Pánico y pistas falsas de los pro-Bergoglio tras la petición sobre Benedicto XVI. Por Andrea Cionci
Por Andrea Cionci
Para Adoración y Liberación
Traducción autorizada Roberto Pardo

La noticia – objetivamente histórica – de la petición de reconocimiento de la nulidad de la abdicación de Benedicto XVI, presentada el 6 de junio por un servidor ante el Tribunal Vaticano, a pesar del boicot militante del mainstream, se ha filtrado por Italia y el extranjero. Por las calles del centro histórico de Roma (incluso bajo Santa Marta) sigue circulando el camión de vela AQUÍ, y ayer también aparecieron decenas de “postes” en las aceras de los alrededores de la Ciudad del León con el mensaje en cinco idiomas y el enlace a la investigación.

Puede ser una coincidencia, pero sólo desde hace una semana más o menos, ha habido repentinos derrumbes, reposicionamientos, despistes y torpes estrategias defensivas bergoglianas, intentos todos unidos por la elocuente y quirúrgica eliminación de la Magna Quaestio sobre la Sede impedida del Papa Ratzinger.
¿Por qué NUNCA se menciona (ni siquiera en términos negativos, si se quiere) este tema, de un libro, “Código Ratzinger”, con 20.000 ejemplares vendidos, ganador de dos premios periodísticos, presentado en 125 conferencias por toda Italia? Evidentemente, porque ése es el punto delicado: la estrategia banal consiste en evitar por completo el tema haciendo pasar al autor por un “novelista a lo Dan Brown”. (Si ese fuera el caso, sería muy arriesgado presentar una novela ante un tribunal).
Entre estas extrañas iniciativas que llevan a los lectores por mal camino, en primer lugar un artículo publicado en Domani el 15 de junio por el ex director del Osservatore Romano, Gian Maria Vian, que en su último libro retoma un pasaje de las “Últimas conversaciones” de Peter Seewald. En este pasaje, que analizamos ya en 2021, Benedicto XVI admitía que, según la profecía de Malaquías, él podría ser el último Papa tal y como lo conocemos.

Evidentemente, Vian no captó -o no quiso captar- el sentido evidente del mensaje en “restricción mental amplia”. Benedicto XVI, al estar en una Sede impedida, pudiera ser de hecho el último Papa canónico. Si en el próximo cónclave hubiera falsos cardenales de nombramiento antipapal, continuaría la ilegítima línea sucesoria bergogliana. Cuando ya no haya al menos tres cardenales verdaderos para elegir legítimamente a un papa verdadero, la Iglesia católica estará acabada.
Curiosamente, incluso Paolo Mieli retomó esta aportación, evitando siempre el obvio mensaje perturbador.
El Papa Ratzinger, desde un punto de vista políticamente correcto, debería haber dicho: “después de mí todavía está el legítimo Papa Francisco, así que ciertamente no soy el último Papa, como afirmaba erróneamente la profecía de Malaquías”. En su lugar, “todo puede ser” y no menciona a Bergoglio en absoluto, claramente porque no es el Papa.
En Repubblica apareció el 17 de junio otro fragmento del libro de defensa de la autopropaganda “El Sucesor”. El ingenuo titular es: “Ratzinger dimitió por honestidad” y en el texto Bergoglio insiste con una flagrante excusatio non petita en la dimisión de Ratzinger, que supuestamente ofreció porque ya no tenía fuerzas para otro viaje apostólico a Río de Janeiro. ¿Por qué tanta insistencia en la dimisión de Ratzinger? ¿Acaso hay algún problema?

