Juan Donnet
Pensemos en un Barco con muchos tripulantes y pasajeros.
El Capitán, hombre venerable, mantiene el rumbo firme; está convencido.
¿Hacia dónde va? Hacia el Maelstrom: negro y monstruoso émbolo; remolino abisal del océano que se traga todo después de hacerlo girar hacia abajo en su negro embudo.
El Capitán está convencido; hay algunos valientes que le han alertado de que el rumbo es trágico: todos van a perecer. Los ha juzgado rebeldes y los ha arrojado al mar. El Rumbo al Maelstrom se mantendrá a todo trance.
Hay un baño en la popa que perdía aguas servidas y estaba feo; el Capitán lo arreglo y decoró. Quedó muy lindo y cómodo. ¡Que gran hombre es el Capitán!
El piso de la proa se resquebrajado un poco; lo ha cambiado por madera nueva del mejor quebracho; ha quedado hermoso.
El Capitán es un Hombre Genial. La mirada visionaria hacia el frente, la mano firme en el timón hacia el Maelstrom. La tripulación está contenta. Está con él. Quedan algunos revoltosos, profetas de desgracias, pájaros de mal agüero, como ese timonel de repuesto, Lefebvre, que pretenden que el navío va al naufragio.
El Capitán no tolera estos negativos y pesimistas. Fue arrojado al mar. El Capitán sabe lo que hace. Firme al timón rumbo al Maelstrom. Es un hombre convencido. Es ilustre. Es un Santo.
Allá a lo lejos se divisa una niebla extraña sobre el océano y grandes albátros y multitud de gaviotas planean sobre él lugar. El Maelstrom. El émbolo, el agujero maldito que se traga todo. Hacía allá va el Capitán. Hombre convencido, santo.
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Está bien que ese capitan haya sido canonizado….por el enemigo.
Por lo mismo yo no lo considero Santo ni a pelo, lo considero Papa legítimo pero hasta allí, todavía hay heridas profundas que no puedo sanar por ese terrible naufragio. Saludos Juan Donnet.