Adoración y Liberación
Por Rafael Ortín
Me ha llegado desde Argentina la noticia de la orden del Arzobispo de Mendoza para cerrar un monasterio, el de Cristo Orante, ante una denuncia de abusos sexuales presuntamente ocurridos en 2009.
¡Gran ocasión para un gobernador de la provincia ateo! Enviaron una gran dotación policial para arrestar….. a dos monjes…. Sin esperar más, y sin completar pruebas, los monjes han sido encarcelados y el Arzobispo ha aprovechado para hacer gala de “tolerancia cero” y cerrar el monasterio, dispersando a esa pequeña comunidad orante.
No me extraña esta conducta arzobispal, por un lado porque, al haber sido anteriormente obispo de La Rioja, es uno de los promotores de la beatificación “trucha” (los argentinos llaman así al falseamiento) de Mons Angelelli, proclamado mártir por haber fallecido en accidente automovilístico y ser amigo de los terroristas Montoneros, grupo fundado por un sacerdote y co-autor del secuestro y asesinato del ex-presidente, General Aramburu.
Por otro lado, por haber vivido en aquella hermosa ciudad, con un clero marcadamente progresista, encabezado por los jesuitas. Allá por los años 70, aquella Archidiócesis tenía un solo seminarista, que estudiaba bastante lejos, en el seminario de Paraná. Un movimiento juvenil inspirado en cursillos de cristiandad, Círculos de Juventud, revitalizó la pastoral juvenil, junto a algunos grupos parroquiales, y comenzaron a surgir vocaciones. Y comenzaron a ir a estudiar a Paraná, donde la formación sacerdotal bajo el auspicio de Monseñor Tortolo era seria y nada “modernista”. Pasó que aquellos seminaristas, al recibir la sotana, paseaban con sano orgullo por Mendoza, y eso molestó a ese clero progresista habitualmente mal vestido de forma grotesca, de tal forma que el entonces Arzobispo les prohibió ir públicamente con sotana. Sabía que ellos sí le obedecerían aun cuando estaban cumpliendo con el uso de ropa que distinguiera al clero de los laicos, según manda el Concilio Vaticano II. Al mismo tiempo, presionaron para que ya no enviara seminaristas a Paraná, y pasaran a Córdoba, seminario de estilo progremodernista. Fue el momento que los seminaristas que querían seguir estudiando seriamente se cambiaron a la diócesis de San Rafael.
El seminarista aludido al principio una vez ordenado sacerdote usaba siempre sotana y también se las arreglaron para que se fuera a San Rafael Volviendo a la “tolerancia cero”, eran otros tiempos, pero no para despedir de la diócesis como se hizo festivamente, a un capellán de la Aeronáutica encontrado desnudo con un soldado. Dicho de paso, nótese la diferencia con la que se trata a los monjes mendocinos y a los norteamericanos, chilenos, etc.
Volviendo a los Arzobispos mendocinos, el referido anteriormente murió, posiblemente por el gran disgusto que le dio el sacerdote franciscano encargado del plan pastoral matrimonio y familia, que se fugó con una señora casada.
Los siguientes arzobispos han mantenido líneas similares, y lo único que conozco es que el sucesor del fallecido cerró los Círculos de juventud. ¿La causa? La acusación del clero progresista del peor insulto que se puede usar en Argentina “Lefebvrista” (categoría de pecado peor que el adulterio, la homosexualidad, el incesto o la corrupción).
También hubo una buena purga entre los jóvenes de Acción Católica, a cargo de un sacerdote agustino, con la misma acusación o parecida. Y ya no sé más, ni quisiera.
Pero que conste que dos obispos originarios de Mendoza, estudiaron en otros seminarios, y han sido excelentes obispos. ¡Mendoza los hubiera merecido! Y la diócesis de San Rafael beneficiada por buenos sacerdotes, y con seminario y seminaristas a pesar de ser una diócesis pequeña. También esta diócesis es la cuna del Instituto del Verbo Encarnado que también fue perseguida por muchos progresistas y a punto de ser cerrada por un obispo enviado para ello. Fueron salvados por S. Juan Pablo II, y están extendidos por medio mundo, tanto en sus rama masculinia como en la femenina de la Virgen de Matará (sí, la del video de Alepo).
El presuroso Arzobispo actual, por lo menos para cerrar ese monasterio, es un obispo de peso, altamente preocupado por las causas sociales y ecológicas. Esperemos que su rigor, también alcance para evangelizar a esa diócesis en la que grandes laicos han trabajado arduamente por la catolicidad de la Iglesia, con mucha Fe, pero calumniados por los “clericales”.
Nótese también que la Archidiócesis de Mendoza estaba vacante antes de la renuncia de Mons. Aguer en la La Plata, pero esperaron para colocar al “Tucho” Fernández más cerca de Buenos Aires……misterios vaticanos….
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