Perla del Evangelio de hoy: la parábola del hijo pródigo.
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’. Y, levantándose, partió hacia su padre.
«Padre, he pecado», debemos decir nosotros, y sentir el abrazo de Dios en la confesión, y en la Eucaristía.
Es una fiesta, porque el hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida.
Así, ya que «Dios nos espera —¡cada día!— como aquel padre de la parábola esperaba a su hijo pródigo» (San Josemaría), recorramos el camino con Jesús hacia el encuentro con el Padre, donde todo se aclara.
El protagonista es siempre el Padre.
Que la Cuaresma nos lleve a interiorizar esta llamada a participar en la misericordia divina, ya que la vida es un ir regresando al Padre.