«La ortografía del antenombre San». Por Dr. Jaime Alberto Solivan de Acosta

Dr. Jaime Alberto Solivan de Acosta
Adoración y Liberación
Así como lo expresé en mi libro La formación de los adjetivos deonomásticos de persona o antroponicios (Diccionario de antroponicios), publicado en 2014, me reafirmo en lo siguiente. A diferencia de lo que sostienen la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española en la Ortografía de la lengua española (p. 470), por influencia masónica y anticatólica, el que suscribe opina que el antenombre San, al igual que Santo o Santa, deben escribirse con mayúscula, cuando acompañan a un nombre de pila, pues dejan de ser adjetivos calificativos, porque forman parte del nombre, esto es, se funden con el nombre de la persona que ha sido canonizada, a semejanza de lo que ocurre con los apóstoles Santiago el Mayor y Santiago el Menor, cuyo nombre proviene «del latín Sanctus Iagus, contracción de Iacobus, forma latina del nombre hebreo Yaacob» (Roberto Faure et al., Diccionario de apellidos españoles [2001], p. 682), y es la aglutinación de Sant y Iago. En fin, el que suscribe cree que todos los hagiónimos deben escribirse con mayúscula, como los apellidos hagionímicos —aglutinados o no—, como Sancristóbal, San Cristóbal, Sanjuán, San Juan, Sanmartín, San Martín, Santana, Santa Ana, Santacruz, Santa Cruz, Santamarina, Santa Marina, Santodomingo, Santo Domingo, Santolaya, Santo Laya, Santomauro, Santo Mauro, etc.
Igual postura la comparte el exvicedirector de la Real Academia de la Historia y exdirector honorario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, don Faustino Menéndez Pidal de Navascués (2010), en su artículo «Discurso inaugural: Los nombres» (pp. 35-36).
En otras palabras, se debe escribir: San Antonio, San Francisco y San Juan, por ejemplo, y no san Antonio, san Francisco ni san Juan.

