Vicente Montesinos
Director de Adoración y Liberación
Cuando abrí los ojos al mundo; la Constitución Española de 1978 ya imperaba. Los padres salesianos me la enseñaron con amor, incluso en clases de religión. Cuando con 18 años me convertí en estudiante de Derecho, y después como jurista y funcionario de carrera del Estado, la aprendí del primer al último artículo. Aún hoy se la puedo recitar de memoria. Lo aprendido: era un mito que nadie podía cuestionar.
Sin embargo, con el paso del tiempo, y gracias al estudio de la historia, de la filosofía, de la doctrina católica y de la verdadera fe, mis ojos se abrieron a la realidad. La Constitución de 1978 no es un texto sagrado, como nos han vendido a generaciones enteras; sino un engaño creado por masones para acabar con España, ir contra la familia y la fe católica, y convertir este país en lo que hoy es.
En este 6 de diciembre, Día de la Constitución, no hay nada que celebrar. Es un día para recordar el engaño y la traición que se cometieron contra España y su pueblo.
En este 6 de diciembre, Día de la Constitución, no hay nada que celebrar. Es un día para recordar el engaño y la traición que se cometieron contra España y su pueblo.
Un texto antiespañol
La Constitución de 1978 es un texto antiespañol porque niega la identidad y la soberanía nacional. En su artículo 2, define a España como un “Estado social y democrático de Derecho” que se fundamenta en la “indisoluble unidad de la Nación española”. Sin embargo, en la práctica, la Constitución ha permitido que las distintas autonomías se separen cada vez más del Estado central, hasta el punto de que algunas de ellas se han convertido en Estados independientes de facto.
Un texto antifamiliar
La Constitución de 1978 es un texto antifamiliar porque niega la primacía de la familia sobre el Estado. En su artículo 39, establece que “la familia es el fundamento de la sociedad” y que “los poderes públicos protegen la familia, la maternidad, la infancia y la juventud”. Sin embargo, en la práctica, la Constitución ha permitido que el Estado ataque a la familia a través de leyes que promueven el aborto, el matrimonio homosexual y la ideología de género.
Un texto anticatólico
La Constitución de 1978 es un texto anticatólico porque niega la importancia de la religión en la sociedad española. En su artículo 16, establece que “se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley”. Sin embargo, en la práctica, la Constitución ha permitido que el Estado ataque a la religión católica a través de leyes que promueven el laicismo y la discriminación religiosa.
Una Constitución fallida
La Constitución de 1978 ha sido un fracaso. Ha fracasado en su objetivo de garantizar la paz y la convivencia. Ha fracasado en su objetivo de crear un país unido, próspero y justo. Pero no ha fallado en su intento de destruir la familia y la fe católica.
En este 6 de diciembre, Día de la Constitución, debemos recordar el engaño y la traición que se cometieron contra España y su pueblo.
Y como católicos estamos en la obligación de luchar por un nuevo sistema político que sea verdaderamente español, familiar y católico.
