¿Insomnio? Con la “hora vigesima” romana Benedicto XVI marca la sede impedida. Por Andrea Cionci

Luego  que el  arzobispo Gaenswein, escribe cómo el Papa Benedicto conservó su túnica blanca y su nombre pontificio durante nueve años porque creía que viviría un poco más, llegó Seewald y declaró que Benedicto XVI renunció "por insomnio".

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Por Andrea Cionci

Para Adoración y Liberación

 

Traducción autorizada Maria Luisa Perez Gherlone

28 de enero de 2023

Luego  que el  arzobispo Gaenswein, escribe cómo el Papa Benedicto conservó su túnica blanca y su nombre pontificio durante nueve años porque creía que viviría un poco más, llegó Seewald y declaró que Benedicto XVI renunció “por insomnio”. Una declaración evidentemente irónica, en el típico estilo del Papa Benedicto, como aquella: “Escribí la Declaratio en latín para no cometer errores”. (No se refería a los conocidos errores de sintaxis, sino a que sólo en latín podía aplicar el sistema munus/ministerium y evitar el error histórico de abdicar).

Recordamos entre los últimos mensajes del Papa Ratzinger: “Pueden creer, o no creer, la respuesta está en el Libro de Jeremías” y en éste, ad vocem sale el “sueño”: “Con veneno les prepararé una bebida, los embriagaré para que queden aturdidos. Se quedarán dormidos en un sueño eterno y nunca volverán a despertar”.

Aclarado. Al fin y al cabo, el Mordkomplott que salió providencialmente con Vatileaks y sobre el que escribió Marco Lillo, de Il fatto Quotidiano, había hablado precisamente de un plan para matar al Papa Benedicto. Si hubiera muerto, el cónclave que habría seguido habría sido válido. En cambio, el Papa Benedicto se aseguró de que quien fuera elegido después de él no sería un verdadero Papa.

La impresión es que los dos  más quirúrgicos y precisos portadores de los códigos de Ratzinger, Gaenswein y Seewald, se van de la lengua para “tensionar” el debate y estimular la búsqueda de la verdad. Y aceptamos encantados la aportación.

Si sobre el chiste del insomnio queda un margen de ambigüedad, sobre los “mil años” desde la frase de la renuncia, no. En el artículo anterior AQUÍ

Benedicto XVI y los “1000 años”: resuelto el enigma final sobre la dimisión de Ratzinger. Por Andrea Cionci – Adoración y Liberación (adoracionyliberacion.com)

le demostramos de forma científica e incontrovertible cómo el Papa Benedicto XVI nunca abdicó y siguió siendo el único Papa hasta el final: renunció al ministerium, al ejercicio del poder, como había hecho Benedicto VIII exactamente 1000 años antes, en 1013, con la diferencia de que Ratzinger lo hizo al pleno de sus poderes. Esto ocurrió no por su voluntad, sino porque los cardenales, sin haber entendido la Declaratio, le convocaron otro cónclave a sus espaldas, mientras él no era abdicatario. Así le destronaron y le enviaron a una “sede totalmente impedida”. Este es el único caso canónico, de hecho, en el que el Papa puede perder el ministerium reteniendo el munus. En sede impedida, el Papa sigue siendo Papa y, si se elige un nuevo Papa, este es  antipapa.

Así, su renuncia al ejercicio del poder se hizo “efectiva”, es decir, fáctica, el 28 de febrero de 2013, pero en realidad hay un detalle de trascendencia histórica que acabamos de poner de manifiesto gracias a la aportación del profesor de Historia y Religión Luca Brunoni.

La lectura difusa bergogliana nos quiere hacer creer que el Papa Benedicto abdicó del papado con (la canónicamente absurda) las 20 horas del 28 de febrero, pero esto NO RESPONDE A LA VERDAD, no sólo por la no abdicación, sino también por la hora indicada.

Demostración

En la Declaratio, en efecto, se lee: “declaro me ministerio Episcopi Romae, Successoris Sancti Petri, mihi per manus Cardinalium die 19 aprilis MMV commisso renuntiare ita ut a die 28 februarii MMXIII, HORA 20, sedes Romae, sedes Sancti Petri vacet“.

“Declaro que renuncio al ministerium de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por los Cardenales el 19 de abril de 2005, de modo que, a partir del 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la Sede de Roma, la Sede de San Pedro, quedará vacía ( y no vacante como fue traducido )”.

