Jesús, María y el resto fiel. Por Abraham García
Vivimos tiempos oscuros, los más oscuros de todos los tiempos de acuerdo a las Sagradas Escrituras. No cabe duda. Lo dice San Mateo 24, 21.
Abraham García González
Corresponsal AyL
España
3 Febrero de 2025

“Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla.”.
Pero jamás debemos olvidar que estamos aquí, vivos, existimos, y eso se debe gracias a la luz, a la verdadera luz, a través de quien todo fue hecho, como dice de forma sublime San Juan 1, 1-4.
“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.”.
Y es en la Fiesta de la Candelaria, cada 2 de febrero, en la que se celebra el misterio de la Presentación de Jesús en el Templo, un día muy propicio para meditar esto aún más en profundidad.
Es en esta fecha tan señalada en la que tradicionalmente los sacerdotes bendicen las velas o candelas de cera de abeja que llevan los fieles y con las que se realiza una procesión, lo cual nos recuerda aún más si cabe que Jesucristo es la luz del mundo, y que realmente es el Rey de reyes, Señor de señores, Dios todopoderoso y eterno, que tiene el control total del espacio, el tiempo, la materia y la energía.
Tanto es así, que a lo largo de los siglos nunca deja de mostrar su gloria haciendo por ejemplo cosas tan grandes como utilizar a Roma para ser el centro de la fe católica y extenderla por todo el mundo para que ningún rincón quede sin evangelizar llegados los actuales tiempos del fin. ¿Y cómo lo hizo? Con el milagro de la conversión del emperador Constantino I, y a partir de aquí la Roma pagana se convirtió al cristianismo y dejó de perseguir a los cristianos.
Episodios tan importantes como el de tan importante emperador deben servirnos como ejemplo para no caer en el desánimo, para que aumente nuestra confianza en el Señor, y aún más si cabe en los momentos más oscuros.
Ahora más que nunca lo necesitamos en estos tiempos de hostigamiento y persecución, de una gran tribulación que se hace insoportable para millones de personas que sufren de forma atroz ante la iniquidad que prevalece por doquier, con millones de personas con los corazones endurecidos.
Por mi experiencia personal, y más que nunca en estos tiempos tan oscuros, doy fe de que la palabra de Dios brilla y nada la puede apagar porque es eterna. Su luz destaca entre las tinieblas de una manera inconmensurable. La palabra de Dios, Jesucristo, está realmente viva, y no les quepa duda de que su amor hacia nosotros es insondable y son extraordinarios los detalles que tiene con nosotros, indignos siervos suyos, aún sin merecernos nada. Si no me creen, no tienen más que seguir el consejo de un gran santo como San Alfonso María de Ligorio, que dijo: “Adquiere el hábito de hablar con Dios como si estuvieras a solas con Él, familiarmente y con confianza y amor, como al más querido y amoroso de los amigos.”.
Tengan una buena Biblia católica a mano, como la Biblia de Jerusalén o la Biblia Straubinger, hablen con Dios y aprendan a escucharle porque Él es el verbo eterno, la palabra que nos habla. Créanme, vivan en Él, con Él, por Él y para Él. Tengan al Señor presente en todo momento en su pensamiento. Hagan cada tarea de su día a día para darle gloria. Les aseguro que Él nos habla, con frecuencia de las maneras más insospechadas, en distintas situaciones cotidianas, en casa y fuera de casa, en todo momento, y nos termina conduciendo a echar mano de la Biblia, que es Él mismo, la palabra viva, el Hijo de Dios vivo.
¿Qué me ha dicho esta Fiesta de la Candelaria de 2025? Varias cosas que estoy seguro de que Él quiere que les diga. Por ejemplo, que confíen en Él tal como nos dice a través de Santiago 5, en donde anima a los oprimidos a tener paciencia, a ser perseverantes y a confiar en el poder de la intercesión. ¿Por qué? Porque Dios es Amor infinito, es la fuente de toda bondad y santidad, quiere que alcancemos la felicidad eterna junto a Él. Debido a ello es necesario que nos amemos los unos a los otros. De hecho, una de las maneras de demostrar ese amor es no sólo ayudar sino también orar por nuestros prójimos, y no digamos algo que tiene un gran valor, y es el de lograr convertir a un pecador de su camino desviado.
“Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros.
Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos.
Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos.
Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza.
Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor. Mirad: el labrador espera el fruto precioso de la tierra aguardándolo con paciencia hasta recibir las lluvias tempranas y tardías.
Tened también vosotros paciencia; fortaleced vuestros corazones porque la Venida del Señor está cerca.
No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser juzgados; mirad que el Juez está ya a las puertas.
Tomad, hermanos, como modelo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
Mirad cómo proclamamos felices a los que sufrieron con paciencia. Habéis oído la paciencia de Job en el sufrimiento y sabéis el final que el Señor le dio; porque el Señor es compasivo y misericordioso.
Ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo ni por la tierra, ni por ningún otra cosa. Que vuestro sí sea sí, y el no, no; para no incurrir en juicio.
¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante salmos.
¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor.
Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.
Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.
Elías era un hombre de igual condición que nosotros; oró insistentemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses.
Después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.
Si alguno de vosotros, hermanos míos, se desvía de la verdad y otro le convierte, sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados.”
Sí, hermanos, no se olviden de la importancia de la oración y tengan en cuenta el tesoro del Santo Rosario, el arma más poderosa en el fin de los tiempos para encender el fuego del amor divino por todas partes bajo el mando de la capitana, la Santísima Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, que es quien aplastará la cabeza de la serpiente antigua, quien tanto blasfema contra ella lleno de furia a través de sus acólitos porque sabe que el tiempo que le queda es escaso.
Háganme caso y no se pierdan el presente. No pierdan el tiempo con cosas vanas porque esta vida es un suspiro y la eternidad es para siempre. Para quienes estamos vivos, aquí, ahora, en estos tiempos postreros, es nuestra última oportunidad. Tal como relata el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 675 estamos viviendo la prueba final en la que el anticristo, a través del falso profeta, trata de someternos a una impostura religiosa ante la que la gran mayoría ha sucumbido.
“675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el “misterio de iniquidad” bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).”.
Esta impostura de este nuevo Judas Iscariote pone a las almas en peligro de caer en el pecado contra el Espíritu Santo, el único que no puede ser perdonado, según San Mateo 12, 32.
“Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro.”.
Estamos viviendo los momentos más duros y a la vez más apasionantes de todos los tiempos, sí, apasionantes. ¿Por qué? Porque estamos viviendo la pasión de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana. Sí, el Señor, que es el novio de la Iglesia, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, fue crucificado por sus enemigos hace casi 2.000 años. Él sufrió por nosotros pagando una deuda infinita, nos abrió las puertas del Cielo, un regalo eterno pactado con el Padre. Sólo Él, Jesús, podía pagar la deuda para abrirnos las puertas del Cielo. Pues bien, ahora, casi 2.000 años después, quien ha sido crucificada es la Iglesia, y lo justo es que estemos dispuestos a darlo todo siendo santos mártires por quien nos abrió las puertas del Cielo, y para ello les recuerdo lo que dice uno de los versículos más hermosos que podemos encontrar, que es Apocalipsis 3, 20.
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.”.
Muchos dirán que es imposible vencer a los tiranos que controlan el mundo, pero eso sólo es normal que lo digan las personas sin fe que no se dan cuenta de las maravillas que Dios hace a través nuestra si aceptamos que Él entre en nuestras vidas, si aceptamos que el Espíritu Santo nos posea llenándonos de amor y abundante gracia. Debido al infinito amor que tiene hacia nosotros, tan inútiles siervos, cuenta con nosotros como sus instrumentos para hacer maravillas, para hacer sus milagros. Somos pocos, el llamado “resto fiel” o “remanente fiel”, una minoría de creyentes de sana doctrina, fieles de forma radical a Jesús de acuerdo a las Sagradas Escrituras, y precisamente en ellas está escrito a través de los profetas que la victoria está asegurada. Por lo tanto habrá una sola fe en todo el mundo durante la larga época muy bien relatada en Isaías 65.
“Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán mentados los primeros ni vendrán a la memoria; antes habrá gozo y regocijo por siempre jamás por lo que voy a crear. Pues he aquí que yo voy a crear a Jerusalén «Regocijo», y a su pueblo «Alegría»; me regocijaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, sin que se oiga allí jamás lloro ni quejido. No habrá allí jamás niño que viva pocos días, o viejo que no llene sus días, pues morir joven será morir a los cien años, y el que no alcance los cien años será porque está maldito. Edificarán casas y las habitarán, palatarán viñas y comerán su fruto. No edificarán para que otro habite, no plantarán para que otro coma, pues cuanto vive un árbol vivirá mi pueblo, y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. No se fatigarán en vano ni tendrán hijos para sobresalto, pues serán raza bendita de Yahveh ellos y sus retoños con ellos. Antes que me llamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo les escucharé. Lobo y cordero pacerán a una, el león comerá paja como el buey , y la serpiente se alimentará de polvo, no harán más daño ni perjuicio en todo mi santo monte – dice Yahveh.”.
Esto sucederá antes de que tras la última sacudida cósmica que relata el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 677, llegue el “Juicio final”.
“677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).”.
Serán tiempos en los que la ya entonces esposa, la Santa Madre Iglesia bajará desde el Cielo. Así, todo aquel que con ayuda del Señor esté entre los elegidos podrá gozar de la Nueva Jerusalén eternamente con cuerpos inmortales y gloriosos de manera similar a como se mostró Jesús en el monte Tabor transfigurándose frente a los santos apóstoles Pedro, Santiago y Juan. ¿No nos debería esto motivar aún más? Esto es algo que cada jueves podemos meditar si rezamos los misterios luminosos del Santo Rosario, que como su propio nombre indica, nos recuerdan que Jesús es la verdadera y eterna luz con quien la noche no existe, como dice Apocalipsis 22, 5.
“Noche ya no habrá; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos.”.
El enemigo gana batallas, pero les aseguro que la guerra está ganada si depositamos nuestra confianza en el Jesús (el redentor) y en María (la corredentora) con fe, esperanza y caridad. ¿Por qué? ¿Porque lo digo yo? No, porque lo dice Él que es el creador del Universo, de todo lo visible y lo invisible, el todopoderoso y eterno, el creador de la Vida. ¿Y dónde lo dice? Pues en esta Fiesta de la Candelaria el Señor me condujo a Jueces 6, 7 y 8, en donde Gedeón, el juez y guerrero elegido por Dios para liberar a Israel de la opresión de los madianitas, les venció con tan sólo un ejército de 300 hombres. De hecho, Dios hizo a Gedeón reducir a su ejército a esa ínfima cantidad de hombres para demostrarle la importancia de tener fe y confiar en Él plenamente. En la historia de Gedeón, que tiene un final feliz porque murió en paz, también aprendemos de un error que cometió, que es el de caer en la idolatría que debemos evitar. He aquí algunos versículos de Jueces 8 que relatan la victoria de Gedeón y su decisión de rechazar ser rey en favor de Yahweh.
“Zébaj y Salmunná estaban en Carcor con su ejército, unos 15.000 hombres, todos los que habían quedado del ejército de los hijos de Oriente. Los que habían caído eran 120.000 guerreros.
Gedeón subió por el camino de los que habitan en tiendas, al este de Nóbaj y de Yogbohá, y derrotó al ejército, cuando se creían ya seguros.
Zébaj y Salmunná huyeron. El los persiguió e hizo prisioneros a los dos reyes de Madián, Zébaj y Salmunná. Y destruyó todo el ejército.
Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: «Reina sobre nosotros tú, tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado de la mano de Madián.»
Pero Gedeón les respondió: «No seré yo el que reine sobre vosotros ni mi hijo; Yahveh será vuestro rey.»”.
La historia de Gedeón es además un buen ejemplo para recordar a la Santísima Virgen María, ya que en Jueces 6, 36-40, la Iglesia Católica ve una prefiguración de ella, la Inmaculada Concepción, que aplastará la cabeza a la serpiente antigua.
“Gedeón dijo a Dios: «Si verdaderamente vas a salvar por mi mano a Israel, como has dicho, yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solamente sobre el vellón y todo el suelo queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi mano, como has prometido.»
Así sucedió. Gedeón se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió su rocío, una copa llena de agua.
Gedeón dijo a Dios: «No te irrites contra mí si me atrevo a hablar de nuevo. Por favor, quisiera hacer por última vez la prueba con el vellón: que quede seco sólo el vellón y que haya rocío por todo el suelo.»
Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y por todo el suelo había rocío.”.
Llegados a este punto, recuerden que el Señor no busca a justos, sino a los pecadores que tenemos la intención de amarle con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma y con todo nuestro corazón, llenos de ganas de agradarle, de no ofenderle más, teniendo en cuenta que su misericordia es infinita, y su tesoro de compasión inagotable, como dice la oración inicial de la Coronilla a la Divina Misericordia que el Señor nos hizo llegar a través de Santa Faustina Kowalska. Por lo tanto, debemos confiar en Él, debemos dejarnos llevar por Él, abandonarnos en Él, y de esa manera Él obrará sus maravillas a través nuestra. La palabra de Dios dice en San Lucas 5, 32.
“No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.»”.
¿Qué podemos hacer sabiendo esto? Desde luego para ello es imprescindible alejarse de la falsa iglesia, no entrar en comunión con ella, ni siquiera con esa parte disfrazada de tradicionalismo que también es otro tentáculo del demonio y está igualmente unida al cuerpo místico del anticristo a través de su vicario el falso profeta, Bergoglio, la bestia de la tierra. Para ello, y por lo tanto, para salvarse, es imprescindible obedecer la exhortación del Rey de reyes y Señor de señores en Apocalipsis 18, 4-5.
“Luego oí otra voz que decía desde el cielo: «Salid de ella, pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas. Porque sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios se ha acordado de sus iniquidades.”
¿Cómo salir de la falsa iglesia? En primer lugar, no acercándose a ningún templo que celebre las misas en comunión con el falso profeta. Para ello no debe ser mencionado en ningún momento, ni siquiera para pedir por Él, porque de acuerdo a las Sagradas Escrituras en Apocalipsis 16, 13, tanto la serpiente, como el anticristo como él están malditos, como espíritus inmundos encarnados en tres cuerpos humanos, que salen como ranas de su boca, y por lo tanto están ya condenados para ser arrojados vivos al lago de fuego, en donde pasarán la eternidad (el anticristo y el falso profeta antes del milenio de paz, y la serpiente al fin del mundo, tras ser soltado de nuevo por poco tiempo).
“Y vi que de la boca del Dragón, de la boca de la Bestia y de la boca del falso profeta, salían tres espíritus inmundos como ranas.”.
En segundo lugar, siguiendo a los escasos y verderos sacerdotes fieles, regalos del Cielo llenos de amor y la paz de Cristo en sus almas, algunos de los cuales ejercen a través de Internet. Buenos ejemplos de buenos hijos predilectos de la Santísima Virgen María, son el padre Chabelo, el padre Minutella o el director espiritual de este bendito apostolado, el padre Tamayo, entre otros que están amenazados cuando no defenestrados. Ellos sufren un tremendo hostigamiento y difamación, una tremenda persecución, viviendo de la caridad de los verdaderos integrantes del “resto fiel”, a quien pertenece todo aquel que es piadoso y es capaz de ponerse en la piel de sus prójimos.
