OFRECIMIENTO DEL DÍA.

Que este ofrecimiento diario sea una expresión sincera de nuestro anhelo de caminar junto a María en la tierra, para un día compartir con ella la gloria eterna del cielo.

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OFRECIMIENTO DEL DÍA.

 

En el corazón de la devoción mariana, el acto de ofrecer el día a la Virgen María se convierte en un gesto de entrega amorosa y profunda espiritualidad.

Esta oración, conocida como el Ofrecimiento del Día, nace del deseo de consagrar cada pensamiento, palabra, acción y sentimiento a la Virgen, reconociéndola como guía y Madre celestial. Es una forma sencilla pero poderosa de comenzar la jornada, encomendando a María todo lo que somos y hacemos, para que ella lo purifique y lo presente a Dios.

A través de esta ofrenda, el alma busca mantenerse unida a la Virgen en cada respiración, en cada latido del corazón, y en cada anhelo interior.

Cada flor espiritual que se le presenta es un símbolo de amor, gratitud y fidelidad, en un esfuerzo continuo por vivir bajo su amparo y según sus enseñanzas. Al consagrarle nuestras acciones cotidianas, aspiramos a vivir una vida más plena, más santa, más mariana.

Que este ofrecimiento diario sea una expresión sincera de nuestro anhelo de caminar junto a María en la tierra, para un día compartir con ella la gloria eterna del cielo.

 

Cuanto piense, cuanto hable,

cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes,

os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos,

como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción.

Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones.

Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón,

sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma.

Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy,

y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor.

Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera,

y con Vos reine felizmente por toda la eternidad.

Amén.

 

La oración diaria es un pilar fundamental en la vida de todo católico. A través de ella, fortalecemos nuestra relación con Dios, alimentamos nuestra fe y encontramos consuelo en medio de las dificultades del mundo actual. En tiempos marcados por la incertidumbre, el ruido y la confusión, la oración nos ofrece paz, claridad y dirección. Nos recuerda que no estamos solos y que, con la guía del Espíritu Santo, podemos perseverar en la verdad y el amor. Estas oraciones son una invitación a renovar cada día nuestra entrega a Dios, con confianza, humildad y esperanza firme en su misericordia.

 

 

TRES ORACIONES PARA REALIZAR DELANTE DEL SANTÍSIMO

 

“En la Cruz, mi Esperanza: Oración a Jesús”

 

 

Perdonarme, liberarme y bendecirme a mí mismo.

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