El Bergoglio en crisis intenta desacreditar a cardenales. Por Andrea Cionci

Por Andrea Cionci
Para Adoración y Liberación
Traducción autorizada
Roberto Pardo
Cuando se está en arenas movedizas es mejor no moverse, porque cuanto más te mueves, más te hundes. Bergoglio debería saber esto y en cambio, en estos mismos días, en los que ha surgido descaradamente cómo NO CELEBRA LA MISA DESDE ABRIL 2022, AQUÍ ha hecho un nuevo paso en falso tratando de recuperar algún punto. Hemos visto QUI , como Giovanni Paolo II enfermo, podía celebrar tranquilamente sentado, por lo que la excusa de la rodilla – realmente hay que decirlo – no se mantiene de pie.
Ergo, Bergoglio O NO QUIERE, O NO PUEDE celebrar misa, porque quizá se lo han prohibido. Tal vez fueron algunos cardenales que, según el artículo 3 de la Universi Dominici Gregis, tienen el deber-poder de hacer valer los derechos de la Sede Apostólica.
Por lo tanto, el movimiento de propaganda bastante predecible para el antipapa es ahora intentar desacreditar en los medios de comunicación a los cardenales que ahora pueden acompañarle hasta la puerta pronunciando sólo cuatro palabras, simplemente declarando “vere papa mortuus est“.
Ya hemos hablado AQUÍ del libro propagandístico publicado por Bergoglio junto a su fotógrafo-vaticanista personal, Javier Martínez Brocal, el mismo que, según la ridícula narración de Vatican News, estaba CASUALMENTE delante de la tienda de discos para hacer esa foto que dio la vuelta al mundo.
Un extracto de esta publicación en español acaba de ser recogido por los principales periódicos, por el que nos enteramos de la pequeña historia de que Bergoglio era amigo de Ratzinger y, de hecho, casi deberíamos darle las gracias si ese santo fuera elegido Papa en 2005.
He aquí lo que el argentino tuvo el valor de escribir: “En aquel cónclave -la noticia es conocida- ME UTILIZARON. Sucedió que obtuve cuarenta votos sobre ciento quince en la Capilla Sixtina. Fueron suficientes para detener la candidatura del cardenal Joseph Ratzinger, porque si hubieran seguido votando por mí, no habría alcanzado los dos tercios necesarios para ser elegido Papa. […] La maniobra consistió en proponer mi nombre, bloquear la elección de Ratzinger y luego negociar otro tercer candidato. Luego me dijeron que no querían un Papa ‘extranjero’. FUE UNA COMPLETA MANIOBRA. La idea era bloquear la elección del cardenal Joseph Ratzinger. ME ESTABAN UTILIZANDO, pero detrás de ellos ya estaban pensando en proponer a otro cardenal. Aún no se ponían de acuerdo sobre quién, pero ya estaban a punto de pronunciar un nombre […]. RATZINGER ERA MI CANDIDATO. (!) Era el único que podía ser Papa en aquel momento. Después de la revolución de Juan Pablo II, que había sido un Pontífice dinámico, muy activo, emprendedor, viajero… hacía falta un Papa que mantuviera un sano equilibrio, un Papa de transición. […] Si hubieran elegido a alguien como yo, que COMBINABA MUCHOS PROBLEMAS, no habría podido hacer nada. En aquel momento no habría sido posible.Me fui contento. Benedicto XVI era UN HOMBRE QUE ACOMPAÑABA EL NUEVO ESTILO. Y no le fue fácil. Encontró mucha resistencia en el Vaticano. Pero con esa elección, el Espíritu Santo dijo a la Iglesia: ‘Aquí mando yo. No hay lugar para maniobras’.
Así que, según Bergoglio, hubo algunos cardenales desagradables que quisieron maniobrar para bloquear a Ratzinger y elegir a otro candidato, pero entonces fue lo mejor porque Benedicto XVI, un modesto “papa de transición”, le allanó el camino acompañando su nuevo estilo. Este último mensaje se sirve astutamente en bandeja de plata a los gatekeeperstradicionalistas que en realidad protegen a Bergoglio e intentan hacer pasar a Ratzinger por un modernista, su precursor directo.
Las cosas son un poco diferentes.
Una de las meteduras de pata más sensacionales en este asunto tiene que ver con la confesión abierta del cardenal Godfried Danneels, primado de Bélgica, quien, en televisión y en su biografía autorizada de 2015 admitió cándidamente que el grupo de cardenales supermodernistas al que pertenecía, al que llamaban la Mafia de St. Gallo, tenían como su candidato al Cardenal Bergoglio.
Citamos su biografía: “Es un jesuita hermano de Martini y cardenal arzobispo de Buenos Aires, se llama Jorge Mario Bergoglio. La actitud de Bergoglio hace que gane la confianza de muchos de los participantes en el Grupo de San Gall, entre ellos Danneels. […] A pesar de que los cardenales del Grupo de San Gall presentes en Roma enviaron a Ivo Fürer una postal con el mensaje: “Estamos aquí juntos en espíritu de paz”, fue el cardenal Ratzinger el elegido por el cónclave como sucesor casi obvio del papa polaco, aunque durante el pre-cónclave, el cardenal jesuita Jorge Mario Bergoglio era una alternativa realista.