(Dado que Benedicto se trasladará a la sede de Castel Gandolfo, sabemos que en la Declaratio se refiere al Palacio Apostólico de Roma, que, de hecho, permanecerá vacío).

En su discurso hablado, el Papa Benedicto dice “HORA VIGÉSIMA”, que habría debido por lo tanto  ser transcrita  como “hora XX”.

ATENCIÓN: no se corresponde en absoluto con las 20.00 horas del Sistema Horario Internacional de 24 horas. En cuanto a la hora romana seguida en Italia y las posesiones papales desde la Edad Media -como sistema de cálculo de horas puro-, el cálculo no comenzaba a partir de medianoche, sino al atardecer l, que, por supuesto, es variable a lo largo del año, por lo que este sistema sólo servía para dar una indicación de las horas del día y no para proporcionar una fecha. La hora romana mide un lapso de tiempo entre dos horas locales, (ver gráfico).

 

El 28 de febrero de 2013, comenzó al atardecer, a las 18:00 horas para nuestro horario.

Para hallar la hora vigésima del 28 de febrero, a partir de las 18.00 horas se cuentan veinte horas hasta llegar, según nuestro horario, al lapso de tiempo entre las 13.00 y las 14.00 horas del 1 de marzo.

¿Y qué ocurre a última hora de la mañana del 1 de marzo?

Dentro de la hora XIX, en un minuto variable entre las 12 y las 13 horas (nunca más allá de esta hora), sale siempre el BOLETÍN vaticano. De hecho, hacia las 12.30 horas del 1 de marzo, el cardenal decano Angelo Sodano hizo circular por boletín la convocatoria del nuevo cónclave ilegítimo que destronó al Papa Benedicto y lo envió a una sede totalmente impedida (canon 335).

Por eso Benedicto dice que “renuncia, PARA QUE la Sede de  Roma quede VACÍA” a partir de la hora vigesima, (13.00-14.00), la primera hora de la hora romana, cuando seguramente su renuncia ya era efectiva.

Todo encaja de una forma espantosamente milimétrica. De hecho, el Papa Ratzinger, a las 17.00 del día 28, ya había tomado el helicóptero, volando hacia Castel Gandolfo, donde sobre el Palacio Apostólico  se observa un reloj romano OPERATIVO

A las 17.40 del 28, poco antes del atardecer , que en el horario romano corresponde al  40⁰ minuto de la XXIV hora de la cuenta horaria romana anterior, Benedicto se asoma al balcón de Castel Gandolfo y declara: “Ustedes saben que este mi día [que está a punto de comenzar según la hora romana] no es como los anteriores: lo sabemos tanto porque lo escribió en la Declaratio, en la que utilizó la hora romana, como, empíricamente, porque sobre su cabeza está el reloj del palacio papal de Castel Gandolfo que, perfectamente regulado, marca la hora romana.

Benedicto sigue diciendo: ‘Ya no seré pontífice sumo, hasta las ocho de la noche (es decir, hasta la hora vigorosa en horario romano) seguiré siéndolo, después ya no”.

Ya hemos investigado cómo el Papa Benedicto, basándose en una obsoleta y antigua inversión del título de Sumo Pontífice, produce un significado muy claro al afirmar que él ya no sería “el pontífice en el rango más alto, en el lugar más alto y más visible”. De hecho, seré un pontífice en segundo plano, oculto, frente a un papa ilegítimo que ocupará su lugar y tendrá todos los honores.

Al final, saluda a todos con

:“¡Buenas noches!”: de hecho, para la hora romana es como si fuera  antes de medianoche.

Su nueva condición de pontífice ya no al más alto nivel, comenzará precisamente a partir de la Convocatoria del Cónclave entre las 12 y las 13 horas del 1 de marzo, es decir, a partir del inicio de la hora vigésima, la primera hora útil en la que la sede de Roma, el palacio apostólico en el Vaticano, estará ciertamente vacía, porque estará totalmente impedida. Benedicto se encerrará en el monasterio de clausura Mater Ecclesiae.

En resumen: el Papa Benedicto, utilizando el sistema “cronómetro” de la hora romana, tradicional en el  Estado Pontificio y diferente del Sistema Internacional de 24 horas, nos ha hecho comprender la verdadera naturaleza de su renuncia: no su abdicación voluntaria que se hace efectiva a las 20 horas del 28 de febrero, sino un derrocamiento (debido a una sede totalmente impedida) anunciado el 11 de febrero que lleva a la Sede de Roma a estar VACÍA a las 13 horas del 1 de marzo, es decir, justo después de que los cardenales convocan el cónclave abusivo. La renuncia de Benedicto al ministerium se hace efectiva al mismo tiempo y, por tanto, viene impuesta automáticamente por la convocatoria del nuevo cónclave, que él acepta, pero a la que se somete, con resignación (momentánea, pero finalmente victoriosa).

