka a la población en su infierno. Los placeres mundanos han ganado abrumadoramente a la mortificación, Mons. Aguer.
3º La destrucción de la familia (padre, madre e hijos), comenzó hace décadas, no ahora Mons. Aguer, con el mayo del 68 de USA y Francia (no la de Praga), la pornografía (cabarets, revistas porno, películas porno, por ejemplo) o reducción de la mujer primero y luego todos los demás (niños y niñas incluidas) a mera mercancía de placer venéreo (la socialización de la mujer, como afirmaba el anticristo K. Marx), curiosamente por los mismos que hoy se dicen feministas de uno u otro signo. Luego vino la promiscuidad promocionada en todo ámbito, la ridiculización de la castidad, especialmente el celibato, la permisividad hacia el adulterio, el divorcio, el concubinato y amancebamiento (incluido el de sodomitas) equiparado por leyes mundanas satánicas nada menos que al bendito sacramento del matrimonio, mayor insulto a la Sagrada Familia no puede haber, los métodos abortivos (llamados anticonceptivos), el aborto, la fecundación in vitro, la manipulación genética, los bancos de semen y demás monstruosidades satánicas de la “ciencia” no son de hoy, aunque hoy ya se acercan a su máxima intensidad. Pero los cimientos de lo actual se forjaron hace décadas. Así que no se sorprenda.
4º Y la pareja dura mientras dure el baile y la música. Efectivamente. Cuando preguntan si tenemos pareja, mejor contestar que no venimos a bailar.
5º Desde que la educación dejó de ser católica (por ejemplo, desde la pedagogía marxista de Ferrer o Giner de los Ríos, ambas satánicas por su odio a Dios y su Santísima Palabra) ya no se puede hablar de educación en sentido estricto, sino de adoctrinamiento y lavado de cerebro, con creciente alejamiento de Dios del alumnado y mayor incapacidad de éste para saber discernir bien, como conviene a los que quieren esclavos, no hombres o mujeres libres (y solo la Verdad, es decir, Jesucristo, hace libre a uno). No se olvide que la inteligencia y la sabiduría son dones del Espíritu Santo, no de doctrinas o ciencias mundanas. Solo es concebible hablar de educación si se pretende lograr hombres y mujeres de bien, que amen a Dios, pues sin amar a Dios por encima de todos y todo, es imposible el respeto y amor al prójimo (al que amamos no como a un ídolo, sino porque amar al prójimo agrada a Dios Nuestro Señor y es señal del amor a Él. Quien ama a Dios, ve a Dios mismo en el prójimo, “por cuanto hicísteis a uno de estos más pequeños, a mí me lo hicísteis…”) por mucho que se quiera aparentar.
6º La educación ha de pretender, en primer lugar, formar criaturas de Dios, luego si se excluye a Jesucristo Nuestro Señor, Dios y hombre verdadero, y a la Virgen Santísima María de las aulas, ni socialización, ni bombones en vinagre, sino más bien perversión del alumnado, cada vez más intenso y sin contar con los padres en absoluto, sino por imposición estatal. Una escuela, instituto, colegio o universidad sin Dios no es tal, sino una cueva de ladrones de almas y malhechores corruptos al extremo. Por tanto, la doctrina social de la Iglesia (dsi), impuesta desde fuera por magnates, empresarios, jueces, catedráticos y profesionales diversos, no solo aleja a hombres y mujeres de Dios y los acerca al mundo, sino que hace perder la fe, la esperanza y la caridad, y lo que es peor, instrumentaliza la Palabra de Dios como hace cinco siglos la instrumentalizó de modo hereje y blasfemo Lutero y otros. La historia ha hablado y los hechos no se rebaten. La dsi ha fracasado estrepitosamente. Dios nos exige evangelizar, no politizar o mundanizar con la dsi. Que nadie se extrañe que en las últimas décadas, allí donde no fue proscrita la clase de religión por los políticos de todo signo, ésta acabó convirtiéndose en una hora de esparcimiento y de moralina mundana (la de la solidaridad en lugar de la cristiana Caridad, la de la justicia social en lugar de la justicia practicada en secreto y sin jactancia, la del principio de subsidiariedad frente al abandono en la divina providencia y la del bien común o Estado frente al bien sin más) que nada tiene que ver con las Sagradas Escrituras, especialmente el NT y los Santos Evangelios, y las enseñanzas y revelaciones de santos y santas, todos ellos excluidos de la clase de religión.
