Aparición de Nuestra Señora de La Salette. Advertencia para los últimos tiempos. Por Alejandra Mesén
"Ya es hora de que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id y mostraos como hijos queridos míos. Yo estoy con vosotros y en vosotros, siempre que vuestra fe sea la luz que os alumbre"

Por Alejandra Mesén
Corresponsal AyL Costa Rica
Palabras conmovedoras de la Santísima Virgen María:
“Llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo.
Ya es hora de que salgan y vengan a iluminar la tierra. Id y mostraos como hijos queridos míos. Yo estoy con vosotros y en vosotros, siempre que vuestra fe sea la luz que os alumbre. Y en estos días de infortunio, que vuestro celo os haga hambrientos de la gloria de Dios y de la honra de Jesucristo. Pelead, hijos de la luz. Vosotros, pequeño número, los pocos que veis, pues he aquí el tiempo de los tiempos el fin de los fines”.La Santísima Virgen, hace eco de las palabras proféticas de San Luis María Grignion de Montfort anunciando que los Apóstoles de los Últimos Tiempos serán, en una forma sin precedente, verdaderos hijos consagrados a María:
“Llevarán en la boca la espada de dos filos de la Palabra de Dios, sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz, en la mano derecha el crucifijo, el Rosario en la izquierda, los sagrados nombres de Jesús y María en el corazón y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.
Tales serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. Pero, ¿cuándo y cómo sucederá esto?… ¡Sólo Dios lo sabe! A nosotros toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia (Sal. 40, 2)”.
“Los que yo llevo por decirlo así en mis brazos, dice ella, “los que se hayan entregado a mí para que yo los conduzca a mi Divino Hijo”.
Hay en estas palabras un misterio admirable y un secreto que sólo el Espíritu Santo nos puede hacer profundizar. La Virgen hizo saber a Melania que ella deseaba la fundación de la Orden de la Madre de Dios, la Orden de los Apóstoles de los Últimos Tiempos. Con este fin, ella le dictó una regla de 33 puntos, verdadera obra maestra de pureza doctrinal y a la vez sencilla y concisa.
Nos toca callar, orar, suspirar y esperar como nos dice San Luis María de Montfort.
Hasta el Cielo no paramos.
Santos o nada.
¿Quién como Dios?
¡Nadie como Dios!