De hecho, sólo en el caso jurídico de la sede totalmente impedida es posible separar el ministerium del munus, por causa de fuerza mayor.

Esto explica la razón del ingenioso aplazamiento. Un gráfico para resumir:

 

 

Somos conscientes de que este artículo necesita más de una lectura para ser comprendido. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el Papa Benedicto lo preparó todo para que pudiéramos comprender “a efecto retardado” algo perfecto y admirable, pero no inmediatamente obvio.

Era necesario, como escribió su teólogo favorito Tychonius, que la “iglesia del diablo” tuviera tiempo de manifestarse para que el pueblo católico pudiera darse cuenta. Mientras tanto, el Logos ha hecho su trabajo, llevando lentamente a algunos a comprender su admirable plan de salvación y a intentar divulgarlo, en medio de mil dificultades.

Con su extraordinaria cultura e inteligencia, (pero no sólo) el papa Benedicto, el único y verdadero Vicario de Cristo, ha salvado a la Iglesia y al mundo de la agresión de los poderes globalistas y masónicos que están derrocando al catolicismo.

Nuestros artículos son obstruidos en todas partes, hechos desaparecer de las indexaciones de los motores de búsqueda, censurados por las redes sociales. Luego, también se ponen también arzobispos y cardenales para intentar confundir las cartas y encubrir al antipapa, en el mejor de los casos con la ilusión de que todo puede resolverse según el habitual método clerical manzoniano de “calmar, truncar, calmar”. Caballo de Troya para esta operación de encubrimiento, la extravagante estupidez del error de fondo, por el que Benedicto no había entendido bien el papel del papa y por ser modernista se hizo el lío del papado emérito.

En el próximo cónclave-chanchullo, con los 81 falsos cardenales bergoglianos, estos intelectuales y prelados nos darán así otro antipapa.

Pero no importa: “el rey está desnudo”, a estas alturas, el antipapa anticatólico Francisco ha sido desenmascarado y, como decía San Agustín, la verdad es como un león: basta con soltarlo para que se defienda. Sólo queda por ver cuánto tiempo tardará.

 

 

 

 

 

 

 


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2 comentarios
  1. Alberto Ramón Althaus says

