“Las Raíces Del Mal de Malthus a Bergoglio”: entrevista a Armando Savini
¿Qué papel ha desempeñado la elección de Jorge Mario Bergoglio en la "fase final" del Nuevo Orden Mundial? Hablamos de ello con Armando Savini

Por Andrea Cionci
Para Adoración y Liberación
Traducción autorizada por Roberto Pardo.
Crisis financieras, políticas deflacionistas, crisis económicas, pandemias, crisis humanitarias, inflación, tipos de interés por las nubes… ¿Cuál es el hilo conductor de todos estos escenarios? ¿Son acontecimientos independientes o están dirigidos por una única sala de control? ¿Qué papel ha desempeñado la elección de Jorge Mario Bergoglio en la “fase final” del Nuevo Orden Mundial? ¿Está el mundo actual realmente dividido en blanco y negro, buenos y malos, como muchos falsos informadores quieren hacernos creer, o asistimos a una continua metamorfosis que siempre lo pone todo en cuestión?
Hemos hablado de ello con Armando Savini, economista, ensayista, estudioso de la exégesis bíblica y de la mística judía, que acaba de publicar su último libro ‘Las raíces del mal de Malthus a Bergoglio. Cuando el género no es perfectible‘.
Un título muy fuerte, que podría prestarse a algunas críticas. ¿Por qué las “raíces del mal”?
El libro se inspira en dos artículos publicados en 2023,“Las raíces del Gran Reseteo desde Malthus a Bergoglio” y “La metafísica del Gran Reseteo“, en los que examiné los orígenes filosóficos de este proyecto globalista, centrado en una cosmovisión que también parece compartir Jorge Mario Bergoglio, quien ha hablado repetidamente de decrecimiento económico, políticas verdes y gobierno mundial, apoyando las demandas de los Rothschild de un capitalismo inclusivo y bendiciendo la propuesta del Gran Reseteo del Foro Económico Mundial (FEM) de Davos. Con el presidente del FEM , Klaus Schwab, Bergoglio comparte el pensamiento de Dom Hélder Câmara, conocido como el “obispo rojo”, uno de los padres de la teología de la liberación, es decir, el marxismo en teología. Como buen jesuita moderno, Bergoglio está impregnado de existencialismo teológico.
Se trata de una corriente teológica que se estructuró en dos ramas principales: la del teólogo evangélico Rudolf Bultmann y la del teólogo protestante Paul Tillich. El primero, al someter la teología a la filosofía existencialista, demolió el mensaje evangélico mediante el proceso de desmitologización, es decir, la negación de todo lo que es milagroso y escapa a la razón y a la experiencia cotidiana. El segundo fue un promotor del socialismo en la teología. En el ámbito católico, el principal exponente de esta corriente fue el jesuita Pedro Arrupe, Prepósito General de la Compañía de Jesús de 1965 a 1983, figura que libró una guerra encubierta contra el papado y a quien Bergoglio declaró ¡siervo de Dios en 2018!
¡Con Arrupe comienza el proceso sistémico de autodestrucción de los jesuitas y la “jesuitización” de la Iglesia, que alcanza su ápice precisamente con el argentino! En la raíz del Gran Reinicio, como también del existencialismo teológico de los jesuitas, está el gnosticismo, origen de todos los males, que antes de manifestarse como herejía cristiana (gnosticismo) es una herejía judía. De esta cosmovisión provienen todos los excesos de la sociedad occidental, hasta la locura ecologista y transhumanista. Dado que el objeto de la investigación iba más allá del Gran Reseteo, el título sólo podía cambiar a “Las raíces del mal de Malthus a Bergoglio”.
¿En qué medida afecta el paradigma gnóstico a la vida cotidiana?
Muchísimo. El mundo de las ideas se debate entre dos bastiones, dos paradigmas interpretativos diferentes de la historia universal, basados en dos juicios opuestos sobre el ser. De un lado emerge el concepto de ser interpretado como participación; del otro, como caída. Elegir uno u otro cambia toda la visión del mundo y la política, ya que las acciones dependen de los juicios, y éstos se formulan según los principios filosóficos de cada uno.
En los últimos años, hemos asistido precisamente a la embestida del gnosticismo más extremo, aquel para el que la salvación (o el derecho a existir en esta tierra) es sólo para una élite, que tiene el monopolio del conocimiento y, por tanto, el derecho a guiar a la humanidad e imponer su idea del bien. Cuando personajes como los del Foro Económico Mundial afirman haber adquirido “poderes divinos” de “creación y destrucción”, y por ello serían dignos de gobernar un mundo dividido entre lo pneumático (Illuminati, los seres divinos del FEM), lo psíquico (científicos y políticos esclavizados a lo pneumático) y lo iliaco (comedores inútiles, animales “hackeables”), estamos ante una cosmovisión gnóstica.
Cuando un exministro afirma con franqueza que este planeta fue diseñado para 3.000 millones de personas y que somos demasiados, pero no muestra voluntad de hacer las maletas y abandonar la escena de este mundo, su visión es clara. Cuando el ex obispo de Argentina envía su bendición al FEM alentando el trabajo de estas ilustres figuras, suscita cierta perplejidad.
