Los signos de los tiempos. Por Ángel Ortega
Hay una urgencia desmesurada por preparar al hombre para la venida del anticristo. La represión, el odio, la guerra, el hambre, la esclavitud, la injusticia, los cuatro primeros sellos del Apocalipsis ya han sido abiertos y estamos sufriendo las consecuencias.

Por Ángel Ortega
Para Adoración y Liberación
Las leyes de Dios están infinitamente por encima de las leyes del hombre. Las primeras, los mandamientos, abren las puertas del Cielo; las segundas, las del infierno, porque, de estas últimas, las únicas que parecen “justas” son las que están recogidas en las primeras.
Y así, asesinar es castigado por el Código Penal puesto que incumple el quinto de los Mandamientos de la Ley de Dios para con los hombres, pero el castigo del segundo se hace siempre injusto a la luz del mandato del primero porque el segundo es caduco y sólo perdonable por el hombre y el primero es eterno y sólo perdonable por Dios. O salva el dueño del Mundo o salva la Misericordia del dueño y Señor del Cielo.
Las Sagradas Escrituras nos dicen que seamos sal y luz, ejemplo para el Mundo. Los apóstoles, tras la muerte de Jesús, se escondieron temiendo represalias por ser cristianos. Sólo cambiaron de parecer a partir del Primer Pentecostés.
Pues ahora es lo mismo. Si estamos esperando la Parusía es porque sabemos que, casi con toda seguridad, el Gran Aviso está llamando a la puerta y, con él también, el Segundo Pentecostés, el llamado de Dios a cada uno de sus hijos para revelarle lo que espera de todos ellos a través de la Misión que les tiene encomendados desde la Creación del Mundo y cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida.
No es cuestión de esconderse también pero sí de recogerse en oración el mayor tiempo posible y rogar a Dios que derrame Su Infinita Misericordia sobre el Mundo. Así también seremos sal y luz, pero provechosa, sin derramar inútilmente la primera ni gastar en lo que nunca será iluminado la segunda, porque ahora mismo serlo de otra manera es predicar en el desierto y pretender evangelizar a las cabras y a sus dueños un gasto de fuerzas innecesario.
Somos los nuevos apóstoles, tenemos un enorme compromiso que hemos adquirido en cuanto le hemos dicho sí al Señor. El Mundo está tan corrompido que incluso desde la silla de Pedro se está predicando en nombre de Satanás. Los escribas y fariseos ahora, como en tiempos de Jesús, son los que mandan y comandan la barca de la Iglesia.
Daos cuenta de que la historia se repite, porque el Apocalipsis nos relata acontecimientos que ya están aquí entre nosotros y mensajes de Dios que sirvieron de guía para los primeros que tuvieron la dicha de leerlos y están instruyendo en el curso final de los tiempos a los últimos, preparándolos en ambos casos para la Bendita Parusía del Señor.
Hay una urgencia desmesurada por preparar al hombre para la venida del anticristo. La represión, el odio, la guerra, el hambre, la esclavitud, la injusticia, los cuatro primeros sellos del Apocalipsis ya han sido abiertos y estamos sufriendo las consecuencias. En ningún caso está escrito que nos enfrentemos a ellos, ahora mismo es imposible salir victorioso del combate porque el permiso de gobernanza que Dios le dio a Lucifer ha de cumplirse y aquí están sus consecuencias. Quien realmente espera en el Señor será premiado con el Martirio físico, espiritual o ambos, aún no lo sabemos, pero será así con toda seguridad porque Dios mandó plasmarlo a san Juan en la angustia de la cárcel.
Todo está escrito. Todo está avisado. Quien tenga a bien escudriñar en las Escrituras buscando los signos de los tiempos, a buen seguro que los encontrará. Leer la Sagrada Biblia es también orar porque es palabra de Dios que podemos traducir al día de hoy y al acontecer de mañana.
Que el Señor os ayude a distinguirlos y a ponerlos al frente de vuestras vidas.