Como hemos reconstruido, el Papa Benedicto, tras haber sufrido probablemente un ataque con somníferos en Cuba, lo que corroboran las tres versiones divergentes sobre el episodio , se hizo colocar en Sede impedida para congelar la vida jurídica de la Iglesia y convertir en antipapa a cualquier competidor. Hasta aquí la reconstrucción de Brocal-Francesco.
Lo más surrealista de todo, sin embargo, es un artículo aparecido en Il Fatto quotidiano el martes 18 de junio donde se habla sí de Sede impedida, pero en términos completamente distorsionados.
Según este artículo de Filoreto D’Agostino, con el título un pelín intimidatorio “LOS CONJURADOS ANTI-PAPA PUEDEN SER EXCOMULGADOS Y CAZADOS” en el Vaticano circula un documento para torpedear a Bergoglio a través de -oigan oigan- la Sede impedida… ¡Pero no la de Benedicto XVI, sino la de Bergoglio! Según esta reconstrucción, un grupo de cardenales querría forzar un impeachement a Francisco por incapacidad manifiesta (la incapacidad prevista en el can. 412) y esto los pondría en riesgo de excomunión.
Ahora bien, no sabemos si esto es cierto, pero la noticia huele mucho a pista falsa, tal vez para empezar a hablar de una Sede impedida en términos culpabilizadores para los cardenales, desplazando el objeto del canon 412 de Benedicto XVI a Bergoglio.
Francisco nunca ha sido Papa porque fue BENEDICTO XVI QUIEN ESTUVO EN SEDE IMPEDIDA, al haber sido destronado por un cónclave abusivo convocado a un Papa que no había abdicado. Esto no tiene nada que ver con la supuesta incapacidad de Bergoglio, que por el contrario está perfectamente lúcido, aunque le cueste defenderse.

Es una constante en estos sospechosos artículos que nadie se atreva siquiera a rozar el archiconocido asunto de la Sede impedida de Benedicto XVI, por la que se presentó ante los Tribunales una petición elaborada durante cuatro años con cinco abogados, dos de ellos canonistas. Al fin y al cabo, encaja como una estrategia defensiva de Bergoglio: soltar periodistas amigos, confundir las cartas, filtrar amenazas de excomunión, embaucar a la opinión pública con el cuento de hadas de la amistad con el Papa Benedicto… Una táctica polifacética, pero muy evidente precisamente por la ostentosa indiferencia hacia la cuestión de la Sede impedida de Ratzinger.
La impresión es que los bergoglianos -y también ciertas facciones tradicionalistas- quieren actuar sobre los medios de comunicación para intentar condicionar la actividad de la magistratura vaticana.
También llama la atención el reposicionamiento del ex vaticanista Tg1 Aldo Maria Valli: de estar graníticamente seguro de la abdicación de Benedicto XVI, hace unos días comenzó a ventilar en cambio la posibilidad de que Bergoglio sea antipapa. Benedicto XVI, de hecho, habría hecho una abdicación inválida, pero no porque estuviera en una Sede impedida, sino porque era ERÉTICO Y MODERNISTA, por lo tanto, no entendía bien el papel del Papa y trató de dividir el munus petrino entre dos Papas. No se entiende entonces por qué, si Ratzinger quería dividir el papado, durante nueve años siempre repitió: “NO HAY DOS PAPAS, EL PAPA ES SOLO UNO”. (Misterio de la fe, o falta de ella).
El miserable y blasfemo intento de hacer pasar a Benedicto XVI por hereje y modernista -un camino iniciado por el (¿ex?) Arzobispo Viganò, que no ha negado que él mismo se hizo reconsagrar obispo por el cismático Williamson- se explica fácilmente: en realidad salvaría el statu quo y los privilegios de muchos cardenales.
Pensadlo: si la culpa fue de Benedicto XVI, que “era un hereje y un modernista, y, por error, hizo una abdicación inválida”, Bergoglio es inocente y con él todos los cardenales que lo votaron y defendieron durante estos años:
“El Papa Francisco, pobrecito, no sabía que era antipapa, nosotros tampoco lo sabíamos: ¡todo culpa de ese hereje incompetente de Ratzinger!”.
Al límite podrían incluso intentar un golpe de mano para elegir, con cardenales reales anteriores a 2013, al propio Bergoglio, esta vez válidamente. Y el mismo, finalmente elegido Papa, confirmaría sus porfías y privilegios.
En ese caso, nuestra petición sobre la Sede impedida será publicada en ocho idiomas y puesta a libre disposición de todo el mundo, con toda la documentación que contiene. Y mucho más.

