DAMIÁN GALERÓN: EL CAMINO HACIA EL ABISMO DE LOS JESUITAS

En realidad la crisis empezó a fraguarse con fray Bartolomé de las Casas, ya en el s. XVI, y sus fábulas que sirvieron de base a la embustera leyenda negra antiespañola propagada interesadamente por judíos con sed de venganza contra España e ingleses a partir de entonces, y muy especialmente a partir del siglo XVIII, el de la jacobina y atea “ilustración” y la francmasonería. Y ésta influyó en los analfabetos y degenerados españoles, Martín y Bolívar. La masonería de la minoría criolla y la que trajo Napoleón a España y luego a Méjico, que fomentó la independencia de Hispanoamérica no deseada por la inmensa mayoría de españoles de América nativos, mestizos o criollos, ya pudo haber degradado a buena parte de los jesuítas, inicialmente católicos y misioneros ejemplares. De hecho, los jesuítas ya tuvieron problemas en España durante el reinado del Carlos III.
El caso es que la América española, desde Méjico (buena parte de USA occidental incluido) hasta Tierra de Fuego, era muy próspera y católica a finales del s. XVIII, más incluso que USA. Y a la católica España le sustituyó allí la satánica masonería corrupta y degenerada que arruinó el continente y a sus humildes gentes en dos siglos, abonando el surgimiento del marxismo y el populismo corrupto. Y podía haber sido mucho peor de no haber sido por la labor inconmensurablemente buena de los misioneros y misioneras, especialmente españoles.
Durante la II República, también fueron expulsados los jesuítas, luego repatriados por Franco. El caso es que ya entonces se metían demasiado en política y abandonaban la evangelización. Lo que expresa don Damián está recogido y corroborado en las memorias del actual papa fiel y sabio, Benedicto XVI, en Mi Vida y Recuerdos, respecto a las facultades de teología alemanas (y seguro que de todo el mundo) justo tras el Vaticano II, que se convirtieron en centros de adoctrinamiento marxista de la acción política radical y sin Dios. Ese es el tumor maligno que ha crecido en la Iglesia (la de creer que el marxismo y la acción política son algo bueno, cuando son satánicos) y que solo un cirujano puede extirpar: Dios y solo Él.
No es posible imaginar lo mucho que ha sufrido y que sufre actualmente con nosotros el fiel papa Benedicto XVI, en silencio y encerrado, rodeado de escándalos que son tortura para él. Quién pudiera animarle, acompañarle y decirle que aquí tiene amigos de corazón para lo que él nos pida. Ojalá pudiésemos ayudarle. Seguramente que la mayoría lo traeríamos a nuestra propia casa con todo cariño, protección y atención del mundo de la que fuéramos capaces con ayuda de Dios, si el quisiese venir, siempre de forma segura, claro está. Pero da miedo pensar que algunos quieran acabar con él. Además, quiere mucho a España y nosotros a él. Temo mucho por ese santo. De verdad que ojalá pudiésemos ayudarle además que con la oración diaria por sus intenciones, con nuestra compañía. Que Dios le proteja de todo mal y le bendiga. Él ha sido y es un papa bueno, valiente y fiel al Señor y a la Virgen María.

Hace unos tres años, en Radio María, un sacerdote jesuíta hizo alusión a una supuesta “confesión” en una conversación que habría realizado el infame sujeto que encabezó el anticristo comunista en Rusia allá por 1917, Vladimir Ilich Ulianov, alias Lenin, a un correligionario marxista húngaro al que había conocido en París años antes, que había dejado el sacerdocio católico y le había ido a visitar, supuestamente, a la URSS poco antes que aquel muriese. La tal “confesión” de Lenin apareció supuestamente en aquellos años veinte en un diario famoso del Vaticano y después en una revista jesuíta. Según parece, el ex sacerdote húngaro protestó al genocida ruso por el baño de sangre, terror y muerte interminable que los propios bolcheviques habían provocado durante los primeros años de su llegada al poder, y Lenin, tras quedar en silencio y aturdido, le habría “confesado” que la “revolución” había sido un colosal error, que se había equivocado totalmente en sus planteamientos y que Rusia se hubiese salvado si hubiese tenido al menos a diez santos como San Francisco de Asís.

Semejante afirmación no parece haber sido citada por historiador, camarada comunista cercano a Lenin, familiar, diplomático, etc. alguno, así como no parece haber supuesto un cambio radical de gobierno en la malhadada nación euroasiática, y ello a pesar de que Lenin sí renunció finalmente al comunismo, al menos de modo parcial ante su espantoso y sangriento fracaso, con la llamada Nueva Política Económica.

En un principio, tal testimonio de ese supuesto ex sacerdote húngaro, se asimila a una especie de intento por “humanizar” a un demonio viviente, tratando de hacer ver al mundo que ese sujeto tenía capacidad para discernir el bien del mal, la santidad de la barbarie satánica más absoluta. También parece como un intento de “cristianizar” al comunismo o de “justificarlo”. En cualquier caso una anécdota así de un personaje tan extremadamente anticristiano, debería haber sido mucho más prudentemente investigada antes de publicarse tan temerariamente, pues de ser mentira, propaganda comunista, cuesta imaginarse el castigo que Dios puede haber aplicado a sus propagadores. Desde luego, cuesta creer que Lenin, – bajo cuyo mandato se celebró una farsa de “juicio” en San Petersburgo contra Dios mismo, nada menos, del que se “ejecutó” una “sentencia de muerte” haciendo disparar al cielo a la guardia letona (la más fiel al bolchevismo inicial) allá por 1918-, tuviese el más mínimo aprecio por los santos y santas católicos de cualquier época, en lugar de odio furibundo incurable contra todos ellos, como demostraron los hechos, no los dimes y diretes. Nadie trató de suprimir nuestra Fe católica más que ese sujeto, que hasta proscribió el culto en Rusia exterminando a los católicos de Rusia (de los que, por cierto, ningún medio de comunicación católico de la época pareció hacerse el más mínimo eco, como hoy. Muy indulgentes todos con los marxistas, nada con los que van a misa, como si fuésemos a molestar, pero ya sabemos, con el marxismo, mucho diálogo y…. sumisión).

Si esa supuesta “confesión” publicada en un medio Vaticano en tiempos de Pio XI (papa nada sensible al martirio de decenas de miles de católicos en nuestra Cruzada 1936/1939, mientras que muy sensible a la voz de apóstatas antiespañoles ciegos a toda evidencia como Vidal i Barraquer y los sacerdotes antiespañoles del PNV para condenar al bando “fascista” que rezaba el Santo Rosario, acudía a misa y amaba a España, por “fusilar” a 16 curas del divisor como el demonio PNV, que no de Cristo Jesús que une en la fe), en los años veinte hubiese tenido el mismo eco en el sucesor de San Pedro que los mensajes que los tres pastorcillos de Fátima (Portugal), total e insensatamente ignorados, con desprecio total por la Santísima Virgen María, Bienaventurada Madre de Dios y Nuestra, quizá no se hubiesen perdido tantísimos millones de almas en el infierno. Luego, claro, muchos se llevan las manos a la cabeza por lo mal que ha discurrido la historia desde entonces. Siempre llorando a destiempo con el rechinar de dientes y sin mirar a lo lejos, como debería mirar el hombre de fe según el santo Cura de Ars.