Sonsoles Sánchez del Corral
Ayer, 20N, tuve el privilegio de asistir a la Santa Misa celebrada en el Valle de los Caídos por el alma de los fieles difuntos José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco.
Sabíamos que la entrada iba a ser complicada, no tanto por las numerosas personas que se suponía iban a acudir, si no por lo farragoso del procedimiento que Patrimonio ha dispuesto para la entrada (*), por lo que a eso de las 9.30 ya estábamos allí. Bastante gente pero no tanta como un domingo cualquiera. Conseguimos pasar bastante rápido y sobre las 10.40 ya estábamos a la entrada de la Basílica, guardando nuevamente cola para pasar por el punto de seguridad.
A simple vista llamaban la atención varios detalles: muchos furgones de distintos medios de comunicación, incluida TVE, mucha guardia civil con chalecos antibalas, ninguna bandera de España, ni de Falange, ni de nada. Mucho silencio. Llovía.
De pronto un guardia civil se acerca con paso rápido a una señora que se encontraba sola resguardándose de la lluvia en uno de los laterales de la Basílica y le impone que se quite la bufanda con los colores de la bandera de España que lleva al cuello o bien que se la esconda debajo del abrigo, a lo que la mujer obedece al momento.
Todos los que estábamos guardando la cola nos quedamos perplejos viendo hasta qué punto estaban llegando las cosas e inmediatamente comenté al guardia civil que no sabía cómo se atrevía a decirle a nadie que se quitara una prenda de vestir con los colores de la bandera de su país.
Le pregunté que por qué no se quitaban ellos la camisa pues también llevan una bandera bordada y que si cuando juraron defender la bandera de España dijeron que salvo en el Valle de los Caídos y me dijo que estaba prohibido utilizar la bandera para medios partidistas.
Le dije que me definiera lo de partidista porque al no estar afiliada a ningún partido no lo entendía y que tenía obligación de aclararme el término ya que podía infringir la ley.
Visiblemente molesto me dijo: usted no lleve la bandera de España en ninguna parte y todo irá bien, a lo que le dije: “¡Mire usted, le aseguro que pienso llevar la bandera de España donde me parezca oportuno, hasta ahí podíamos llegar!”
Al momento se acercaron de una cadena de televisión y me preguntaron lo que había sucedido con el guardia civil pero no estaba dispuesta a comentar lo sucedido con ningún medio. Ya nos tocaba entrar y mis amigas tiraban de mí. A una de ellas le hicieron quitarse el abrigo para comprobar que no llevaba ninguna bandera escondida. A mí, afortunadamente, no me dijeron nada, pues después de esa discusión estaba deseando continuar con ella; estaba furiosa.
Nos llamó mucho la atención el hecho de que los guardia civiles estuvieran pululando por la Basílica con esos chalecos y andares chulescos en el momento de la ceremonia religiosa, no recuerdo haberlos visto en otras ocasiones.
Todos comentamos que deberían haberse quedado fuera dado que se trata de un lugar sagrado y su custodia, salvo causa mayor, corresponde a los hermanos benedictinos.
Nos sentimos un tanto intimidados pues vigilaban si nos parábamos delante de la tumba de Franco, si nos arrodillábamos, si dejábamos flores en el suelo, si tocábamos los pies de la Virgen, nos parábamos para rezar un avemaría …, incluso hubo una señora que se encontraba, junto con numerosas personas, de pie, delante de la tumba de Franco y que, según un guardia civil, debía haber consumido el tiempo imaginario asignado a cada persona para estar en ese lugar porque le tocó en el brazo y le dijo que se marchara de ahí pues llevaba ya demasiado tiempo… y la pobre obedeció.
Realmente fue intimidatorio y chocante, jamás me había sentido tan vigilada dentro de una iglesia y mucho menos en una celebración religiosa.
(*) Abren las puertas a las 10 pero la hora de entrada a Misa está limitada de 10.30 a 11. El tiempo medio por coche en la ventanilla de la entrada viene a ser de unos 3 minutos, por lo que, salvo que verdaderamente se haya madrugado para acudir y se encuentre uno entre los 10 primeros coches, no va a ser posible pasar sin abonar al patrimonio la correspondiente entrada. El segundo punto conflictivo está siendo a la entrada de la Basílica, donde la lentitud en los controles de seguridad obligan a la gente a guardar colas de 30-50 minutos, lo que hace realmente difícil asistir a la Santa Misa.
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