¿EMAÚS NOS SANA DEL DESEO DE NO NACER QUE TUVIMOS EN EL ÚTERO MATERNO? (8). Por Alex Holgado.
Una visión crítica de los retiros de impacto de Emaús (VIII)

Álex Holgado
Adoración y Liberación

Tal y como señalamos en el anterior capítulo, el manual del retiro de Emaús presenta tres actividades de claro contenido psicoherético: las máscaras, la sanación de recuerdos y la pared. Ya analizamos la dinámica de las máscaras, veamos ahora la sanación de recuerdos.
La actividad de la sanación de recuerdos sigue cronológicamente a la de las máscaras, teniendo lugar al día siguiente, sábado por la tarde, y ahonda en la premisa de lograr el pleno autoconocimiento para descubrir un supuesto Yo interior -prístino e inmaculado-, liberarlo de las ataduras/trampas de la psique y alcanzar la paz interior y la armonía con el mundo.
Tal premisa se corresponde con uno de los dogmas freudianos, de gran aceptación en la cultura popular, pero que la ciencia médica pone en serio cuestionamiento. Y es que no está demostrada la existencia de un vínculo causa-efecto entre un recuerdo reprimido y una neurosis posterior, o entre un recuerdo recuperado y una consecutiva curación.
En cualquier caso, en la dinámica emausiana de la sanación de recuerdos, de lo que se trata es de viajar con la mente a las primeras etapas de la vida, mediante una regresión al pasado, para detectar y eliminar traumas ocultos que el interesado no sabía que tenía y que seguro han acabado por afectar a su salud psíquica. Como si fuera un neurótico asintomático.
Pues este disparatado esquema constituye el núcleo del manual de los retiros de Emaús, los mismos que están tan de moda y que promociona la iglesia oficialista bergogliana. Muchos se escandalizarán por lo que planteamos, pero es que cuando se muestra con claridad lo que contiene el manual de Emaús, sin secretismos ni ocultamientos sectarios, entonces se revela su naturaleza aberrante. Mostremos ese contenido tal cual es.
Habla el manual de viajar con la mente. ¿De qué manera puede la mente retroceder a las primeras etapas de la vida? Para hacer una regresión al pasado, en especial a las etapas anteriores a la consciencia, por ejemplo al útero materno, con una intención terapéutica, como así se propone, existen dos técnicas de exploración psíquica: la regresión profunda y la hipnosis.
Antes de abordar estas técnicas, señalemos que lo que se conoce como terapia regresiva -y que coincide con esta actividad del manual llamada sanación de recuerdos- es un tipo de intervención que tiene como objetivo explorar las experiencias pasadas de un individuo para comprender y liberar bloqueos emocionales y traumas que puedan estar afectando en el presente.
Indiquemos ya de entrada que la línea terapéutica, como vemos, tiene ese sesgo freudiano que comentábamos. Aun dándola por válida, hay otras características que la hacen inaceptable en una actividad católica y ya no digamos en un retiro espiritual.
Así, la exploración mental que se realiza se practica por medio de la inducción de un estado alterado de la conciencia, con los riesgos que ello acarrea, tanto psíquicos como desde luego espirituales, al margen del nivel de alteración. No es este un camino propio de la tradición católica y conviene estar prevenidos ante propuestas sincréticas que incluyen este tipo de focalizaciones de la atención (https://es.catholic.net/op/articulos/67975/cat/18/el-mindfulness-la-nueva-moda-en-la-meditacion-es-compatible-o-un-peligro-para-los-catolicos.html#google_vignette ).
Y una segunda objeción no menos seria es que la terapia regresiva no se considera científica, es decir, que se aplica únicamente en ambientes pseudopsicoterapéuticos, alejados de la medicina oficial. Es decir, estamos hablando de pseudotratamientos alternativos y peligrosos (https://www.servimedia.es/noticias/1119494 ).
