Padre Pío y el Ángel de la Guarda: Una Oración para la Protección Diaria
ORACIÓN DEL PADRE PÍO AL ÁNGEL DE LA GUARDA
En la tradición cristiana, los ángeles de la guarda ocupan un lugar especial como mensajeros de Dios y custodios personales de cada alma. Desde la infancia, muchos hemos escuchado que junto a nosotros camina un ser espiritual asignado por el Creador, cuya misión es guiarnos, protegernos y llevar nuestras oraciones ante el trono divino. Esta verdad consoladora no es una simple metáfora, sino una enseñanza profundamente enraizada en las Sagradas Escrituras y en la doctrina de la Iglesia.
Uno de los santos que vivió con especial cercanía la presencia de su ángel custodio fue San Pío de Pietrelcina, más conocido como Padre Pío. Este humilde fraile capuchino italiano del siglo XX fue reconocido no solo por sus dones místicos y estigmas, sino también por su intensa vida espiritual y su continua comunicación con seres celestiales. Para el Padre Pío, su ángel de la guarda era un compañero fiel, al que recurría en momentos de necesidad, dificultad o incluso para transmitir mensajes a otras personas.
La oración que compartimos a continuación es un testimonio del amor, la confianza y la devoción que Padre Pío tenía por su ángel. Es una súplica sencilla pero poderosa, que nos invita a renovar nuestra relación con ese ser celestial que Dios ha asignado para nuestro cuidado. Al rezarla, abrimos el corazón a una presencia silenciosa pero constante, que vela por nosotros con ternura y fidelidad. Que esta oración nos ayude a redescubrir la cercanía del cielo y a caminar con mayor esperanza en nuestro peregrinar por la vida.
ORACIÓN DEL PADRE PÍO AL ÁNGEL DE LA GUARDA
Oh mi Santo Ángel de la Guarda,
cuida mi alma y mi cuerpo.
Ilumina mi mente para que pueda conocer mejor al Señor mi Dios
y amarlo con todo el corazón.
Vigílame cuando rezo para que no ceda a las distracciones de la vida.
Sostenme con tus consejos para vivir como un buen cristiano
y ayúdame a cumplir las obras de generosidad.
Defiéndeme de los engaños del maligno
y socórreme durante las tentaciones
para que pueda vencer en la lucha contra el mal.