Por favor, no se desanimen, ahora no, que queda realmente muy poco tiempo, y ciertamente tengan paciencia tal como dice Daniel 12, 12.
“Dichoso aquel que sepa esperar y alcance mil trescientos treinta y cinco días.”.
Para que conserven la esperanza, fíjense en lo que además dice otro versículo de dicha numeración, concretamente Apocalipsis 12, 12.
“Por eso, regocijaos, cielos y los que en ellos habitáis. ¡Ay de la tierra y del mar! porque el Diablo ha bajado donde vosotros con gran furor, sabiendo que le queda poco tiempo.»”.
Nadie debería olvidar que este versículo está en un capítulo que describe no sólo la Iglesia en un desierto espiritual de 1.260 días, sino también en su primer versículo a la Santísima Virgen María en su advocación de Guadalupe, patrona de México, de este bendito apostolado y madre de la humanidad.
“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza;”.
Si con la ayuda que desde el Cielo nos envían mantenemos la calma, se darán cuenta de que el Señor ya está dando clarísimas señales de su justicia, y eso son signos que demuestran que Él tiene el control del espacio, el tiempo, la materia y la energía, y que su retorno está cerca, que nuestra liberación está cerca, y por lo tanto nadie se debe desanimar. Diversos personajes de la élite globalista que estaban al servicio del anticristo están sucumbiendo, y curiosamente ya ha sucedido con varios en fechas significativas para sus creencias cabalísticas, que son las que ellos utilizan para cometer sus fechorías.
Prestando atención al Señor, durante esta Fiesta de la Candelaria, de las candelas, y en la que como les decía al principio, es la verdadera luz, Él me condujo a los siguientes versículos que llenan de gozo y esperanza, empezando por la pregunta de un alma afligida. Léanlos con detenimiento en el orden en el que se los presento porque no cabe duda de que son una auténtica guía.
“Pues yo decía: «Por poco me he fatigado, en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que Yahveh se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?»”.
Isaías 49, 4
“No temas, que no te avergonzarás, ni te sonrojes, que no quedarás confundida, pues la vergüenza de tu mocedad olvidarás, y la afrenta de tu viudez no recordarás jamás.”.
Isaías 54, 4
“Torcidos están desde el seno los impíos, extraviados desde el vientre los que dicen mentira;”.
Salmos 58, 4
“«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.”
San Mateo 5, 3
“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.”.
San Mateo 5, 7
“Yahveh explora al justo y al impío; su alma odia a quien ama la violencia.”.
Salmos 11, 5
“Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.”.
Santiago 5, 16
“Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a muchos.”.
San Mateo 24, 5
“Los malos no entienden nada de moral, los que buscan a Yavé lo comprenden todo.”.
Proverbios 28, 5
“No he venido a llamar a conversión a justos, sino a pecadores.»”.
San Lucas 5, 32
“Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe.»”.
San Marcos 5, 36
“Dichoso el hombre que en el Señor ha puesto su esperanza y no se ha ido con los arrogantes ni con los que se pierden en engaños.”.
Salmos 40, 5
“Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.”.
San Mateo 5, 44-45
“Y ahora, ¿qué voy a hacer aquí – oráculo de Yahveh – pues mi pueblo ha sido arrebatado sin motivo? Sus dominadores profieren gritos – oráculo de Yahveh – y todo a lo largo del día mi nombre es blasfemado.”.
Isaías 52, 5
“Renuevo mi fe en las palabras de Dios, confío en Dios y no temo más: ¿qué me puede hacer un ser de carne?”.
Salmos 56, 5
“Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva.”.
Romanos 6, 4
“Mis ojos se consumen de tristeza, he envejecido al ver tantos enemigos.”.
Salmos 6, 8
“Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes.”.