Un indicativo de esto y que debería encender todas las alarmas de un católico –y por supuesto de un sacerdote– e invalidar el uso de esta técnica, es que la terapia regresiva incluye a menudo en la categoría de “experiencias pasadas” supuestas situaciones no resueltas en “vidas anteriores”, o sea, que en el pack viene de serie dar por buena la metempsícosis o creencia en la reencarnación. Lo cual no debería sorprendernos si tenemos en cuenta las convicciones masónicas, esotéricas, místico-orientalistas y ocultistas de los creadores del propio psicoanálisis.
A través de la regresión profunda, afirman los pseudoterapeutas, se puede revivir o explorar eventos y experiencias pasados, anidados en el subconsciente. Al acceder a estos recuerdos, se busca encontrar una comprensión de las emociones y patrones que pueden haber quedado atrapados en el pasado y liberarlos para lograr un bienestar integral.
En el caso del retiro de Emaús se aplican dos tipos de regresiones: primero, al período prenatal y el nacimiento, y después al período de la infancia temprana. En ambas, el objetivo es conectar con las emociones y sensaciones experimentadas en esos momentos y liberar los supuestos traumas mediante la adopción de una nueva perspectiva de los mismos con la guía del terapeuta.
“Quizá algo que pasó en nuestro pasado, en nuestra niñez, adolescencia o de adultos no nos permite perdonar ni aceptar el perdón de otros”, lee uno de los organizadores, preferentemente el líder, a los neófitos, barnizando de cristiano la mostrenca visión freudiana, y añade como sustento a este amaño un principio que merecería la corrección de cualquier catequista de primera comunión (de los de antes): “Como Jesús quiere que seamos felices…”. Ya lo ven, nada de santos, Jesucristo nos quiere ¡felices!
Y es que el Jesucristo de Emaús es una suerte de gurú que nos trae un ramillete de enseñanzas melifluas, una sabiduría del buen vivir, que conducen a la armonía interior y a la vida (terrenal) plena. Sin necesidad de exigencias que por su imposibilidad de cumplirse (la Gracia no es suficiente ni eficiente, por lo visto, para ser santos como nuestro Padre del cielo) nos amargan la existencia.
Pero, ¿cómo se consigue esa supuesta conexión con la etapa prenatal? Con la alteración de la conciencia mediante la hipnosis o la relajación profunda.
El patrón de estas cuestionables y arriesgadas técnicas inicia siempre con la relajación del cuerpo. Para lograr la necesaria tranquilidad mental, primero se precisa distender el cuerpo. Adoptar una postura cómoda pero a la vez estructurada, cerrar los ojos, procurar un entorno no agresivo, con luz matizada y silencio o música relajante de fondo, son pautas indispensables.
“Quiero que os sentéis cómodas –les dice la líder, tal y como recoge el manual del retiro de Emaús para mujeres consultado-, con la espalda recta, pies apoyados en el suelo, manos abiertas y cerrad vuestros ojos y olvidad quién está sentada a vuestro alrededor”. Una invitación clarísima a la postura de meditación profunda, demasiado similar a las pautas para las asanas del yoga.
Una vez abatidas todas las resistencias, durante una sesión de relajación profunda, el terapeuta guía al paciente para que explore los recuerdos y emociones relacionados con una vida pasada específica, entendiendo por vida pasada tanto etapas muy tempranas de la existencia como, literalmente, y como queda dicho, encarnaciones anteriores.
Pseudoterapias, viajes con la mente, conexión con emociones prenatales, posturas espirituales de relajación, metempsícosis… este es el confuso contexto en el que nos movemos al analizar el manual de Emaús.
La autoexploración de los supuestos recuerdos se hace mediante un protocolo de intervención estándar, en el cual se delimitan preguntas y técnicas específicas, a través de las cuales el pseudoterapeuta –en el caso de Emaús, el líder o lectores- acompaña a la persona a revivir los detalles de la experiencia pasada y a conectarse emocionalmente con ella.
En el caso de utilizar la hipnosis, se aplica la técnica del hipnoanálisis, en la cual el terapeuta dirige a su paciente hacia un estado de conciencia expandida, desde el que se le acompaña a los recuerdos inconscientes.
