Las jirafas del desierto. Por F. L. Mirones

Por Fernando López Mirones

Apreciados aulladores:
Una de las cosas que me dijeron las jirafas y los elefantes del desierto es que el ruido no es bueno para pensar.
Tengo por seguro que hubo un brote de engaño masivo en 2020 que había que combatir con urgencia, lo hicimos; pero en estos cuatro años, sí, cuatro años es mucho tiempo, han brotado por doquier canales y personas que han profesionalizado aquella reacción popular espontánea y la han convertido en su modo de vida. No lo critico, lo describo. Los que desde muchos años antes, desde la universidad y la práctica, trabajábamos en los medios, la ciencia y el cine, sabemos que lo más difícil en ese medio es la creación de contenidos.
Se observa una evolución en muchos de estos canales, que empezaron haciendo entrevistas a las mismas personas que ahora sustituyen y hasta critican. Antes nos preguntaban desde lo más sencillo, células, genes, bacterias… ahora han adquirido criterio propio sobre todo eso y pontifican, atreviéndose a corregir e incluso atacar a biólogos y médicos cuyas conclusiones no coinciden con lo que ellos promulgan.
Me parece raro que personas que en 2020 no sabían nada de biología, en 2023 sean capaces de descalificar a biólogos y médicos ¿qué ha pasado en ese tiempo?
Cuatro años es la duración de un grado universitario, es posible que estas personas hayan cursado uno y no nos hayamos enterado. También hay otros que el título se lo compraron por correo y lo lucen, pero esos ya sabemos lo que son.
Esto no significa que cualquiera no pueda opinar, leer, informarse y aprender, eso es genial; pero hay una cosa que se llama base.
La jirafas ven otra coincidencia, los más preparados son más prudentes que los que han cursado biología plandémica a distancia, que parecen ser, paradójicamente, los más extremistas. Afirman esto o aquello muy enfadados, acusan a los que no comparten esas ideas de ser “falsa disidencia” y otras lindezas… pero yo recuerdo cuando, hace no tanto tiempo, me preguntaron qué era un virus ¿tan deprisa lo saben todo?
Luego están los que llevaban toda su vida estudiando desde extraterrestres a misterios reptilianos, que, de pronto, también son microbiólogos por correspondencia. Lo tienen todo muy claro, no albergan la menor duda sobre nada.
Unimos a ellos los estudiosos de remedios naturales, de astros, de horóscopos, de magias y creencias astrales, esotéricos, místicos y chamanes. Todos ellos también lo saben todo sobre microbiología, genética, química orgánica e inorgánica, electromagnetismo, física atmosférica, meteorología y varias disciplinas más que al común de los mortales nos cuesta toda una vida llegar a entender.
Debo ser muy lento, yo cada vez tengo más dudas e incertidumbres, mientras ellos, cada uno con su canal, también hacen documentales como churros cuando yo no me atrevo ni a hacer uno solo a pesar de llevar toda mi vida haciéndolos.
¿Me preocupa? Sí. Porque mucha gente los sigue y los lee cada día ¡bendita libertad! Eso está muy bien. Sin embargo todo ese derrame de contenidos constantes que también incluyen geopolítica, psicología, sociología y antropología me incitan a salir corriendo.
No es mi estilo.
Decidí ser divulgador científico desde niño, influenciado por Félix Rodríguez de la Fuente, Jacques-Yves Cousteau, Gerald Durrel, David Attenborough o Carl Sagan entre otros sabios. Se me antojaba lo más difícil del mundo, algo con enorme responsabilidad porque si la gente te escucha debes estar muy seguro de lo que dices. Fallecidos todo ellos, quedaron vacíos enormes, casi nadie parecía querer dedicarse a semejante profesión. Desde 2020 hay literalmente cientos, tanto en el lado oficialista como en el negacionista. Resulta que ahora divulgar es coger una sola idea y defenderla como si fuera la única, hasta la extenuación. Resulta que ahora lo científico es no cambiar de criterio jamás (me enseñaron que era lo contrario) aunque aparezcan nuevas pruebas, datos y publicaciones ¡ya lo decía yo! ¡Lo sabía “desdelprincipio”!
“Desdelprincipio” se ha convertido en un lapso de tiempo demasiado vago al que absolutamente todo el mundo se adhiere. Ya nadie se acuerda si “desdelprincipio” es febrero de 2020 o febrero de 2021. Todo el mundo sabía todo, yo no los vi, pero aseguran que así era.
¿A qué nos lleva esto?
El hacer de la disidencia una fuente de ingresos, la ausencia de ética de autoría y citas que nos enseñan en las carreras de ciencias, y la respuesta de miles de personas que parecen preferir las sectas negacionistas que la reflexión científica seria, sin duda más aburrida que el salseo disidente donde se ataca al Bertín de turno, la Ana Obregón de la ciencia (esta si es bióloga por cierto) o los cotilleos, a menudo parasitando a gente seria, han creado una disidencia de Salsa Rosa que lastra la más noble lucha concebible.
El cuerpo me pide huir de esto casi cada día; pero casi cada día también mi conciencia me pide que resista por la gente buena que, por lo que sea, cree en mi.
Siento decepcionarlos negándome a participar en el cotilleo disidente, no me interesa nada. Están haciendo mucho daño, están haciendo que los de verdad se retiren, se callen, se vayan.
Para esto ya tenemos los medios oficiales. Esta degeneración de entrevistas constantes que dicen lo mismo, de negas que han aparecido años después y quieren su minuto de gloria, de nuevas caras que repiten lo que leyeron en este y otros canales de contenido original sin jamás citar, e incluso criticando a los que los documentan, me resulta irrespirable.
Por eso, de un tiempo a esta parte apenas acepto entrevistas, no hago vídeos, incluso aquí escribo lo justo.
Sí que les comparto desde los canales serios aquello que me parece importante. Les hago una selección para que no tengan que estar horas al día en el estruendo que habla de tierra plana junto a proteínas pasando por política en un batiburrillo de falsas seguridades que parecen criterios.
Es una decisión personal, la lucha sigue, ahora es la batalla final, nos enfrentamos al Tratado de Pandemias, necesitamos CENTRARNOS, todo este ambiente de opinadores radicales ayuda al NOM.
No pretendo nada, me quiero ir con mis animales, mis libros, mis viajes, mi cámara, lo que siempre hice cuando era un tipo aceptado. No me apetece competir, me aburre oír siempre lo mismo, ahora todos decimos las mismas cosas, todos son expertos en medio ambiente, conservación, clima, comunicación, relato, miedo, etc.
Busco ideas nuevas o acciones eficientes, ahí siempre ayudaré a quien me lo pida; pero esta competición como de famoseo nega a ver quien vende más discos me espanta.
Tengo mucho que contar y lo escribiré en libros. Las jirafas del Kalahari, la hiena parda del Namib y los leones de Etosha me han dicho que demasiadas voces sin coordinar no son un coro, tampoco son aullidos, son bramidos que no se entienden.
Hay un tiempo para cada cosa, la sabiduría dicen que está en adaptarse y saber cuándo ya has cumplido una etapa.
Por eso no quiero contribuir al estruendo negacionista sino con el silencio necesario de hablar solamente cuando tenga algo que decir que vea que no cuentan otros.
Sigamos luchando pero hagámoslo con inteligencia, estrategia y mente abierta.
No nos enfrentamos a un sistema de dogmas para crear otro. Libertad ante todo, libertad y tiempo para formar opiniones sólidas basadas en evidencias y pensamientos reflexivos brillantes.
Un aullido.