    Tercer capítulo del Libro
    “La inexistente renuncia” de Benedicto XVI
    Benedicto, el último papa
    Explicación de la crisis de la Iglesia
    Alberto Ramón Althaus 2023
    A los traidores de Cristo que siguiendo a los nuevos escribas y fariseos ocultan la verdad de la Segunda Venida al Pueblo de Dios.
    IIL. Las presiones para que Benedicto renuncie
    Al comenzar Benedicto XVI su pontificado la política global de los poderosos iba in-clinándose hacia la izquierda, recordemos la crisis inmobiliaria de 2007 en el Mundo con lo que la globalización liberal estaba siendo sustituida por una búsqueda de globalización por medio de una izquierda masona cabalista y progresista.
    Hay varias cábalas: la judía, la cristiana, la panteísta, la masónica, la atea y la satánica, la verdadera es la satánica.
    Benedicto XVI no cumplía bien las funciones que la masonería global quería que cumpliese. Empezó con un discurso crítico al Islam que fue rechazado por los medios de co-municación porque se aspiraba a la islamización de Europa.
    Benedicto fue conservador en el ejercicio de su pontificado y tomó una medida contra-ria a la masonería que fue recuperar el 07 de julio de 2007 mediante un Motus Proprio Sum-morum Pontificum la Santa Misa por medio de lo que llamó el rito extraordinario para que los obispos pudieran elegir entre la misa del cardenal masón Annibale Bugnini, llamada de Pablo VI u ordinaria; y la santa misa de siempre que llamó rito extraordinario y dio permiso a los obispos de restablecer esta última. Bergoglio la prohibió nuevamente con el Motus proprio Traditionis custodes.
    Benedicto XVI conocía el paño de la Iglesia sabía cuándo asumió los problemas que podrían presentarse: “rueguen que el pastor no huya ante los lobos”, había advertido.
    Los obispos que respondían sólo a la Iglesia eran muy pocos, casi ninguno quiso recu-perar la tradición litúrgica y no mostrarse progresista o conservador.
    Lo cierto es que a Benedicto lo presionaron de muchas maneras para que renunciara, una de las presiones era someterlo a viajes agotadores para que enfermara y muriera como fue el viaje a México, se podría afirmar que no era esa la intención.
    La segunda presión fue la traición del mayordomo con los Vatileaks, es decir, el es-cándalo de un mayordomo de un papa vendiendo secretos del Vaticano y del papa. Era la pri-mera vez en la historia de la Iglesia en que ocurría algo así y no debió dejar muy contentos a los obispos.
    El tema de los Vatileaks se destapó en enero de 2012 y explotó con la publicación pos-terior del libro de Gianliugi Nuzzi “Su Santidad. Las cartas secretas de Benedicto XVI” que revelaba informes sobre cardenales masones, obispos comprometidos como encubridores en casos de abusos, el lobby gay en la curia romana, chantajes a obispos homosexuales, curas que habían cometido abusos sexuales y problemas de corrupción financiera y de mala gestión.
    En ese robo de documentos del apartamento papal estuvo implicado el mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriele, que supuestamente recibió ayuda en la maniobra de parte de un alto jerarca del Vaticano y de una mujer y encontraron en la casa de Paolo Gabriele ochenta y dos (82) cajas de documentos originales o fotocopiados que pertenecían al Estado del Va-ticano, dos discos rígidos, un cheque por cien mil euros y pepitas de oro donados al papa Be-nedicto XVI y una edición de la Eneida valiosa de 1581.
    O sea, en las presiones para que renunciara Benedicto había un intento de frenar esa avalancha de secretos. Pero el juicio a Paolo Gabriele primero terminó en una condena, luego, esa condena fue reducida a 18 meses y, por último, recibió el indulto de Benedicto quién tam-bién se ocupó de buscarle trabajo y falleció Paolo Gabriele a los 52 años.
    La tercera presión que recibió Benedicto XVI fue a nivel de organismos internaciona-les. En esa época se lo intentaba juzgar por cuatro casos de encubrimiento de abusos entre 1977 y 1981, casos armados para sacarlo de en medio.
    Recordemos que Benedicto fue partidario de la tolerancia cero en esos temas y que, entre otras cosas, en 2005 ordenó a Maciel de los Legionarios que se retirara por sus terribles crímenes.
    Pero entre 2011 a 2012 surgieron alrededor de ochocientos (800) casos de sacerdotes pederastas. La ONU había iniciado investigaciones por parte del Comité de Protección de los Derechos de los Niños de las Naciones Unidas (CRC).
    Se pretendía acusar a Benedicto por cuatro casos de encubrimiento de abuso entre 1977 y 1981 y llevarlo ante una Corte Internacional para fomentar la nueva Iglesia progresista ecologista y masona global de izquierda.
    La cuarta forma de presión hacia Benedicto y quizás la más importante fue la financie-ra. Días antes de que Benedicto XVI presentara una “inexistente renuncia” empezaron los problemas financieros que afectaban al Vaticano y a la Iglesia.
    Las presiones financieras comenzaron a hacerse sentir en enero de 2013 con la impo-sibilidad del museo del Vaticano y de otros establecimientos de recibir tarjetas de débito y crédito como forma de pago de los turistas lo que significaba afectar un ingreso de más de 120 millones de dólares.
