¿POR QUÉ SE CUBREN CON VELOS LAS CRUCES E IMÁGENES EN EL TIEMPO DE PASIÓN?
Al tapar el crucifijo, hasta el Viernes Santo, y las imágenes de los santos, hasta la Vigilia Pascual, la Iglesia anticipa el luto por la muerte de su Señor.

La respuesta a esa pregunta se encuentra en la riquísima tradición litúrgica de la Iglesia. En primer lugar, no es verdad que las imágenes se tapen durante toda la Cuaresma, sino solamente en los días que preceden a la Pasión del Señor, más exactamente a partir del Primer Domingo de Pasión (los cuatro Domingos de Cuaresma no se cubren con velos).
Al tapar el crucifijo, hasta el Viernes Santo, y las imágenes de los santos, hasta la Vigilia Pascual, la Iglesia anticipa el luto por la muerte de su Señor.
El enfoque de las lecturas de la Palabra de Dios es también distinto: en la Cuaresma, los textos litúrgicos llaman sobre todo a la penitencia y a la conversión personales. A partir del Primer Domingo de Pasión los fieles empiezan a escuchar las narraciones del Evangelio de San Juan, que invitan a mirar a Jesús crucificado, no tanto con los ojos de la carne, sino más bien con los del alma.
Los crucifijos y cruces de las Iglesias se cubren hasta el final del Viernes Santo, cuando se celebra la Pasión del Señor. En concreto, hasta el momento en el que el diácono o el sacerdote proclama tres veces, mientras descubre la Cruz: “Mirad el árbol de la Cruz, en la que estuvo clavado la Salvación del mundo”. Dicha ceremonia, y la propia oración, no tendría sentido si la cruz no hubiera estado velada previamente. El resto de las imágenes siguen veladas hasta el comienzo de la Vigilia Pascual.
En su pedagogía de madre, por tanto, la Iglesia introduce los fieles en un misterio: el Viernes Santo, la cruz es desvelada de nuevo y ofrecida a la adoración de los fieles.