BAILANDO CON EL DIABLO – Un Milagro Escapulario

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BAILANDO CON EL DIABLO – Un Milagro Escapulario

BAILANDO CON EL DIABLO - Un Milagro Escapulario
BAILANDO CON EL DIABLO – Un Milagro Escapulario

San Juan Vianney, el Cura de Ars, relató la historia de una joven que, habiendo decidido consagrar su vida a la vocación de religiosa, acudió a él para una confesión general.

Cuando terminó de relatar sus pecados, San Juan Vianney le preguntó si no estaba olvidando algo. La niña, al recordar sus pensamientos, no pudo recordar nada más. El santo sacerdote procedió entonces a refrescarle la memoria.

Él le preguntó si recordaba cierto baile en el que se encontró con un apuesto joven con el que deseaba bailar, pero que, a su vez, solo bailaba con las otras chicas, dejándola pasar.

Sorprendida, nuevamente respondió afirmativamente, que eso sí era cierto.

El Cura de Ars le preguntó entonces si recordaba lo abatida que se había sentido por el desaire, y cómo, al salir del salón de baile, había vuelto a mirar hacia atrás y había visto al joven bailando con una chica, pero esta vez había dos lucecitas azules bajo sus pies.

Nuevamente estuvo de acuerdo y confirmó que en realidad había visto las dos luces azules debajo de los pies del joven, pero que, al encontrarlas extrañas, no podía explicarlas.

BAILANDO CON EL DIABLO – Un Milagro Escapulario

 

El Santo dijo entonces: “Te dolió que este joven apuesto y bien hecho no había bailado contigo. Querida mía, debes estar llena de la más profunda gratitud hacia la Madre de Dios, nuestra querida Santísima siempre Virgen que te ha protegido tan maravillosa y milagrosamente!”

La joven penitente sobresaltada tartamudeó: “¿Qué es lo que quiere decir, padre?”

San Juan Vianney le explicó entonces que el joven era en realidad el Diablo en forma humana, y que la única razón por la que no bailaba con ella era porque llevaba puesto el santo Escapulario de Nuestra Señora del Monte Carmelo.

“Mi querida niña”, respondió el santo sacerdote. “Ese hombre era en realidad un demonio del infierno y bailaba con todas las chicas en pecado grave. ¡Él se mantuvo alejado de ti porque solo tú llevabas el Escapulario de Nuestra Señora del Monte Carmelo!”

 

 

 

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