Como lo leéis, esta admisión revela sin lugar a dudas que desde hace algún tiempo existe un partido dentro de la Iglesia ferozmente opuesto al Papa Ratzinger, y que su candidato era efectivamente el Card. Bergoglio. Así que nada de manipulaciones ni maniobras. Bergoglio era papable para los sangallistas.
Y ahora leemos cómo definió el obispo Gaenswein a este grupo justo un año después, en 2016, en el famoso discurso del “ministerio ampliado”:
“Benedicto XVI fue elegido tras sólo cuatro votaciones después de una DRAMÁTICA LUCHA entre el llamado ‘Partido de la Sal de la Tierra’ (“Salt of Earth Party”) en torno a los cardenales López Trujíllo, Ruini, Herranz, Rouco Varela o Medina y el llamado ‘Grupo de San Gallo’ en torno a los cardenales Danneels, Martini, Silvestrini o Murphy-O’Connor; un grupo que, recientemente, el propio cardenal Danneels describió en modo divertido en Bruselas como “una especie de club mafioso”.
(Paréntesis: pero ¿por qué la elección del Papa ha de ser una “lucha dramática”? ¿No son católicos todos los cardenales?)
“La elección fue ciertamente también el resultado de un enfrentamiento, cuya clave casi había proporcionado el propio Ratzinger como cardenal decano, en su histórica homilía del 18 de abril de 2005 en San Pedro; y precisamente allí donde a “una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como medida última sólo el propio yo y sus deseos” (Mafia) había contrapuesto otra medida: “el Hijo de Dios y verdadero hombre” como “la medida del verdadero humanismo”, (Sal de la Tierra)”.
¿Habéis leído bien?
Un año después de que el Card. Danneels que identificó públicamente a Bergoglio como el referente de la mafia de San Gallo, el arzobispo Gaenswein cita las palabras del Papa Benedicto que definió el partido de Bergoglio como el de “una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como medida última sólo el propio yo y los propios deseos”.
Ahora bien, ¿cómo podría Benedicto ‘acompañar el nuevo estilo’ como ‘papa de transición’ si el propio Bergoglio era su oponente, el campeón del partido de la dictadura del relativismo?
Diversas fuentes informan que fue el sangallista Card. Martini, al ver que no podía presentarse como candidato a causa de la enfermedad de Parkinson, quien decidió entonces canalizar los votos de la mafia, incluido Bergoglio, hacia Ratzinger.
Marcello Veneziani escribió en un artículo hace un par de años AQUÍ: “En realidad Martini no estimaba a Bergoglio y, aunque jesuita como él, no lo consideraba en absoluto en su estela. Una confirmación más de esto fue el testimonio dado por Andrea Riccardi en el Corriere della sera. En vísperas del Cónclave que llevó a la elección de Ratzinger en 2005, cuenta el fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, con Martini “Hablamos de nombres y mencioné el de Bergoglio con cierto entusiasmo: “Andrea, entonces ha cambiado mucho respecto a como yo lo conozco”. Cerró la conversación con frialdad. Martini formaba parte del establishment de la Compañía, que no tenía buena opinión del exprovincial argentino Bergoglio.Ratzinger no era de su cuerda, pero al final entre colegas de cátedra, aunque se discrepe, se reconoce el valor del otro. Un valor que no se reconocía en absoluto en Bergoglio, considerado cualquier cosa menos “progresista”.
Por supuesto, Bergoglio, a quien Martini no veía con buenos ojos, sería demasiado diferente de Juan Pablo II para poner en práctica la subversión gnóstica de la fe, el objetivo de este lobby.
Benedicto XVI fue siempre hostigado por los medios de comunicación, en manos de los poderes globalistas. Ratzinger, al fin y al cabo, era menos temible como papa que como cardenal: como prefecto de la Fe era una potencia, pero como papa, al no poseer el carisma comunicativo de Juan Pablo II, habría sido fácilmente acosado mediáticamente, como entonces puntualmente ocurrió. Así, obligado a dimitir, el “Rottweiler de Dios”, como llamaban al santo varón, Bergoglio, con su “buenas tardes” y la batuta publicitaria de un gran reformador, se lanzó de inmediato a la palestra.
Pero Benedicto no abdicó: hizo como Jesús y se ofreció para su destronamiento haciendo convocar un cónclave abusivo que ha automáticamente cismado y antipapalizado a Bergoglio.

Los sangallistas, incluso si sabían que Benedicto estaba en sede impedida, se arriesgaron igualmente. “¿Quién se daría cuenta de todos modos?”.
Pero el plan fracasó estrepitosamente y todo salió a la luz. No es prudente ir contra el Vicario de Cristo.