Hay que puntualizar que, durante una hipnosis regresiva, la persona se mantiene plenamente consciente de todo lo que ocurre y se dice, participando activamente del proceso. Es decir, que la plena consciencia de los intervenidos, la falta de adormecimiento o postración, no descarta la posible utilización de esta técnica.
Recordemos, una vez más, el estado especialmente vulnerable de los retiristas, que ya llevan 24 horas de intenso bombardeo psicológico, en un entorno ajeno de aislamiento y sin referentes temporales y con un importante desgaste físico y emocional. La sugestión o hipnotización en este caso no requiere el empleo de recursos extraordinarios.
La exploración, ya sea esta mediante hipnosis o por relajación profunda, se prolonga durante quince intensos minutos. A continuación y de manera inmediata, se les invita a escribir en una hoja los traumas/pecados (pues en la psicoherejía son realidades intercambiables) para ser quemados en un recipiente común. Ya comentaremos esta extrañísima segunda parte, de cuarenta minutos de catarsis, con llantos, risas, alabanza, música y baile.
Pero antes conviene destacar que el manual establece que esta dinámica de sanación de recuerdos debe realizarse en la capilla y con el Santísimo expuesto. Y a Él interpela el lector/líder en nombre de todos los presentes, ya sea para dar gracias o para pedir perdón, mientras dirige una exploración regresiva o protocolo de intervención cuyo texto, si no lo hubiéramos contrastado en varios manuales, podríamos pensar que pertenece a una burda sesión de mindfulness de centro cívico de extrarradio.
Pero, evidentemente, en el contexto del retiro, con la dinámica de grupos y su presión, la exploración se asume con seriedad casi sagrada. O sin el casi.
“Tú –lee el líder o lector, dirigiéndose al Santísimo investido de no se sabe qué autoridad e iniciando la regresión- puedes liberarnos de todo lo que nos causó dificultad desde el momento de nuestra concepción sin importar si dicha concepción fue un acto de amor, pasión o amargura”, recita y, tras una pausa dramática, sigue con tan disparatado texto:
“Querido Padre, te pedimos que nos acompañes en el momento de nuestra concepción y, si ese momento fue de puro amor, te doy gracias y te bendigo, pero si ese momento fue el resultado de uso de drogas o alcohol, o fue un acto tan solo de pasión, angustia o ansiedad, te pedimos la sanación de este momento”.
¡Se está afirmando que la naturaleza moral y las circunstancias del acto sexual concreto por el que fuimos concebidos por nuestros padres tienen repercusiones subconscientes en nuestra psique y se involucra a Dios en tamaña astracanada! ¿Qué embrollo es este?
Si somos católicos, sabemos que el único pecado que se hereda es el pecado original. Por lo tanto, Dios no tiene que perdonar o “sanar” en nosotros ninguna acción de nuestros padres. No existe una dimensión intergeneracional del pecado. Este es un concepto “teológico” erróneo que circula sobre todo entre los protestantes. La “sanación intergeneracional” es incompatible con la fe católica. Por lo tanto, esta actividad del retiro de Emaús es una clara herejía y roza el sacrilegio al realizarla con el Santísimo expuesto, para cuya adoración, además, hay que cumplir unas disposiciones concretas.
Pero hay más, esto no ha hecho más que empezar:
“Mientras estábamos en el vientre de nuestra madre (…) si lo que oíamos eran voces discutiendo o sentíamos movimientos causados por el abuso físico a nuestra madre o sentíamos falta de amor y armonía que nos hacía alejarnos, desear no nacer; rezamos, Señor, para que cambies esta etapa de nuestra vida por una de amor y seguridad que nos haga desear nuestro nacimiento”. Y hay una petición al respecto: “Tócanos dentro del vientre de nuestra madre y aparta nuestros miedos”.
