Del sentimentalismo católico a la herejía.

2 20

Vicente Montesinos

 

papa_Francisco

 

Hoy observamos a enormes masas de católicos que idolatran al Papa Francisco.

Más allá de que desde el punto de vista del debe y el haber del presente Pontificado, no se entienden dichas efusiones (básicamente por el daño a la doctrina, la confusión y el cisma de hecho que Bergoglio está dejando a su paso), el fenómeno en sí excede a este Papa como tal, aunque su personalidad y su disfrute personal con el asunto lo han acentuado. Porque el fenómeno en sí no tiene otro nombre que sentimentalismo religioso. Y es un grave peligro.

Este sentimiento destruye la fe, convirtiéndola en un acto absolutamente subjetivo, que deja de ser un acto sobrenatural de adhesión de la inteligencia (animada por la voluntad y con la ayuda de la gracia) a las verdades inmutables de nuestra religión.

Sentimentalismo pues, que es sentimiento barato. Que destruye la razón y convierte al “católico” en un ser emocional, que hace retroceder de todo punto la recta razón.

¿Y que está suponiendo esto en la práctica? Pues que nuestra religiosidad (porque de eso se trata) no se diferencia de la de los pueblos primitivos o las tribus. Ni más ni menos.

Si al sentimentalismo le añades una pizca de populismo (que algo sabemos de eso en los últimos años) ya tienes la bella epopeya de la “Iglesia de los Pobres” montada, lo cual, a su vez, de forma sentimentaloide y falsaria, genera más populismo, y más sentimentalismo. Más idolatría al líder de la manada, y más ausencia de fe y razón ciertas y verdaderas.

La Iglesia de Cristo fue, es y será siempre la de todos. Pobres y ricos. Altos y bajos. Guapos y feos. La Iglesia ha enseñado siempre a sus hijos ricos el buen uso de las riquezas, y a sus hijos pobres a amar y aceptar la pobreza. ¿O no era rico José de Arimatea que cedió su sepulcro nuevo para que Nuestro Señor fuera enterrado, y después resucitara?

La actual jerarquía, lejos de formar a la grey en la recta conciencia, discernimiento, fe y razón, potencia este debastador sentimentalismo, que prohibe “hacer proselitismo” hablando de Cristo, y lanza camisetas con el “Super Papa”, que lleva en la mano una “cartera de valores”.

Es la tribalización de Nuestra Iglesia. Es el “siento, luego creo”. Es el sentimentalismo inmanentista, por el que rápidamente nos deslizamos por la ladera del panecumenismo, y la del “paz y amor, y el Plus pa’l salón.

Ya no se trata de creer en las verdades inmutables de Nuestra Fe, proclamadas por Cristo y salvaguardadas por Nuestra Santa Madre Iglesia durante 2000 años. Hasta ahora. Porque ahora se trata de “sentir”, aunque sea algo vago, abstracto, espiritual, lo que sea… “Sentir”… Y de ahí a la relatividad de la verdad y de todas sus formas, entre las que, por supuesto, están las dogmáticas.

Es la supra-religión que vislumbró Sanahuja. Es el Nuevo Orden Mundial. Es el “vive y dejà vivir”, que sustituye a los mandamientos de la Ley de Dios.

Es el “Gaudete”. “Gaudete”. Diviértanse. No vayan a molestar a la gente con Jesucristo y su mensaje de salvación para el hombre, sellado con su sangre, y confirmado con su resurrección glosiosa. ¡No hagan proselitismo, boludos!

¿Y quien soy yo para “juzgar a nadie”?  (salvo a los católicos fieles a la verdad inmutable).

A la vista de los expuesto ya no hay herejes, ya no hay una religión verdadera ni religiones falsas. Ya no existe la Iglesia de Dios. Solo “hermanos, separados por matices, pero unidos en lo sustancial”

¿Quién soy yo?… Excepto si se trata de católicos dispuestos a defender que la Verdad es una y que sólo por Jesucristo se va a Dios Padre. Entonces… ¡Te vas a enterar de quién soy yo!

Y porque hasta el cielo no paramos… ¡Que Dios os bendiga!

 

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2 comentarios
  1. Carlos Pamplones says

    Excelente, Vicente, excelente. Tu percepción sobre el sentimentalismo religioso es acertadisimo.

  2. adoracionyliberacion says

    Gracias, Carlos. Eso se debe, entre otras cosas, a maestros como tú

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