    Por otra parte, el Banco de Italia ejerció presiones y suspendió en enero de 2013 la operación de todos los cajeros automático del Vaticano.
    Había, además, que hacer frente a perdidas por indemnizaciones millonarias por de-mandas en materia de abusos y, por otra parte, los ingresos se reducían cada año junto con el número de fieles de la Iglesia.
    Se hablaba de la posibilidad de una quiebra financiera del Vaticano. https://www.altonivel.com.mx/…/34002-la-administracion…/
    En esa situación de presiones políticas y económicas tuvo lugar el acto jurídico inválido de la inexistente renuncia de Benedicto XVI el 11/02/13.
    Si Benedicto XVI hubiera consentido a renunciar la jerarquía podría haber dicho: “hemos cometido un crimen perfecto porque hemos hecho renunciar y roto la sucesión apos-tólica establecida por el Señor sin que nadie se entere de ello, lo que significa que mandamos más que Dios en su Iglesia, lo que significa que Dios no existe y que su Iglesia es lo que no-sotros hacemos de Ella”.
    Pero eso no sucedió, Benedicto no renunció a nada en el acto de fecha 11/02/13 y la jerarquía debió simular la renuncia de Benedicto.
    Y muchos articulistas católicos hoy señalan la inexistencia de una renuncia de Bene-dicto y que Bergoglio no es papa.
    Es posible que esta jerarquía trate de demostrar nuevamente que la Iglesia es suya y no del Señor simulando un proceso de herejía contra Benedicto XVI pero eso no dará los resulta-dos deseados. Hasta ahora la verdad de lo ocurrido se niega a desaparecer y se muestra testa-ruda y obstinada.
    Benedicto agotado ante los viajes permanentes, aislado, rechazado y en un clima de presiones constantes de todo orden sólo quiso presentar una “declaración inválida (inválida por los cuarenta y ocho errores en latín) de compromiso de presentar una renuncia a futuro en donde aparentaba querer renunciar al “ministerio”, o sea, al ejercicio del gobierno, pero no al “munus”, al papado, para la fecha 28/02/13 a las 29 horas (o sea nunca), realizada dicha de-claración inválida como persona privada y no como papa el 11/02/13 (en todas partes aparece que Benedicto renunció el 28/02/13 pero el texto es del 11/02/13)” la jerarquía simuló que lo que había presentado Benedicto era una renuncia pero él conservó el papado “emérito” que como dice Andrea Cianci significa “el que merece”, o sea, “el que merece ser papa”.
    Según algunos Benedicto temía ser llevado a una Corte Internacional y ser juzgado por encubrimiento de un caso de abuso y servir de ejemplo para la modificación de la Iglesia que querían los progresistas pero no iba a darles nada a los lobos así que usó las palabras “declaro” y “commissum” que es una “declaración de compromiso” (o declaración de promesa de realizar algo) de renunciar a futuro al ejercicio del gobierno pero no al papado y que hubiera exigido para concretarse una renuncia posterior válida al munus formal y manifiesta frente a dos testigos según el art. 332 del Código de Derecho Canónico de 1983.
    Además, usó la palabra “vacet” para decir que estará ocupado, según el traductor “va-cet” no es ni vacante ni vacía sino “estará ocupada”, es decir, la sede de Pedro estará ocupada, se entiende, por un administrador que rompe la sucesión apostólica.
    La jerarquía sabía que eso era lo único que iba a conseguir de Benedicto, ese texto y no otro, no sólo porque la jerarquía no era confiable (ya vemos lo que pasó con Bergoglio y a tantos otros) sino porque era evidente que Benedicto no se iba a poner la soga al cuello de permitirles que, en condición de cardenal, lo llevaran lejos de Roma y lo juzgaran por un cri-men que no cometió siendo, así, convertido en la fruta del postre de la nueva Iglesia masona como sucedió, en parte, con el cardenal australiano ratzingeriano George Pell.
    Benedicto era un estorbo porque no aceptaba las nuevas condiciones internacionales de juego.
    Bergoglio, en cambio, fue complaciente y enseguida se subió a la movida de la iz-quierda global, trajo dinero y eso alegró a muchos y, por otra parte, para los rebeldes ante la nueva Iglesia bergogliana trajo castigos y, con ello, excusas para no hacer nada.
    Al poco tiempo de que Bergoglio ocupara la sede de Pedro, los periodistas Alessandro Gnocchi y Mario Palmaro, escribieron un primer artículo crítico: “Este papa no nos gusta”, definían en él a los “normalistas” como aquellos católicos que se esforzaban patéticamente en convencer al prójimo, y aún más patéticamente en convencerse a sí mismos, de que nada había cambiado que lo que pasaba era todo normal y, como de costumbre, era culpa de los diarios tergiversar las primeras declaraciones de Bergoglio, el cual diría sólo, de manera distinta, las mismas verdades enseñadas por sus predecesores.
    También existía información previa al falso Cónclave de 2013 que explicaba quién era Bergoglio en el libro de Antonio Caponnetto “La Iglesia traicionada” y había gente en Argen-tina y entre los jesuitas que lo conocía bien.

  2. Alberto Ramón Althaus says

    Dice el Padre Castellani que hay dos que no perdonan nunca y uno de esos es el sacerdote cuando no consigue las gracias suficientes y como se ha desprendido de todo lo demás se vuelve rencoroso.

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