En el nombre de Dios, gracias por arriesgar vuestros talentos. (Por Ángel Ortega)
Bienaventurados seáis todos vosotros, los verdaderos seguidores de Cristo, los que profundizáis en su conocimiento para parecerse más a Él. Y benditos seáis todos los que leáis estas palabras.
Por Ángel Ortega.
Bienaventurados seáis todos vosotros, los verdaderos seguidores de Cristo, los que profundizáis en su conocimiento para parecerse más a Él. Y benditos seáis todos los que leáis estas palabras.
Dichoso el que vendió su tibieza con el oro divino y le dijo sí al Señor.
Dichoso el que perdió sus bienes y ganó el beneplacito de Dios.
Dichoso el necio que se hizo justo y da testimonio.
Dichoso el oprimido que se clavó en la Cruz junto a Cristo, a costa de recibir las cadenas que lo condenan al mundo.
Dichoso el que dejó su libertad en las Santas Manos de Dios porque recibirá su paga en el Cielo.
Dichoso el condenado por el nuevo Sanedrín porque todos tendremos que pasar por la Pasión del Señor para obtener la vida eterna.
Dichoso el que promueve la vida, a costa incluso de perder la suya.
Dichoso el que le pide consejo al Señor, porque será profeta.
Dichoso el que no profane su cuerpo porque en él habitará el Espíritu Santo.
Dichoso el que entienda que está llamado a su gloria porque conocerá el significado de los tiempos.
Tenemos la victoria en nuestras manos, la sencillez del Alma nos llama a ser mansos y humildes de corazón.
Utilicemos nuestros talentos para comprar la libertad del incauto y presentarle en el amor de Dios los bienes celestiales.
Dios Todopoderoso y Eterno, que has hecho de nosotros Tu predilecto rebaño, no permitas que nuestras faltas y pecados nos alejen de ti sino que sirvan para hacernos más humildes y útiles a Tu Divino Proyecto. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