Todo esto puede sonar –echándole imaginación y ganas- al mencionado retorcimiento de la doctrina del pecado original o, si atendemos a la siguiente acción de gracias y a la petición posterior, a reemplazo de la misma por las teorías del complejo de Edipo o de Electra freudianas: “Te alabamos, Señor, porque nos estás sanando del trauma de haber nacido” y “si (nuestros padres) deseaban un niño (o una hembra) o llegamos en un mal momento, te pedimos, Señor, que todo sentimiento de frustración o rechazo que llevamos dentro de nosotras (o nosotros) sea sanado ahora”.
Impresionante. ¡El argumento progre del trauma de ser hijo no deseado retrotraído hasta la etapa de cigoto!
¿Qué se puede decir de todas estas sandeces? Fue Otto Rank, colaborador de Freud, hace cien años, el primero en hablar del trauma del nacimiento y su influencia en neurosis posteriores. Un planteamiento que no ha pasado de los gabinetes del psicoanálisis más determinista y bizarro. El rizo del rizo.
Mientras tanto, en la segunda parte de ese párrafo, nos damos de bruces con las objeciones/complejos de las corrientes antinatalistas de todo pelaje (neomalthusianas, utilitaristas, existencialistas, feministas, abortistas, ecologistas…) concentradas en una petición ¡a Dios! ¡Un retiro católico en el que se maneja toda la basura ideológica de los enemigos de Dios y de la Iglesia y la presentan como oración!
En el manual de Emaús asistimos a la consagración del psicoanálisis -y de las pseudoterapias alternativas-, a la elevación a los altares de Freud y Jung y su patulea de discípulos, a la idolatría de la psicoherejía más burda y desquiciada, a la asunción de la antropología materialista y a la sustitución de la trascendencia como motor de lo humano por el sexo.
¿Deben tragarse esta aberración demoníaca unas personas que creen estar en un ambiente, más que seguro y protegido, cristiano? ¿No se da aquí una clarísima dejación por parte de la Iglesia en la persona jurídica de la parroquia organizadora del retiro? ¿Qué sacerdote u obispo puede bendecir tamaña trampa luciferina?
Tengamos presente, además, la vulneración de la intimidad y la integridad psicológica y moral de los participantes, sometidos a un régimen de aislamiento lejos de sus entornos cotidianos y condicionados por la presión del grupo y el chantaje emocional del love bombing.
¿Qué beneficio espiritual puede obtenerse de un retiro así?
En el próximo capítulo, si Dios nos lo permite, continuaremos con estas “lecturas de sanación de recuerdos” ante el Santísimo (verbigracia, terapia de regresión) y enumeraremos las serias objeciones a esta delirante actividad del manual de retiros de Emaús.
Pero, por lo visto hasta ahora, insistimos a todo católico que rechace y prevenga a sus hermanos y los rescate, con la ayuda de María Santísima, de esta propuesta de moda, tan coherente con la falsa iglesia anticrística bergogliana.
Acceso a los Capítulos anteriores:
- Capítulo 1:
¿RETIROS ESPIRITUALES O MERCADOTECNIA DEL ESPÍRITU? Por Alex Holgado.
- Capítulo 2:
¿SIMBOLOGÍA ROSACRUZ EN UN APOSTOLADO CATÓLICO? (2). Por Alex Holgado.
- Capítulo 3:
¿EL TRIUNFO DE LA COSMOVISIÓN PAGANA EN LA NUEVA IGLESIA BERGOGLIANA? (3). Por Alex Holgado.
- Capítulo 4:
¿ACEPTAR UNA MÍSTICA ESOTÉRICA AL GUSTO DE LA MODERNIDAD? (4). Por Alex Holgado.
- Capítulo 5:
UN MANUAL CON LOVE BOMBING E INSTRUCCIONES PARA EL CHANTAJE EMOCIONAL (5). Por Alex Holgado.
- Capítulo 6:
EL PARQUE TEMÁTICO DE EMAÚS INCLUYE VER Y ABRAZAR A JESUCRISTO (6). Por Alex Holgado.
- Capítulo 7:
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