Cuando el Prepósito General de la Compañía de Jesús, el jesuita Arturo Sosa Abascal, dice que el diablo no existe y que no había grabadoras en tiempos de Jesús -por lo que el Evangelio no debe tomarse demasiado en serio, al igual que los mandamientos no son absolutos-, está expresando juicios basados en una cosmovisión muy precisa, que se fundamenta en el existencialismo teológico. La elección del modelo hermenéutico es fundamental, porque condiciona no sólo las opciones políticas, sino también la doctrina de la Iglesia católica, así como el modo de conocer el mundo. Es decir, la ciencia.
¿Cómo afecta a la ciencia?
La epistemología (que estudia la relación entre el observador y la realidad) también se disputa en un incesante y desgastante tira y afloja entre las dos visiones del mundo. Según la filosofía cristiana (realista-tomista), la verdad es objetiva: es el resultado de la convergencia natural de varios procesos cognitivos que parten de hipótesis iniciales diferentes. La transparencia del lenguaje y la conformidad y obediencia al método científico hacen que un experimento pueda ser repetido en cualquier lugar por cualquier persona en las mismas condiciones. Esto implica que la ciencia para ser tal debe ser democrática y basarse en la observación de leyes precisas.
De lo contrario, el lenguaje ambiguo, el inconformismo y el desprecio de las normas no permiten la convergencia, sino que alimentan la opinión, que tiende cada vez más a cristalizar en una verdad subjetiva que choca con las demás, hasta el punto del dominio de una sobre todas las demás. Es la vía del dogmatismo científico, es decir, de una verdad subjetiva impuesta que va a cubrir la verdad objetiva. Es la vía de la gnosis, hermética, esotérica.
Hemos tenido una muestra de ello en los últimos años, cuando se nos pidió creer ciegamente en un medicamento experimental, sin ni siquiera poder leer el prospecto. Sólo hay que tomarlo! según las prescripciones subjetivas de una élite “iluminada”.
¿Qué papel ha desempeñado la elección de Jorge Mario Bergoglio en la “fase final” del Nuevo Orden Mundial?
Sin la acción política de Bergoglio , los proyectos globalistas de Davos no habrían tenido el éxito que tuvieron y siguen teniendo, por desgracia. Las políticas pandémicas, el desarrollo sostenible, la Agenda 2030 y las políticas verdes no lo habrían tenido fácil con Benedicto XVI.
Para que las élites globalistas pudieran poner en marcha su proyecto , era necesario que un gran humanitario, atlantista, europeísta, pacifista, preocupado por la salud, vacunador (recordemos ‘Vacunarse es un acto de amor’, ‘negacionismo suicida’, reuniones secretas con el CEO de la multinacional farmacéutica Pfizer), ecologista, ecumenista, pro-nazi (? ), pro-lockdown (“Me duele quien se va de vacaciones para escapar del confinamiento”), pro-narrativa pandémica (“No desperdiciemos esta pandemia”), inmigracionista, liberal-marxista, amigo de los poderosos(Rothschild & co. ) y partidario de los desposeídos (en su mayoría inmigrantes no cristianos), ardiente activista social pro-género, archienemigo de la antigua liturgia, inclusivista integral, teológicamente líquido, promotor de una hermandad (y religión) universal, y verdugo de todo tipo de fundamentalismo católico que no contemple la inclusión de doctrinas no católicas como LGBTQ, bendición de parejas homosexuales, ecologismo, vacunismo, etc.
En otras palabras, se necesitaba un obispo woke que pudiera implosionar la Iglesia desde dentro. Parece que ese proyecto ya había sido concebido en los años setenta por el Club de Roma.
En su libro, también habla de geopolítica y de la lucha entre los promotores del Nuevo Orden Mundial y del Nuevo Orden Multipolar. ¿En qué medida afecta “la raíz del mal” a la geopolítica?
Como ya he dicho, las acciones dependen de los juicios y éstos se formulan según sus propios principios filosóficos. Si la geopolítica depende de la cosmovisión filosófica, entonces el orden que nazca reflejará los principios que impulsan la acción política. Detrás de la geopolítica del Nuevo Orden Mundial se esconde una cosmovisión gnóstica, que no distingue el bien del mal, el creador de la criatura, el varón de la mujer, Dios de Satanás.
Pero la matriz filosófica subyacente al Nuevo Orden Multipolar también tiene elementos de naturaleza gnóstica, aunque no tan extremos como la otra. Parece que asistimos a un enfrentamiento entre dos facciones dentro del mismo paradigma: gnósticos “extremos” frente a gnósticos “moderados”. Tanto si prevalece el Deep State como el eje Patriota, tanto si pasamos de una monarquía globalista a una oligarquía globalista, el mundo permanece siempre bajo el despotismo -más o menos moderado- de las élites gnósticas.
No sabemos cuánto durará la moderación. Para ver el amanecer de un mundo nuevo, primero hay que restaurar la justicia original en el seno de la Iglesia católica y expulsar para siempre a los mercaderes del Templo.