Efesios 6, 12-13
“Seis cosas hay que aborrece Yahveh, y siete son abominación para su alma: ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, corazón que fragua planes perversos, pies que ligeros corren hacia el mal, testigo falso que profiere calumnias, y el que siembra pleitos entre los hermanos.”.
Proverbios 6, 16-19
“Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben.”.
San Mateo 6, 20
“Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco: el que lo monta se llama «Fiel» y «Veraz»; y juzga y combate con justicia.”.
Apocalipsis 19, 11
“El aniquila a los tiranos, y a los árbitros de la tierra los reduce a la nada.”.
Isaías 40, 23
“¡Arriba, resplandece, que ha llegado tu luz, y la gloria de Yahveh sobre ti ha amanecido!”.
Isaías 60, 1
Les animo a realizar las siguientes oraciones:
“Señor, no permitas que caigamos en manos del maligno enemigo y líbranos de toda perturbación. Concédenos la gracia del martirio y ayúdanos a perseverar hasta al final. Aumenta nuestra fe, esperanza y caridad. No dejes que se endurezca jamás nuestro corazón. Danos las gracias necesarias para amarte con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma y con todo nuestro corazón. Ayúdanos a ser humildes y pacientes. Nunca dejes que el veneno del orgullo se apodere de nosotros. Danos la gracia de reconocer todos nuestros pecados y confesarlos debidamente. Amén.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, danos la paz. Ven a nuestras almas y nunca nos abandones. Ayúdanos a ser buenos y santos, como tú quieres, a vivir siempre contigo y en ti. Ayúdanos a soportar el peso de nuestra cruz, a no rendirnos nunca y a ser cirineos de nuestros hermanos. Amén.
Santa María, Madre purísima, gracias por dar tu fiat al Señor. Gracias por ser Madre de Dios y Madre nuestra. Gracias por tu ternura, por tantos milagros, por tantas gracias y favores recibidos de ti, por tantos detalles hermosos que tienes con nosotros. Gracias, Virgen gloriosa y bendita, por ser nuestra abogada. Gracias por todo, Reina del Cielo, gracias.
Madre mía, yo te ofrezco en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en pocas palabras, todo mi ser. Te ofrezco todo lo que tengo y todo lo que soy. Todo lo mío es tuyo: mis alegrías, mis tristezas, mis obras, mis trabajos, mi dolor y todo aquello que pueda darte para agradar a Dios. Me pongo completamente en tus manos consagrándome enteramente a tu servicio en calidad de súbdito y esclavo para encender el fuego del amor divino por todas partes. Te doy todo lo que pueda darte para dar gloria a Dios, todo lo que pueda darte para bien de nuestras almas, para un día alcanzar el gozo de la eterna bienaventuranza, junto al Señor, junto a ti, junto a nuestros seres queridos y junto a todos los santos y ángeles del Cielo. En tus manos me abandono, y también pongo en tus manos a mis seres queridos, Virgen gloriosa y bendita. Virgen purísima, Madre de Dios y Madre nuestra, nunca nos abandones. Amén.
San José, terror de los demonios, ruega por nosotros.
San Benito, ruega por nosotros y defiéndenos del maligno enemigo. Amén.
San Francisco de Borja, santo patrono de Valencia, sede española de este bendito apostolado, ruega por nosotros para que el Señor nos conceda la gracia da de la perseverancia final y nos libre de los pecados contra el Espíritu Santo. Amén.
San Ramón Nonato, ruega por nosotros, por los no nacidos, por los no bautizados y por los calumniados. Amén.
San Benedicto XVI, ruega por nosotros para que alcancemos el gozo eterno en el Señor contigo, con los santos apóstoles, con la Santísima Virgen María, con nuestros seres queridos que ya se fueron y con todos los santos y ángeles del Cielo. Amén.
San Miguel, líbranos de las asechanzas del maligno. Amén.”.
Hasta el Cielo no paramos.
Santos o nada.
Viva Cristo Rey y la Santísima
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