Una Lectio con Marcos (Por Ángel Ortega)

Ángel Ortega
Adoración y Liberación
El Señor nos señala cuál es el verdadero camino de salvación por el que debemos de peregrinar, refiriéndose, especialmente, en estos tiempos tan convulsos, a los vacunados que se quieran recuperar. Todo pasa por arrepentirse, unirse al pueblo activo de Dios, comprometerse a realizar la misión que Cristo le encomiende y proclamar el Evangelio allá por donde vaya.
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Y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Jesús nos llama a la Evangelización, a ser activos y dispuestos a entregar la vida en el martirio si hace falta. Es necesario recibir el bautismo de fuego (el segundo Pentecostés) para ponerse a su servicio, de tal manera que Dios guíe nuestro camino y fortalezca nuestro Credo.
Debe de ser una sensación extraordinaria sentirse cubierto y dirigido por el Espíritu Santo y estar alimentado con sus dones, para poder así contemplar cómo una mano pecadora, se ha convertido en la mano sanadora de Cristo, que da vida y fortalece al hermano. ¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor!
El mensaje contenido en el versículo 18 merece una mención aparte.
Dice Jesús al que cree verdaderamente en Él: “si bebes un veneno mortal no te hará daño”. ¡Qué maravilla!
Hay tantísimas personas que creen y pertenecen a este grupo, que se han vacunado por ignorancia, por un mal consejo o por el bombardeo mediático del poder satánico, que el mismo Jesús les da un maravilloso mensaje lleno de esperanza, “confía y cree en Mí”, déjate hacer por el Espíritu Santo, llénate de Él y ponte a su servicio hasta el punto de, si es preciso, entregar la vida en el martirio.
Nos da el mismo mensaje que les dio a los Apóstoles, que, llenos del Espíritu Santo con el primer Pentecostés, consumaron sus vidas con sus benditos martirios.
Ahora nos toca a nosotros, da igual lo que hayas hecho, el Señor te ha elegido para abrir camino, el suyo, en terreno pedregoso, hasta convertirlo en la alfombra que te llevará al Paraíso Celestial.
Un abrazo en Cristo Jesús.