¿Somos cristianos o sensatos los católicos de hoy? Por Álex Holgado
¿Qué estamos enseñando entonces en las denominadas escuelas católicas o confesionales?
Por Álex Holgado
Adoración y Liberación
Resulta casi imposible quebrar el hielo ideológico que techa cada época. Siempre ha sido así, pero hoy, en este momento histórico especialmente soberbio, lo es todavía más. Y, sin embargo, los cristianos estamos llamados a hacerlo por vocación: el mundo es enemigo de nuestra alma, ¡cómo vamos a sentirnos a gusto en sus parámetros!
La conocida reflexión de Chesterton subrayando que cada época es salvada por ese puñado de hombres inactuales es mucho más que un aforismo ocurrente. En la Roma pagana antigua los cristianos fueron tachados de fanáticos, de traidores, de incivilizados y hasta de caníbales porque, simplemente, no se plegaban a lo establecido, como sí hacían los seguidores de centenares de cultos sensatamente integrados en el zeitgeist del imperium, un imperio, ¡cuidado con esto!, que era la cumbre de la cultura y la civilización en el mundo. A veces el sentido común que guía el siglo puede resultar el peor enemigo del Bien y la Verdad.
El modernismo triunfante, la cloaca donde vierten todas las herejías, como lo definiera san Pío X en Pascendi (1907), se sustenta en una fe ciega en el progreso humano y en su implícita promesa de alcanzar el paraíso en esta tierra. Y nos espera la peor de las condenas a quienes hoy nos negamos a comulgar con la rueda de molino del optimismo anarco-colectivista, materialista y sibilinamente apóstata que mueve al modernista.
“Ninguno de los bienes de este mundo, siendo finitos, puede llegar a atraer necesariamente el querer libre del hombre”, aclaran D.José Rivera y D.José María Iraburu en la magnífica Síntesis de espiritualidad católica (Gratis Date, Pamplona, 2008), y concluyen, siguiendo lo que la Iglesia siempre ha enseñado, que solo la adhesión a Dios puede garantizar la genuina libertad del hombre. ¿Cuántos de los que nos autoproclamamos cristianos estamos dispuestos a aceptar la esclavitud del fiat de María y de los santos?
El “orgullo de la vida” (1Jn 2,16), la concupiscencia de los sentidos, es el paradigma del pensamiento de hoy que nos impide aceptar –incluso entender- que la libertad que nos presenta el mundo es un logismoi o pensamiento malo per se. Por eso ya no se leen ni se enseñan las hagiografías: para la deformada visión modernista esas vidas no son vida.
El sentido de la vida –siempre reinterpretado en cada época, no para los cristianos, que tenemos la roca firme de Jesucristo y su Evangelio custodiado por la Iglesia- no reside en experimentar, sino en trascenderla; su esencia no es lo sensitivo, sino lo verdadero; su pauta no es lo biológico, sino lo moral.
¿Qué estamos enseñando entonces en las denominadas escuelas católicas o confesionales? Juzguen ustedes los resultados obtenidos con el concierto educativo en los últimos cuarenta años. El modernismo no rige tan solo la existencia de los no creyentes, sino también de la mayoría de quienes se definen católicos.
El P.Andrés Manjón, el san Juan Bosco español por descubrir, inspirador de 400 escuelas Ave-María a inicios del siglo XX, era muy directo y escribió en sus Orientaciones pedagógicas, en 1910, algo que debería sacudirnos nuestro sopor: “Toda escuela laica es un semillero de anticristianos, toda escuela no cristiana es un centro de odio y desvío del Cristianismo”. ¿Es cristiana la escuela confesional de hoy?
Suena excesivo, la verdad siempre chirría en tiempos de impostura generalizada. ¿Qué molde está ahormando las almas de nuestros hijos en los colegios “de la Iglesia”? ¿Son cristianas o un semillero de anticristianos? ¿Acaso transmiten el fundamental criterio de “no anteponer nada a Cristo”, como escribieran san Benito o san Juan Pablo II, dos santos de épocas tan lejanas entre sí aunque semejantes en su corrupción moral derivada del antropocentrismo? ¿Qué clase de espiritualidad se imprime en la pastoral juvenil, en las JMJ de la diversidad y la fraternidad sin conversión a Cristo?
Hermanos sacerdotes, a ustedes les está apelando el Señor, en este momento histórico de soberbia humanista, son más necesarias que nunca las voces discordantes y valientes que animen a romper el hielo ideológico que nos asfixia y paraliza para poder ser verdaderamente libres. No tengan miedo de ser inactuales, de ser señalados, de ser excomulgados, de ser pastores y mártires, y salven por medio de Jesucristo a las ovejas que les ha confiado en esta época de apostasía generalizada.
Que el Espíritu Santo les ilumine.