BELÉN EN DANZA: La viga de nuestro ojo
Serviles, zombis, lameculos, vendidos, indignos, habéis vendido vuestra alma al diablo por un mísero sueldo de mierda y un estatus. Podéis meteros ambos por el culo. Yo me quedo con mi conciencia y mi dignidad. Quizá no me dan de comer pero al menos moriré honesta.

Belén Calvo
Adoración y Liberación
Es desolador acudir a buscar información o algún servicio concreto y darse cuenta que el que debería saber en realidad no sabe.
El abogado me dice que el banco tiene obligación de darme tal papel que necesito. Llamo al banco y ni conocen el papel, y lejos de informarse me despachan diciendo que ellos no tienen eso, que lo busque en otro sitio. El abogado vuelve a insistir en que es el banco quien está obligado a proporcionarlo así que empieza uno un periplo de teléfono en teléfono, de oficina en oficina; y a base de ponerse muy pesado y ya por aburrimiento, por fin alguien decide informarse y resulta que si, que tienen ese papel y también la obligación de dármelo. Ni una sola disculpa por parte de nadie. Ni un solo cambio de actitud para la próxima vez estar mejor informado.
Una amiga decide cambiar de compañía de Internet y se informa de las posibilidades de fibra óptica en su edificio. La telefonista de su compañía le dice que con ellos no, le manda al administrador del edificio, este a otra empresa, esa otra empresa a otra más, de ahí al ayuntamiento, estos al presidente de la comunidad, este de nuevo al administrador, el cual, cansado ya, por fin, se informa, y resulta que siempre hubo fibra óptica en el edificio y hasta su propia compañía telefónica podía ofrecérsela. Ni una sola disculpa por parte de nadie. Ni un solo cambio de actitud por parte de nadie para la próxima vez estar mejor informado. Sólo el técnico que fue a instalarlo, autónomo contratado por servicios sueltos, nos dio su tarjeta y dijo: no pierdan tiempo, llámenme a mí para cualquier duda, esta gente no sabe…
Cuando necesitamos alguna información del ayuntamiento, comunidad o algún servicio oficial, mi recomendación es siempre llamar varias veces, todas las que sea necesario, hasta encontrar una persona al otro lado del teléfono que sepa responder; porque la inmensa mayoría no saben nada de lo que uno pregunta. Seguro que a ustedes les habrá pasado. A mí les aseguro que muchas veces, que en una primera llamada te dicen “no, eso no lo podemos hacer desde aquí, eso tiene usted que ir a…”; el típico periplo que antaño era de ventanilla en ventanilla y hoy es de teléfono en teléfono. Termina uno por desmoralizarse y -a no ser que uno sea muy terco y con una paciencia infinita-, por rendirse y desistir.
La ignorancia, la incompetencia, la ineficiencia y el más absoluto descaro a que ni siquiera importe que se vea, inunda todos y cada uno de los ámbitos de nuestra vida.
Es harto complicado, en cualquier disciplina, campo, ámbito o tarea, encontrar a alguien que verdaderamente sepa.
Mi afición es estudiar, y siempre ando matriculada en algún curso, taller, seminario o aunque sea en alguna asignatura suelta de esta o aquella materia. Bien, pues lo más difícil con diferencia a la hora de estudiar es encontrar algún maestro que sepa algo de lo que enseña.
Ahora son todo cursos prefabricados, programaciones muy vistosas sobre papel, que cuando te metes en materia resulta que te ponen un powerpoint con algo de jerga, datos, estadísticas, cuadros de colores y anglicismos para nombrarlo todo y ni una gota de Conocimiento, saber, aprendizaje, entrenamiento, lección y mucho menos sabiduría. Ni un gramo.
Esa es la dinámica habitual. Salvo honrosas excepciones, por supuesto, que las hay. Aunque lleve Dios y ayuda encontrarlas…
Yo lo comparo con el merengue. Cuando se baten las claras del huevo aumentan de volumen y crecen y crecen hasta volverse densas, blancas, vistosas, enormes. Así es la apariencia de lo que nos venden. Pero si esperas un poquito, a nada que pasan unos minutos reposando, el merengue se va desinflando y perdiendo su volumen y su vistosidad y volviendo a lo único que es en realidad, dos o tres claras de huevo que no llenan ni medio vaso.
