El perdón de las ofensas II. Por Juan Cicconi

Por Juan Cicconi
Para Adoración y Liberación
El perdón de las ofensas II
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Mateo 18, 23- 35
¿Perdonar hasta dónde y hasta cuándo?
¿Cuántas veces he de perdonar?
¿Qué entiende usted por perdonar?
1-¿No vengarse?, 2-¿Condonar la ofensa?, 3-¿Devolver la estimación y el cariño al injusto?
Son tres cosas diversas. El hombre de suyo no perdona la injusticia; y no se puede decir que ese impulso sea malo, porque implica en sí el sentido de la justicia, y la justicia es la que conserva el orden en una sociedad, porque perdonar siempre todo y a todos descompagina el orden moral, y a veces no se puede perdonar, aunque se quiera, porque perdonar todo es suprimir la diferencia entre el bien y el mal, aniquilar el sentido moral.
Esto lo podemos ver en que no se puede amar la ofensa en cuanto ofensa porque es un mal, y el mal no se puede amar; y el ofensor mientras no se arrepienta está como identificado con la ofensa.
Se puede perdonar en el primer sentido y en el segundo, pero no en el tercero. Ni Dios mismo perdona – en el tercer sentido – al que NO se arrepiente.
Si yo devuelvo el aprecio a un injusto como si no fuese injusto, hago yo mismo una injusticia contra mí mismo, y lo que es peor, contra la convivencia, y una injusticia mientras no es reparada destruye la convivencia. Si yo exijo reparación, no es porque no haya perdonado, es porque no puedo sin hacer agravio a la conciencia, al orden y al bien común. El otro es el que mantiene un estado de desorden; con el cual, moralmente, no puedo consentir.
Una injusticia NO reparada es una cosa inmortal. Es el peor mal social. Una cosa es perdonar la ofensa y otra es devolver la estimación y cariño al ofensor sino se arrepiente. Distinción acertada de Santo Tomás.
“No te perdoné Yo toda aquella deuda porque me suplicaste.”
Cristo quiere marcar en esta parábola la diferencia inconmensurable que va del hombre a Dios y de las deudas que tenemos entre nosotros y las que tenemos con Dios, los 10.000 talentos es una suma inimaginable, y por mucho que exagerara nunca iba a medir bien Lo Inconensurable, nunca iba a nombrar del todo a Lo Inefable. Cristo era un excelente artista. Cuidado con la justicia de Dios, pues es desmesurada y extrema; así como perdona en un instante, así también castiga en un instante con un rigor implacable.
La moral cristiana, por sublime que sea, no es imprudente ni utópica; guarda un sensibilísimo equilibrio entre el impulso de vindicta y la indiferencia y apatía. Solo veamos en la historia las grandes batallas ganadas por el cristianismo.
Nos queda una última y gran batalla, con un excelente Gran Capitán al frente de los ejércitos.
Bibliografía consultada: El Evangelio de Jesucristo – P. L. Castellani
Nota: 1- Un talento son 59 kilos de oro puro. 2- Contra los cuatro pecados espirituales predicó Cristo: Soberbia, Avaricia, Envidia e Ira. Solo veamos la ira donde lleva: cólera, rencor, venganza, odio, resentimiento y desesperación.