¿Revolución de la alegría? Por Mons. Héctor Aguer

Por Mons. Héctor Aguer

Leo en “La Prensa” que el Arzobispo de Buenos Aires, Monseñor Jorge García Cuerva, ha publicado una carta pastoral proponiendo una “revolución de la alegría”. Sigue los lineamientos señalados por el Papa Francisco, especialmente su exhortación “Gaudete et exsultate”. La noticia va ilustrada con una fotografía del prelado sonriente.
Hace más de medio siglo que la gente ocasionalmente al frente de la Iglesia luce entusiasmada con ese costado de la vida cristiana y repudiando la “cara de vinagre” y el recuerdo de las calamidades. Juan XXIII, al anunciar la celebración de un Concilio Ecuménico, fustigó a los “profetas de calamidades”. No niego, por supuesto, que la alegría evangélica sea un valor que integra la concepción cristiana de la vida, pero resulta innegable que las calamidades existieron y existen y que los profetas acertaron al advertir sobre ellas. No me imagino a Nuestro Señor Jesucristo con una perpetua sonrisa. La gravedad, la hondura, la discreción son aspectos insoslayables del Evangelio. ¿Cómo no perciben los popes del catolicismo que están falseando la realidad y así descaminan a los fieles?
El Arzobispo porteño, en la carta pastoral mencionada, tras enumerar las características propias de la ciudad considera “fundamental reflexionar sobre nuestra misión pastoral en Buenos Aires, a la luz de la alegría, la alegría del corazón, la alegría profunda, la alegría del Evangelio, con la que insiste tanto el Papa y que debe marcar una nueva etapa evangelizadora”. ¡Ilusión, prejuicio, despiste consiguiente! Reflexión es lo que falta, objetiva, integral, que no teme reconocer los males y advertir sobre ellos.
El Evangelio y la Tradición multisecular de la Iglesia no vacilan en condenar los errores; basta ojear tantas encíclicas de los Pontífices que descubren los males que acechan y preparan a los fieles para que no se dejen confundir por los artificios del diablo. Me parece que el golpe de timón se ha dado en el famoso Concilio. Ya es hora de examinar las últimas décadas y reconocer los resultados, en la Argentina y en el mundo. No hay necesidad de una “revolución de la alegría”; lo que falta es sensatez y coraje.
Las revoluciones son hechos frecuentísimos en todo el mundo, pero la historia registra aquellos que verdaderamente han trascendido y marcan una época. Recuerdo tres que tienen ese carácter y colorean los siglos modernos: la Revolución Inglesa se extendió, en el Reino de Inglaterra, entre 1642 y 1688. La Francesa ha sido y es la Revolución con mayúscula por excelencia y porque ha sembrado con su ideología “los derechos del hombre y del ciudadano”; es considerada el origen de los regímenes republicanos. La République es el modelo icónico de numerosas alteraciones políticas. La Revolución Rusa de 1917 significó la toma del poder por el partido bolchevique y el inicio de una dictadura que exportó el comunismo a todo el mundo, con distintos grados de contagio marxista, hasta 1989, cuando cayó por agotamiento. Dejo aquí estas referencias que se evaden del argumento propio de esta intervención. Arzobispo de Buenos Aires.
Volvamos a la pastoral del Arzobispo de Buenos Aires, que se propone como una (minúscula) “revolución de la alegría”. Lo primero que se puede aconsejar a Monseñor García Cuerva, es que procure conocer la ciudad, sus barrios, sus plazas, el contraste de grandeza y miseria; ése es el espacio en el que ha de ejercerse su gobierno pastoral. Llevar la ciudad hacia Dios, acercarla a Él; hacerse cargo de la ignorancia religiosa tan extendida en el pueblo argentino. Luego, que reconozca la organización pastoral vigente desde hace varias décadas, la división en cuatro zonas: Centro, Belgrano, Devoto y Flores. Este sistema permite al Arzobispo estar al tanto de los problemas de la ciudad. Cada zona está a cargo de uno de los obispos auxiliares, y periódicamente se reúnen todos como Consejo Pastoral. Yo he sido seis años vicario de la zona Belgrano; contemporáneamente el actual Papa Francisco lo era de la zona Flores. La ciudad es compleja y múltiple, no hace falta ninguna revolución, sino el seguimiento atento de las alteraciones y del ritmo de vida de una gran urbe.
Corinto y Roma, en los tiempos apostólicos, planteaban problemas y alternativas análogas a los que actualmente plantea Buenos Aires. Monseñor García Cuerva ha sido enviado a la ciudad como Sucesor de los Apóstoles.
La sonriente “revolución de la alegría” no puede reemplazar a la seria y sobria alegría en Cristo, que tiene su sede en el corazón cristiano.
+ Héctor Aguer
Arzobispo Emérito de La Plata.
Buenos Aires, jueves 25 de julio de 2024.
Fiesta de Santiago Apóstol. –
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