Vivimos en un mundo de merengue. Aire con apariencia de algo denso. Ocupa espacio pero en realidad está vacío. Es espectacular en su aspecto, pero cuando lo quieres abarcar desaparece y se vuelve líquido.
Miren lo que está pasando con la ciencia. Los que verdaderamente saben no resultan dicharacheros ni vistosos. Para entenderlos hay que poner esfuerzo, escuchar con atención las explicaciones minuciosas, dedicar tiempo y atención a aprender.
El bocachancla que no sabe ni de lo que habla resulta mucho más fresco al oído, lo reduce todo a una soflama, le pone mucha jerga resultona y te deja un par de ideas muy claras y sobre todo emocionales para que te calen bien; que casi siempre se pueden resumir en bueno/malo, blanco/negro. Y así perpetúan tu ignorancia, que no es más que un reflejo de la suya; y el objetivo de los que intentan dominar el mundo: que nadie sepa nada realmente. Una masa de mediocres ignorantes e incapaces dependientes de ellos.
Lo más complicado en este momento en cualquier cosa que uno necesite, es encontrar a alguien que verdaderamente sepa.
Personalmente voy acumulando una lista de profesionales eficientes. ¿Que encuentro un fontanero -tenga título o no- que sabe lo que hace? Me apunto sus datos y los guardo como oro en paño. ¿Que doy con un empleado de alguna empresa que sabe de lo suyo, y lo que no sabe lo busca o trata de encontrar respuestas? Le pido su nombre y la forma de contactarlo a él directamente. ¿Que tras décadas de búsqueda doy con un médico honesto que sabe lo que hace y asume sus limitaciones además de respetar el juramento hipocrático “primum non nocere”? Pues ya no lo suelto. Viajo donde sea necesario, pago lo que sea que haya que pagar así tenga que pedir un crédito, y voy donde tenga que ir; pero ya no lo suelto.
Hace años tuve que hacer una obra y encontré un arquitecto muy eficiente, que parecía conocer todos los entresijos, todas las normativas, la forma más barata y eficiente de resolver complicaciones que iban surgiendo, etc. Fue justo en plena crisis de 2008. Le pregunté si le estaba afectando mucho la crisis en la construcción. Me dijo que sí, que había bajado mucho el trabajo, pero que él se mantenía bien porque tenía muchísimo trabajo revisando proyectos de otros arquitectos. Me extrañó el comentario y le pregunté a qué se refería. Dijo que la mayoría de muchachos que salían de las facultades de arquitectura, sobre todo las privadas, tenían muchas carencias; así que una vez realizado un proyecto de construcción o de remodelación se lo enviaban a él, que cobraba un dinero por revisarlo y corregía cálculos, reconducía errores, replanteaba los planos y los devolvía perfectos. Que la mayor parte de sus ingresos venían de hacer esas correcciones.
¿Y qué va a pasar cuando tú y los que como tú tienen verdadera formación se jubilen? Se empezarán a caer los edificios, me dijo.
Pero esto no se queda sólo en saber o no las habilidades que ofrecemos al mundo para ganarnos la vida. Lo que hay de fondo es falta de honestidad. Es esa actitud de rata de: yo solo cumplo ordenes; yo sólo sigo protocolos; yo relleno las actas; yo cumplo las normas; yo hago lo que me dicen.
Pero esto no se queda sólo en saber o no las habilidades que ofrecemos al mundo para ganarnos la vida. Lo que hay de fondo es falta de honestidad. Es esa actitud de rata de: yo solo cumplo ordenes; yo sólo sigo protocolos; yo relleno las actas; yo cumplo las normas; yo hago lo que me dicen.
Ya hace rato que no podemos ser ingenuos y seguir pensando que el problema es la incompetencia de algunos o la poca formación de otros. No, señores, todo esto es intencionado.
