Los benditos de los últimos tiempos (Cap. III) ANTONINI DE JIMÉNEZ, DE VOCACIÓN LIBRE

0 517

Los benditos del fin de los tiempos ( Cap. III) Antonini de Jiménez

 

Álex Holgado

Adoración y Liberación

 

Tiene la turbina genética de los sevillanos, el deje que atropella las palabras, la mucha hambre de decirte, y de decirte con duende. Antonini de Jiménez tiene la estampa del pícaro gorrilla con cuyo gracejo ya sabes que te va a embaucar. Pero no, Antonini no te recita para embaucarte, al contrario, te habla para propulsarte a una atmósfera superior, para lanzarte en pos de la mejor versión de ti mismo, más auténtica, más libre. Y lo hace con arte.

Fue socialista, fue colectivista, fue, lo confiesa con su tonada de Marchena, igualitarista. Y lo fue, como todo en él, a fondo, militante, hasta las últimas consecuencias. Así que el joven doctor agarró el hato de los fanatismos y se marchó al otro lado del mundo, a la universidad de Camboya, a enseñar economía neomarxista, esa dogmática ruinosa en lo moral y lo material.

Pero precisamente allí, a miles de kilómetros de casa, su mente se centró. El adoquín de la cruda realidad le golpeó el alma y fue a parar con la caja de los huesos a suelo firme. Enmarañado en la mentira y exhausto, dio por pura ansia de verdad triple salto mortal sin red y se convirtió al capitalismo. El ávido lector de Amartya Sen, Nussbaum, Shuman o Stiglitz –el combo de lo falso sostenible- emergió taurino, libre, capitalista y católico. Verdadero.

El autor de “Liberofobia” y “¿Por qué deberías ser taurino?” es uno que ha venido a mirarnos a los ojos sin filtros y a retarnos a que le neguemos que, en realidad, le tememos a la libertad y que nos tranquiliza ser esclavos. Que nuestra épica aprendida es pop, que nuestras aspiraciones son sistémicas, que nuestra cacareada resiliencia no es sino esclerosis que trae parálisis a la vida. Que, en el fondo, nos horroriza la muerte porque no estamos dispuestos a comprometernos y a apostar la existencia a una carta.

Por eso es torero sin haber pisado una plaza, ese coso donde se dirime lo auténtico sin segundas oportunidades; por eso es católico, uno que pasa por este mundo en vertical, elevando el alma y abajando las concupiscencias; por eso es empresario y no como el 95 por ciento de los connacionales, de pensamiento funcionario-socialista que esperan sentados y obedientes a que el amo Estado les tire las migajas de lo que les roba cada día.

Por eso es verdadero y por eso es un bendito de este fin de los tiempos. Un referente, un faro que disipa las tinieblas de la ceguera, la tibieza, el victimismo, la pereza, los tópicos, el pensamiento único.

Le queda el desparpajo del zurdo que fue, tiene la osadía del recién llegado, la chulería del que viene a pisar lo que entre todos han fregado en consenso de décadas de mediocridad. Trae la ventisca del converso, la impetuosidad indetenible de quien ha hallado la perla preciosa. Es el correcaminos de la comunicación, la figura que arrolla la tertulia hueca, el flechazo de la verdad directa a tu corazón.

Porque tu corazón quiere esa verdad, ansía ese fogonazo y este estremecimiento. Porque tu corazón estará inquieto hasta que descanse en la Verdad.

Antonini remueve todas las piezas, porque él antes se las ha removido a sí mismo y sabe que la solución al rompecabezas de la vida no está en los dictados, sino en el afán personal y único de resolverlo. Imprevisible y libérrimo, sus alegatos beben de las revelaciones del hombre que se sabe derivado de la divinidad, humilde derivado de la Verdad.

Una Verdad que no es suya ni es de nadie, que es de todos y que ha venido a este mundo por puro amor para redimirnos, pero que solo unos pocos tienen la sed y la tenacidad de perseguirla hasta arrebatarla. Como locos, como benditos locos de pelo revuelto y mirada férvida que se ocupan de las pequeñas grandes cosas.

Y es que su gran ventaja es haber estado ya al otro lado. Antonini conoce la cara B, procede de la fábrica de odios, ha estado en los despachos de la torre de marfil donde se teoriza el nuevo humano a partir de su destrucción. Se conoce a los autores y su resentimiento, ha creído en las ideologías de la envidia, ha vestido la narrativa de la villanía. Por eso, derribado de ese caballo y luego caídas las escamas de los ojos, el disidente de la falsa disidencia Antonini ve mejor y más claro que nadie.

Así que habla de lo que no se puede y como no se debe, en verdad y con verdad y, de pronto, el tostón pasa a ser la mayor de las aventuras, el argumento que nos robaron, la vida radical que merece ser vivida. Por eso debes ser libre, católico y taurino como Antonini de Jiménez.

 

 


 

Capítulos anteriores de esta serie:

 

  • Capítulo 1:

 

LOS BENDITOS DEL FIN DE LOS TIEMPOS. Por Alex Holgado.

 

 

  • Capítulo 2:

 

Los benditos de los últimos tiempos (Cap. II) DON MINUTELLA, EL LEÓN DE LA FE APOSTÓLICA

 

 

 

 


 

 

Biblia-Straubinger-Ediciones-Genus-Dei
Biblia-Straubinger-Ediciones-Genus-Dei

 

 

 

ACCEDE A LAS MEJORES LECTURAS CATÓLICAS PINCHANDO ESTA IMAGEN

 

 

ACCEDE AL NUEVO CATÁLOGO DE LA TIENDA AYL PINCHANDO ESTA IMAGEN

 

 


AYUDA A AyL A PODER SEGUIR
MODOS DE COLABORAR CON EL SOSTENIMIENTO DEL PROYECTO
Todo el contenido de la plataforma independiente y propia AYL.TV es gratuito para todos. Sin embargo para poder ser una alternativa real necesitamos medios. Puedes apoyar a AYL.TV con una suscripción de pago en la propia plataforma, aquí:
Si lo prefieres también puedes hacer una donación, puntual o periódica, en Cuenta bancaria Openbank (Banco de Santander) : ES2500730100570163476193
Y también puedes desde cualquier rincón del mundo hacer tu aportación puntual o periódica por Paypal en paypal.me/adoracionyliberacion.
Si estás en España puedes ayudarnos por Bizum en el número +34653441198

 

Si deseas colaborar de otras formas, o tienes dudas, escribe a: info@ayl.tv
Dios te bendiga. ¡Gracias por unirte a nosotros!

Deja un comentario

Descubre más desde Adoración y Liberación

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo