BILOCACIONES DEL PADRE PÍO
En una ciudad del centro de Italia, una joven profesora, ex secretaria de una sociedad fascista, fue acusada de haber procurado armas y bombas a los fascistas para provocar una explosión que mató a militares y civiles. Pero la joven era inocente. Cuando fueron a arrestarla, logró llevar consigo su rosario y una fotografía del Padre Pío.
Primero la llevaron al lugar de su supuesto crimen, y luego a aquel en que debía ser fusilada. Mientras tanto, algunos soldados fueron a su casa, so pretexto de buscar armas, cuando su verdadera intención era robar. De pronto, se escuchó una orden terminante: “¡Basta ya!”, que hizo huir a los soldados, abandonando su botín.
La hermana de la víctima, acurrucada en un rincón, presenció la escena y creyó reconocer el timbre de la voz del santo Capuchino.
En el lugar de la ejecución, la orden de hacer fuego fue interrumpida por la llegada repentina de una interminable columna de vehículos blindados, caballerías, ambulancias y tropas de infantería. El Comandante del piquete de ejecución permanecía de pie en su coche, como hipnotizado.
La joven miraba sin aliento, loca de angustia: cuando pasara el último soldado, sonaría su última hora. Se puso a rezar al Padre Pío, para que le alcanzara de Dios el valor y resignación necesario.
Entonces, un señor se acercó a ella y le preguntó qué se había decidido.
–No sé nada –contestó la muchacha–, y no entiendo nada. Todos los soldados del piquete se han ido, y no queda nadie más que el Comandante, que está inmóvil y como petrificado.
–En tal caso, considérese libre y venga conmigo.
El desconocido la llevó a su casa en su coche. Una vez allí, vio que un grupo de vecinos rodeaban a su hermana.
Ambas mujeres se abrazaron; luego, la condenada a muerte, tomando una foto del Padre Pío colgada en la pared, la besó y la estrechó contra su corazón. Al mismo tiempo, sintió que una mano le acariciaba la mejilla con suavidad.
Unos meses más tarde, pudo al fin expresarle su agradecimiento:
–Padre –le dijo–, no me bastaría toda la vida para darle las gracias.
–Hija mía –contestó el Padre–, es inaudito lo que tu fe ha podido hacerme correr.
Hermosa y santificante historia.Que opinan sobre la ley de memoria democrática en España?,tiene algo de democrática?,a cuántos falangistas asesinaron los que promueven está dudosa ley?.Y tras quitar tantas cruces cristianas de pueblos y ciudades,algunas del patrimonio nacional,que será después,la Cruz del Valle de los Caídos?.
Y por qué tan solo los frailecillos de este valle,se opusieron a la exhumación del Generalísimo?,tras los Reyes Católicos,quienes defendieron con su propia vida a la Iglesia Católica más que los nacionalsindicalistas?.Si creer en Dios es también creer en los milagros,celebremos estos divinos misterios.