Quieren que no encontremos respuestas. Quieren que nos desesperemos y desistamos. Las leyes de educación, por ejemplo, las hacen específicamente para formar ignorantes. Y así con todo…
Cuando yo renuncié a mi puesto de por vida en un centro público no fue porque conviviera con ineptos, la mayoría era buena gente, que simplemente cumplía sobre el papel, y obedecía las consignas, independientemente del efecto que eso tuviera en la realidad.
Lo que colmó el vaso y me obligó a tomar la decisión de renunciar a mi plaza fue cuando el director del conservatorio me dijo: Belén, esto quizá cambiará con los años, pero mientras, hay generaciones que se pierden.
¿Qué? ¿que yo tengo que mirar a los ojos a un alumno y decirle: lo siento, eres la generación que se pierde? Conmigo no contéis para esto. Con mi esfuerzo de tantos años, con mis rodillas sin cartílago, con mis años de pies sangrando a diario, con tantas horas de estudio, con tanto esfuerzo, sudor, lágrimas y trabajo para que, con cuarenta años todo eso sirva para decirle a mis alumnos ¡Eres la generación que se pierde! ¡Antes prefiero morirme de hambre, dedicarme a otra cosa, o tirar todos mis títulos a la basura! Conmigo no contéis para regalar títulos que son papel mojado, no contéis conmigo para tirar la vida de un ser humano por el retrete.
Serviles, zombis, lameculos, vendidos, indignos, habéis vendido vuestra alma al diablo por un mísero sueldo de mierda y un estatus. Podéis meteros ambos por el culo. Yo me quedo con mi conciencia y mi dignidad. Quizá no me dan de comer pero al menos moriré honesta.
No es casual que para cualquier cosa tengas que armarte de paciencia y recorrer una ventanilla tras otra en bucle hasta que te rindas.
No es casualidad que cada vez te exijan más títulos y ninguno de ellos te forme verdaderamente.
No es casualidad que para cualquier cosa te exijan papeles que requieren todo un periplo de humillaciones y condiciones absurdas para poder lograrlos.
No es casualidad que cada vez haya más leyes, más normas, más reglas, con sus respectivas matizaciones, enmiendas, puntualizaciones, para que al final te rindas, vayas a lo sencillo y digas a todo que si, renuncies a entenderlo y consientas con tal de vivir en paz y dejar de perder tiempo en absurdos que no comprendes.
NO ES CASUALIDAD.
Está hecho así a propósito.
¿Qué podemos hacer?
Toca hacernos cargo de la viga de nuestro ojo.
Ciertamente yo no puedo cambiar toda esta podredumbre que nos rodea. Pero si puedo, primero dejar de colaborar con ella con mi consentimiento; segundo dejar de callar ante las cosas que importan y tercero y más importante: cambiar yo.
Han envilecido a la gente.
Han perdido su conciencia.
Así hemos llegado hasta aquí.
Si todos hubieran dicho NO a cada mini-corrupcion, jamás habrían podido hacernos esto.
Cada vez que tragamos con algo incorrecto somos cómplices.
Mi maestro decía: no hay bailarines mejores o peores, los hay buenos y malos, la diferencia está en los detalles.
Las cosas bien hechas solo pueden ser de una manera: hechas como deben ser. Bien hechas es igual a hechas. Lo demás son sucedáneos.
Señores quizá ha llegado el momento de replantearnos toda nuestra vida.
Quizá si dejamos en serio de consentir habremos de cambiarlo todo.
¡Pero qué haré si no trago con las pequeñas corruptelas en mi trabajo! ¡Pero qué pasará si dejo de tragar con los sinsentidos del día a día! ¡Pero cómo mantendré a mi familia si dejo de consentir lo que sé que está mal!
Quizá haya que empezar por renunciar a todo lo que en realidad no necesito.
Quizá, sólo quizá, tenga que priorizar radicalmente.
Quizá tenga que elegir entre una vida más modesta, más sencilla, más humilde, sin caprichos, consumo ni ciertas comodidades; para ganar en calidad, cualidad, densidad, valor, y verdad.
