¡Hoy es San Francisco de Asís!
Hoy la iglesia Católica celebra la memoria de san Francisco de Asís, un verdadero grande entre los grandes santos, el cual, después de una juventud despreocupada, se convirtió a la vida evangélica en Asís, localidad de Umbría, en Italia, y encontró a Cristo sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo.
Instituyó los Hermanos Menores y, viajando, predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa.
Con sus palabras y actitudes mostró siempre su deseo de seguir a Cristo, y escogió morir recostado sobre la nuda tierra († 1226).

Podríamos escribir libros y libros y no parar, de la historia, la biografía, a la obra, y la espiritualidad de este grandísimo santo, y os invito a profundizar en su vida.
Basta ahora en este post que reflexionemos un poco sobre qué es lo que nos enseñó San Francisco:
Basta ahora en este post que reflexionemos un poco sobre qué es lo que nos enseñó San Francisco:
¿Qué nos enseña la vida de San Francisco?
Nos enseña a vivir la virtud de la humildad. San Francisco tuvo un corazón alegre y humilde. Supo dejar no sólo el dinero de su padre sino que también supo aceptar la voluntad de Dios en su vida. Fue capaz de ver la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre. Veía la grandeza de Dios en la naturaleza.
Nos enseña a saber contagiar ese entusiasmo por Cristo a los demás. Predicar a Dios con el ejemplo y con la palabra. San Francisco lo hizo con Santa Clara y con sus seguidores dando buen ejemplo de la libertad que da la pobreza.
Nos enseña el valor del sacrificio. San Francisco vivió su vida ofreciendo sacrificios a Dios.
Nos enseña a vivir con sencillez y con mucho amor a Dios. Lo más importante para él era estar cerca de Dios. Su vida de oración fue muy profunda y era lo primordial en su vida.
Fue fiel a la Iglesia y al Papa. Fundó la orden de los franciscanos de acuerdo con los requisitos de la Iglesia y les pedía a los frailes obedecer a los obispos.
Nos enseña a vivir cerca de Dios y no de las cosas materiales. Saber encontrar en la pobreza la alegría, ya que para amar a Dios no se necesita nada material.
Nos enseña lo importante que es sentirnos parte de la Iglesia y ayudarla siempre pero especialmente en momentos de dificultad.
San Francisco de Asís, hoy, como ayer y siempre, ruega por nosotros, y guíanos.