La ilegalidad de la muerte de Cristo. Por Juan Cicconi
Por Juan Cicconi
Para Adoración y Liberación
La ilegalidad de la muerte de Cristo
San Mateo: 26, 1- 75 / 27, 1- 66
El proceso de Cristo fue altamente ilegal. El P. Luis de la Palma S.J. En su clásica obra Historia de la Pasión ha reseñado las ilegalidades de ese peverso proceso, que fue una monstruosidad jurídica.
El Sanedrín se reunió en el tiempo pascual, cosa que le estaba vedada; se produjeron testigos falsos y contradictorios; no hubo testigos de descargo; no se dio al reo un defensor; al responder una pregunta del juez, el acusado fue abofeteado; se tomó una respuesta del reo como prueba y el juez se convirtió en fiscal; la respuesta del Sanedrín no se dio por votación, se celebraron dos sesiones en el mismo día, sin la interrupción legal mandada entre la audición y la sentencia; el sentenciado fue diferido a la autoridad romana, que ellos no reconocían como legítima y que -como les advirtió Pilatos- no entendía jurisdiccionalmente de delitos religiosos.
La acusación promovida en el Pretorio (“Este se ha hecho Dios y por eso debe morir”) no era delito en el tribunal; el reo fue tundido a azotes, que era el comienzo de la crucifixión, antes de la sentencia; el delito de conspiración contra el César, que promovieron después, no era pasible de crucifixión, ni siquiera de muerte, como lo era la sedición a mano armada y la traición al ejército imperial, cosa que manifiestamente no hizo Cristo; y finalmente dejando otras irregularidades; y después de lavarse las manos Pilatos creyendo quedar bien proclamó publicamente la inocencia del acusado (“No encuentro culpa en él”) y lo mandó al patíbulo. !!!!!
Con la mitad de estas irregularidades el proceso es nulo, y el juez tenía el deber estrictísimo de absolver al acusado, mandar azotar a Caifás por los malos tratamientos que había permitido inflingir a Cristo y aplastar con sus soldados a la turba de judíos, y a Barrabás condenarlo por homicidio.
Este espantoso cuadro, que fue real, termina con una terrible exsecración que los judíos se arrojaron sobre sí mismos: “Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos.”
La culpa de los judíos es grave y se manifiesta de generación en generación, porque ellos además tienen las Escrituras con todas las profecías, la pieza maestra del proceso, el testigo que no se llamó, y nadie tan bien como ellos pueden entender de esta causa.
Ahí estan los anuncios proféticos sobre Cristo, solo veamos desde Isaías hasta San Juan Bautista: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos esta cerca.” Mateo 3, 2
Bibliografía consultada: El Evangelio de Jesucristo – P. L. Castellani
Nota:
Isaías anunciando a Cristo
“Porque un Niño nos ha nacido, un Hijo nos ha sido dado, que lleva el imperio sobre sus hombros. Se llamará Maravilloso, Consejero, Dios poderoso, Padre de la eternidad, Príncipe de la paz.” Isaías 9, 5