El disidente que se fue a por tabaco y no volvió. Por Laureano Benítez
Estos disidentes maleducados parece que me miran por encima del hombro, que no me consideran digno de escuchar sus verdades, que para eso las han traído de un Sinaí de esos.

Laureano Benítez
Hay muchos tipos de disidencia: tenemos la disidiencia controlada, la fantasma, la catastrofista, la nuevaerista, la católica, la patriótica, la anarca., la grafenística, la espiguista… pero hay una que la engloba a todas y que, además, es la más frecuente, y con la que más he tratado: la disidencia-que-va-a-por-tabaco.
En ella militan los disidentes que van de guays, que te llaman hermano, que te endulzan con bellas palabras, que posan con sus mejores galas, que te prometen el oro y el moro, que te aseguran que te van a invitar a sus canales, que te halagan y te garantizan amistad eterna y después, en cuanto se dan la vuelta, si te he visto no me acuerdo: fueron a por tabaco.
El último caso ha sido el de un disidente famosete –de cuyo nombre no quiero acordarme–, que ni siquiera se ha dignado responder a una llamada telefónica y a un mensaje donde le proponía hacerle una entrevista. Ni me ha dicho que sí, ni me ha dicho que no, sino todo lo contrario: mutis por el foro, ná de ná.
El caso es que a este disidente le han hecho muchísimas entrevistas, pero resulta que a mí me ignora, y no sé porqué motivo, y no sé porqué razón.
Estos disidentes maleducados parece que me miran por encima del hombro, que no me consideran digno de escuchar sus verdades, que para eso las han traído de un Sinaí de esos. Bueno, pues a este disidente tabakero y a los que son como él me voy a permitir decirles que he escrito 37 libros, que he dado conferencias por toda España, que he escrito más de 700 artículos, que he realizado infinidad de vídeos, que llevo años en las trincheras y barricadas, bajando al barro,… He puesto escritos y reclamaciones a todos los organismos: ministerios, secretarías, direcciones generales, Colegios de Médicos, Ayuntamientos… protestando por el 5G, la profanación de Franco, la vakuna, las mascarillas, el fraude electoral, el kambio klimátiko y los chemtrails… no he dejado títere con cabeza, y ahora estoy batallando contra los semáforos inclusivos y las banderas LGTBI en edificios oficiales.
¿Qué han hecho estos disidentes tabakeros? La mayoría se dedican a inciensarse unos a otros en sus tertulias, sus simposios, sus congresos, sus platós, sus canales… en la misma endogamia que infecta a las bandas, sean mafiosas o de la disidencia, donde se encantan de haberse conocido, donde se llevan la fama mientras otros cardan la lana, donde se musitan ante el espejito de la Blancanieves eso de “¡Qué bueno estoy, qué tipo tengo!”.
La verdadera disidencia es aquella que no comparte los espúreos principios y las conductas censurables de la mafia a la que pretenden combatir: donde hay deshonestidad, hay que poner honestidad; donde hay mentira, hay que poner verdad; donde hay irrespetuosidad, hay que poner respeto; donde hay deshonor, hay que poner honor; donde hay traición, hay que poner fidelidad.
Sin embargo, ahí los tenéis, a esos disidentes-que.van-a-por.tabaco: maleducados, engreídos, irrespetuosos, incapaces de practicar las más elementales normas de la cortesía, del civismo.
En los años que llevo en esto, puedo contar con los dedos de una mano los disidentes que no me han ido a por tabaco: todo es maravilloso, todo es genial, hasta que un día no te contestan una llamada, no te responden ningún mensaje, desaparecen, se esfuman, se volatilizan, y enseguida pasan a mi lista negra…
No, no son abducidos, porque siguen en su movida, de tertulia en tertulia, de conferencia en conferencia, pasándote mensajes solamente cuando quieren publicitar sus logros.
Y es que ya lo dijo aquel: “Cuando más cambia todo, más sigue lo mismo”. Pues eso: que se vayan con viento fresco de una vez.