7º La violación y los abusos sexuales son hoy cosa de instituciones políticas, que ya no solo de jóvenes. Son los pervertidos políticos, drogados la mayoría, los que abusan, violan y pervierten a los niños y niñas que tienen bajo su custodia en organismos públicos, como hoy estamos viendo. Ocurre en casi todas las democracias del mundo, pero los ricos pagan a sus jóvenes víctimas para que no los denuncien. Y los políticos acusan infundadamente en la mayor parte de los casos, como no, a los cuatro degenerados infiltrados en la Iglesia católica, ahora que los primeros se ven con la soga al cuello de que se destape su verdadero rostro de imagen de la bestia al servicio de ésta como corruptores de menores, seductores de masas, embusteros, manipuladores e hipócritas fariseos sin solución.
8º Los filósofos y sus filosofías, como los científicos y su ciencia, tienen mucha credibilidad entre los obispos de hoy, tan engañados por la mundanidad, la política y sus ídolos, pero la explicación de lo que ocurre está en la propia Palabra de Dios. Sin Dios no podemos hacer nada, como nos enseña la experiencia vital y el propio Jesucristo y san Pablo, luego el que se aleja o lo alejan de Dios es como un cordero perdido en el monte, presa fácil de cualquier manada de lobos. Pero en el caso de los adolescentes y los jóvenes no es el ser individual y el singularismo, sino el gregarismo, el que dirán o pensarán los demás, el grupo o banda del sujeto que sustituye a la familia, el que conduce al adolescente o joven al infierno de drogas y demás depravaciones. Precisamente, romper con la corriente que arrastra al individuo hacia los abismos es algo propio del que elige la senda estrecha y tortuosa que conduce a la salvación, aceptando a Jesucristo y rechazando al mundo, incluso a cuenta de verse marginado y excluido. Así ha sido siempre y es hoy. El mundo solo ama a los suyos, no a los de Dios. Y es absurdo querer cambiar esto. Los criterios humanos no valen.
9º La relación del niño y la niña con la madre y con el padre son fundamentales, pero con ambos, no solo con uno. Ni el padre ni la madre se pueden desentender de sus hijos e hijas, aunque como establece san Pablo, para evitar que salgan apocados. Si el niño solo se relaciona con la madre, tiene gran probabilidad de sufrir un desequilibrio que le conduciría a trastornos graves, como la homosexualidad o el afeminamiento, trastornos nada naturales y que causarán gran sufrimiento al sujeto que los padece, incluso tendencias suicidas. Hoy, estos trastornos se están multiplicando debido a los divorcios masivos y al concubinato y otras muchas barbaridades contranaturales, como adopción por parte de uno solo, como si los niños y niñas fueran meras mascotas. Y otro tanto cabría decir si al niño o niña careciese de uno de los dos progenitores. Por esa razón, bueno es que los que quedan huérfanos, gocen de un patrón ejemplar de ambos sexos, sea un hermano, tío, tía, padres de adopción, etc.
10º ¿Asesinados por la policía, Mons. Aguer? Hombre, habrá de todo, pero la policía suele abatir a delincuentes y terroristas que se enfrentan a ellos. Otra cosa es propio de un estado policial, como los comunistas y socialistas, en los que la policía mata a los que no son comunistas y socialistas. Y si un joven trata de violar o robar o matar a quien no le de dinero para sus drogas, y ni atiende las peticiones de alto del policía, lógico que la policía le abata a él antes de que cometa el crimen o atente contra los propios policías, ¿o no?. La legítima defensa no es asesinato.
11º Anda que si como referente tenemos a Kierkegaard, protestante escandinavo, por cierto,…. Mejor ir al NT y a santos y santas, que la filosofía no es más que otro ídolo mundano aparte de tostón insufrible en la mayoría de filósofos célebres.
12º Y con respecto al penúltimo párrafo, muy bueno, Mons. Aguer, le conmino a que ud. mismo, que es obispo, establezca en su diócesis que en clase de religión se rece el santo Rosario completo (mayor bien no se le puede hacer a los alumnos) y se dedique el resto de la clase a leer los Evangelios sinópticos y el de San Juan. Empiece usted, que tiene poder como obispo y eso no se lo puede impedir papa alguno. Predique con el ejemplo. Que la clase de religión sea reflejo de lo que usted predica en su diócesis motu propio. Hagan que niños, adolescentes y jóvenes piensen con todo el amor mucho en Jesucristo y la Virgen María, en los pasajes de los Evangelios y así aprendan a amarle desde esa inicial etapa de sus vidas, además de llegar a ser los mejores profesionales y hombres y mujeres del mundo, la élite verdadera. A ver si la prédica se hace cumplir.