Última parte de la profecía revelada por La Virgen el 19 de septiembre de 1846

Última parte de la profecía revelada por La Virgen el 19 de septiembre de 1846
“Hago un llamado urgente a la tierra: llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los cielos; a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, llamado Único y verdadero Salvador de los hombres; Llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se entregaron a Mí para que Yo los condujera hacia Mi Divino Hijo, a los que llevo, por así decirlo, en mis brazos, a los que vivieron desde mi espíritu; finalmente, invoco a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que vivieron en el desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en unión con Dios, en sufrimiento y desconocidos para el mundo.
Es hora de que salgan e iluminen la tierra. Id y mostraos como mis hijos amados; Yo estoy con vosotros y en vosotros, siempre que vuestra fe sea la luz que os ilumine en estos días de desgracia.
Que vuestro celo os haga tener hambre de la gloria y honra de Jesucristo. Luchad, hijos de la luz, vosotros, pocos que veis; porque éste es el tiempo de los tiempos, el fin de los fines. […]
Este es el tiempo; el abismo se abre. Este es el rey de los reyes de las tinieblas. Aquí está la bestia con sus súbditos, llamándose a sí mismo el “salvador” del mundo. Se elevará con orgullo en los aires para llegar al cielo; será asfixiado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá, y la tierra, que desde hace tres días está en continua evolución, abrirá su pecho lleno de fuego; será sumergido para siempre con toda su familia en el abismo eterno del infierno.
Entonces el agua y el fuego purificarán la tierra y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres, y todo será renovado: Dios será servido y glorificado. »