SÍ, ya, pero eso no llena la barriga, pensaréis algunos. ¿Por qué no? ¿No tenemos suficiente creatividad acaso? ¿No crees que si buscas de verdad podrá existir un medio de vida digno, creativo y honesto que verdaderamente aporte al mundo tu saber y tu capacidad y que no requiera de tu sumisión, tu complacencia o tu indignidad?
Dios nos hizo a su imagen y semejanza.
Él es el Creador, nosotros la criatura. Pero, sin poder ponernos en el lugar del Creador ni creer que podemos intercambiarnos con Él, sí nos dio una capacidad creativa asombrosa ¡Usémosla!
¿Hasta qué punto queremos de verdad acabar con esta situación?
¿Vamos a conformarnos sólo con volver a lo de antes? ¿A la corrupción que ha gestado todo esto pero que no se veía? ¿Queremos simplemente volver unos pasitos atrás o queremos limpiar de verdad el pantano y recuperar una vida sana, santa, orgánica, real, verdadera, digna, HUMANA?
Hazlo.
Sólo hay una forma de hacer las cosas: hacerlas como tienen que ser. Bien, es igual a hacerlas. Todo lo demás es un sucedáneo.
Cualquier cosa que queramos iniciar requiere, por un lado aprender.
Aprende.
Permítete el proceso, no es algo que se pueda hacer de un día para otro.
Por otro lado hay que asumir que no será fácil y habrá obstáculos.
Asúmelo. Acéptalos.
Y esto nos lleva de vuelta al punto uno. ¿Cómo me enfrentaré a los obstáculos? Aprendiendo.
Aprende.
Pero aprender supone enfrentar dificultades, obstáculos.
Enfréntalos. Aceptalos. Aprende.
El bucle es infinito.
Pero garantiza un disfrute sin fin, un enriquecimiento continuo. Una vida rica, densa. Un sentido real, con contenido. Un crecimiento continuo, saludable, vivo. Un servicio REAL al bien común mientras te sirves también a ti mismo. Un mejoramiento propio que contribuye DE VERDAD al mejoramiento de mi comunidad y por tanto del mundo.
Una vida con sentido.
La vida sin esfuerzo ni aprendizaje es la vida del cadáver. Del no-ser. Del que vegeta en la no-creación, del no-dios: del anticristo.
¿Muy radical?
¿Acaso no es radical la agresión que estamos sufriendo?
¿Puede algo radical ser resuelto con tibieza?
Os animo a escuchar a este señor.
Advierto que no es apto para oídos sensibles ni tibios de ningún grado. Es radicalmente políticamente incorrectísimo.
Cierto es que para un Asperger el aislamiento no es un alto precio a pagar ¡Más bien es un premio!; o para un Alta Capacidad, o para un asocial simplemente. Este tipo de personas suelen, solemos, buscar el silencio y la soledad. Para nosotros es más fácil renunciar a todo lo gregario. Pero somos millones de seres en el planeta, y siempre puede uno encontrar su pequeña burbuja, su pequeña comunidad de afines, con los que compartir, convivir y amar.
Confiemos en Dios, Él proveerá. Él nos ayudará en nuestra gesta. Él nos acercará los afines, los medios, las ayudas.
La audacia tiene genio, poder y magia. Decía Goethe.
«Hasta que nos comprometemos,
existe vacilación…, la posibilidad de retirarse.
Pero en lo concerniente a actos de iniciativa y creación,
existe una verdad elemental,
y el ignorarla mata innumerables ideas y planes magníficos:
que en el momento en que uno se compromete,
también interviene la Providencia.
Ocurren, entonces, todo tipo de cosas positivas,
que de otro modo jamás se habrían producido.
Una serie de acontecimientos derivan de esa decisión,
poniendo a nuestro servicio incidentes fortuitos,
encuentros insospechados y ayudas materiales,
que ningún hombre podría haber soñado con lograr.
Sea cual fuere tu sueño, comiénzalo.
La audacia tiene genio, poder y magia.»
*Nota de la autora: no tengo ningún perfil público en ninguna red social. No tengo tampoco ninguna dirección email pública ni número de teléfono. Sólo colaboro en AyL y cualquier publicación actual en mi nombre en cualquier otro lugar ES FALSA.