Álex Holgado
Que tengamos muy claro que, cuando los abortistas hablan de que “no hay que criminalizar a la mujer que aborta”, en realidad están diciendo que cada uno no es responsable de sus actos.
El término “criminalizar” procede de la ideología de raíz marxista y de origen rousseauniano, profundamente contraria a la moral cristiana, que concibe las conductas del hombre como producto de la sociedad, no de su voluntad individual. El ser humano sería parte y víctima de una masa alienada por el capital, cuyas superestructuras hay que destruir.
En este argumentario delirante, cuando aborta, la mujer no toma ninguna decisión, sino que se trata de un acto colectivo de “liberación” de todas las mujeres ante la imposición de los patrones sociales de reproducción. Por eso el feminismo alienta el aborto y rechaza la maternidad, para ellas símbolo de la opresión.
Es una ideología violenta por definición y alienadora por vocación.
Alienadora porque, cuando se dice “no hay que criminalizar”, se está exigiendo la elisión del ser humano dotado de inteligencia y voluntad, es decir, del hombre como ser libre, capaz de tomar decisiones según su conciencia y en función de una verdad moral objetiva.
En definitiva, se trata de un intento diabólico de volver a la situación ancestral de mantener al ser humano sometido a sus instintos primarios. De sumirlo a la esclavitud anterior a la elevación que nos confirió la redención obtenida por Jesucristo. El ser hijos de Dios nos da la plenitud como hombres, llamados a tomar las riendas de nuestra existencia.
“No hay que criminalizar” supone decir “no es responsable de sus actos”. El feminismo neomarxista que domina el pensamiento actual nos aplica una constante incapacitación con el objetivo de manipular masas acríticas, hedonistas y pasionales y hacerse con el poder, que es el fin último de la revolución.
No se “criminaliza”, sino que se señala el mal que nos destruye, castigando (con los atenuantes propios de cada caso) los actos criminales para la salvaguarda del bien común y la protección de los más indefensos, lo cual tiene también un sentido instructivo.
Que el Señor nos ilumine y María Santísima nos proteja de todo mal.
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Subversión de los conceptos es subvervsión de creencias, subversión de la realidad humana.
El artículo pone de manifiesto la vinculación del aborto con el marxismo, pero me temo que la filosofía liberal del yo para mí, conmigo, sin tí, a través de tí y sin el otro, lleva a lo mismo.
Obviamente. Y es que el liberalismo y el marxismo nacen de la misma fuente: el materialismo. Aunque lo nieguen y traten de destruirse mutuamente, son dos ideologías nacidas del encumbramiento del hombre y la negación de Dios.